En el cristianismo desde sus orígenes siempre ha estado claro el objetivo: ganar el cielo. O si quieren con otras palabras: heredar la vida eterna, entrar al banquete celestial, disfrutar de la Santísima Trinidad, etc.
En los evangelios encontramos
un pasaje donde un joven rico se lo pregunta directamente al mismo Mesías,
está escrito que:
«Cuando salía
Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante Él y le
preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?» (Mc. 10, 17; Mt. 19,
16).
Ganar
la vida eterna es lo que nos interesa a todos. Está en el centro de las
enseñanzas de nuestros padres y catequistas, aparece desde los primeros pasos
que damos en la fe cristiana.
Esa es la meta, el objetivo,
hacia donde todos los que seguimos a Jesús queremos llegar.
DIFICULTADES DEL CAMINO
Hace pocos días visité una
casa de acogida de gente que vive la indigencia, la atienden varias monjitas de
la Toca de Asís.
La Toca de Asís (Toca = cabaña
humilde) es una fraternidad católica que se inspira en las enseñanzas de san
Francisco de Asís. En su celo eucarístico y su amor por los pobres. Está
formada por religiosos, los Hijos e Hijas de la Pobreza del Santísimo
Sacramento.
La casa está ubicada en un
barrio del centro de Quito, y allí viven varias monjitas que se dedican por
completo a este trabajo. Está bien pensado para que las personas que no tienen
un techo y que se agolpan en el centro de la ciudad, puedan llegar.
En esta visita encontramos a
un hombre mayor que venía del norte del país (el que ves en las fotos). Nos
contó que a lo largo de su vida había tomado muy malas decisiones que habían
desembocado en destruir su familia, perder su trabajo y terminar viviendo de la
caridad.
Quien en principio tenía una
vida prometedora, había terminado tirando todo por la borda.
Todas fueron malas decisiones:
dejarse llevar por las tentaciones, por los malos
consejos, por las amistades nefastas que le llevaron por caminos de alcohol y
luego drogas.
En este caso podríamos
reflexionar sobre la pregunta del joven rico: ¿qué debo
hacer para ganar la vida eterna?
LA RESPUESTA DE JESÚS
Jesús nos dice lo que hace
falta para ganarse el cielo: guardar, cumplir, vivir los
mandamientos de la Ley de Dios.
Se lo manifiesta con claridad
al joven rico, ya sabes: no matarás, no cometerás
adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu
padre y a tu madre, etc.
El joven no se amilana, quiere
más y le cuenta a Jesús, algo que el Maestro ya conocía: «Yo vivo esto desde muy joven».
Entonces Jesús, declara el
Evangelio con mucho cariño y le formula un nivel más alto de entrega: que venda todo lo que tiene y le siga.
Como explica esta meditación
que te comparto a continuación: hay que vivir
sin miedo a la vida y sin miedo a la muerte.
¿VALE LA PENA DEJARLO TODO?
Cuando contemplamos con
claridad que vale la pena fastidiarse un día y otro, un mes y otro mes, y otro
año, y la vida entera, porque nos aguarda después el amor en el cielo, ¡cuántas luces tenemos!
Vale la pena considerarlo muchas veces en nuestra oración. Hay
que hacer en nuestra alma como un embalse que recoja todas esas gracias de
Dios: la claridad, la luz, la dulzura de la
entrega.
Y cuando venga la oscuridad,
la noche, la amargura, que en la vida de cada uno con seguridad llegarán, la
solución será lanzarse en medio de esas aguas limpias de la gracia del Señor
que hemos ido almacenando.
Aunque en ese momento estemos
ciegos, aunque estemos secos, podemos sentirnos regados por las aguas que salen
del corazón de Cristo hasta la vida eterna. Entonces, perseveraremos en la
lucha.
HAY QUE LUCHAR MÁS FUERTE POR ALCANZAR EL CIELO
Nos advierte san Josemaría que
nunca llegará un momento en el que todo nos será más fácil:
«Pasarán los
años, os lo digo por experiencia, y hay que seguir luchando, incluso con más
fuerza, porque el diablo se presenta de modo más retorcido».
Hay
que estar listos para el embate porque el cielo vale la pena.
Es una costumbre en la
historia de la Iglesia que los cristianos recurramos al espíritu de penitencia
y de mortificación como medios de progreso espiritual y como medio para ganar
almas para Dios. Sobre todo en el cumplimiento de los deberes diarios.
Sentido de responsabilidad. ¡A luchar contra todo lo que pueda suponer un peligro de
hacernos tibios!
Con la convicción de que si no
hay vida interior, si no hay lucha, que eso es la vida interior, entonces hay
muerte.
Si
queremos salvarnos debemos luchar contra nuestros defectos y con las cosas que
van contra los mandamientos.
Para hacerlo debemos creer
firmemente en la Resurrección, solo desde ahí podemos luchar por ser mejores, y
ayudar a otros a salvarse.
¡Vale la pena dejar
actuar a Jesucristo en nuestras almas para ganarse el cielo!
Escrito por Padre Juan Carlos Vásconez
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