¡Qué boca tenemos que abrir ante la técnica del cosmos, obra de Dios!
Por: P. Jorge Loring |
(Conferencia pronunciada en el Cine Pax.de Zaragoza)
Señoras y señores:
El tema de la conferencia de hoy va a ser el alunizaje del Apolo XI, que es la
primera vez en la Historia que el hombre pone el pie en la Luna. Fue lanzado el
16 de julio de 1969. Alunizó el 20 del mismo mes. Esto es irrepetible, porque
es la primera vez que el hombre ha puesto el pie en la Luna.
Por eso, este hecho no se olvidará jamás. Lo mismo que el viaje de Colón ha
pasado a ser un hecho histórico. Hoy el ir a América no es noticia. Es un viaje
rutinario. Pero el viaje de Colón consta en la Historia. Pues lo mismo. Este
alunizaje del Apolo XI constará para siempre en la Historia, mientras otros
viajes de otros Apolos quizás se olviden.
Ustedes recordarán que los últimos viajes que se hicieron a la Luna ya no eran
noticia. Estaban los cosmonautas paseándose por la Luna, y aquí en la Tierra ni
se hablaba de ellos. Quizás se avisaba: «que ya
regresan». Y habían estado a lo mejor una semana en la Luna. El viaje
del Apolo XI siempre será noticia, aunque el viaje a la Luna termine por ser un
viaje rutinario, como es hoy el viaje a América.
Los astrónomos están interesados en montar en la Luna un observatorio
astronómico. Porque en la Luna se pueden observar las estrellas con muchísima
claridad, con muchísima más nitidez que desde la Tierra. La Tierra está
envuelta por la atmósfera, que enturbia el estudio de las estrellas. Y en la
Luna, como no hay atmósfera, se ve todo mucho más claro y con mayor nitidez. Si
se llega a instalar un observatorio astronómico en la Luna, entonces el viaje a
la Luna será puramente rutinario, dejará de tener interés.
***
Pues a pesar de la proeza del Apolo XI, que vamos a ver
hoy, yo creo que mayor proeza fue la del Apolo XIII. Aunque apenas se
habla de él. Mucha gente ni se acuerda, y otros ni han oído hablar. Creo que el
Apolo XIII ha sido la mayor proeza de todos los viajes espaciales.
Ustedes recordarán que, estando en la Luna, al Apolo XIII le reventó un
depósito de oxígeno, y se quedaron en la Luna sin instrumentos de navegación.
Pues estos hombres volvieron a la Tierra orientándose con un sencillo sextante,
como nuestros antiguos navegantes.
A pesar de esto, pudieron entrar en la atmósfera con la inclinación precisa
para no desintegrarse. Porque si el Apolo XIII hubiera entrado muy
perpendicularmente a la Tierra, se desintegra en el choque con la atmósfera.
Como pasa con los meteoritos, esas piedras que con el roce de la atmósfera se
desintegran. La gente dice: «He visto correr una
estrella. Es una estrella fugaz». No, eso es una piedra del espacio que,
al entrar en la atmósfera, con el roce, se pone incandescente y se desintegra.
Esto le hubiera pasado al Apolo XIII, si entra demasiado perpendicular. Y si
hubiera entrado demasiado tangencial hubiera rebotado en la atmósfera y se
hubiera perdido en el espacio. Lo mismo que cuando tiramos una piedra plana
sobre un estanque, que rebota en el agua y vuelve a elevarse. Eso le hubiera
pasado al Apolo XIII, si no entra exactamente con la inclinación precisa.
Hubiera rebotado en la atmósfera y nunca más hubiéramos sabido de ellos.
Y esto lo hicieron aquellos cosmonautas sin instrumentos de navegación, con un
sencillo y primitivo sextante. Por eso digo «la
gran proeza del Apolo XIII».
Con razón aquellos cosmonautas, cuando son izados a bordo del portaviones que
los recogió, lo primero que hacen es quitarse el gorro, y dar gracias a Dios
por estar sanos y salvos en la Tierra. Porque podemos comprender el estado de
ánimo de estos hombres cuando estaban en la Luna, y se quedan allí sin aparatos
de navegación. Por lo tanto, digo, gran proeza del Apolo XI, pero más la proeza
del Apolo XIII.
***
Con todo, hoy vamos a analizar el Apolo XI. Vamos a ver primero las
dificultades técnicas que ha tenido que superar el hombre para llegar a la
Luna. Después veremos lo que es el cosmos, y sacaremos una conclusión: si nos
quedamos boquiabiertos ante la técnica del Apolo XI, ¡qué
boca tenemos que abrir ante la técnica del cosmos, obra de Dios!
Soy jesuita y soy apóstol. Si hablo de Astronomía, es porque la Astronomía
lleva a Dios. Me gusta la Astronomía. Me he leído más de cien libros de
Astronomía, para sacar los datos que voy a dar aquí. Ojalá me hubiera
encontrado todos los datos en una paginita. Me hubiera ahorrado centenares de
horas de estudio.
La Astronomía lleva a Dios porque viendo la grandeza del Cosmos, caemos en la
cuenta de la sabiduría de Dios, y de la grandeza de Dios, y del Poder de Dios.
Por eso dice la Biblia: «Los cielos cantan la
Gloria de Dios». Porque contemplando los cielos admiramos la ciencia, la
sabiduría y la técnica de Dios. Nosotros le llamamos Dios. Hay gente que tiene
alergia al nombre de Dios, y buscan otros nombres. Hablan de una energía
preexistente.
Me es igual. Ese Ser Inteligente, Autor del Cosmos, es Dios. La palabra es lo
de menos. Lo importante es que al final conozcamos a ese Ser maravilloso, a esa
Inteligencia maravillosa, a ese Gran Matemático que ha hecho el Cosmos. Ésa
será la conclusión de esta conferencia.
***
Vamos primero a ver las dificultades técnicas que ha tenido que superar el
hombre para llegar a la Luna. Primero lanzar al espacio un proyectil, el
Saturno V, de 110 metros de altura, como la Giralda de Sevilla. De estos 110
metros de altura, casi todo era combustible para escapar del campo gravitatorio
de la Tierra. A la Luna sólo llegó el cono de la punta. Lo demás era
combustible. Una vez que se vacían los depósitos, se desprenden. Lo
aprovechable es el cono de la punta.
Yo estuve dando conferencias sobre la Sábana Santa en los Estados Unidos, y
entre otros sitios hablé en la Base Aérea de Andrews a los jefes y oficiales de
la aviación americana. Aproveché que estaba en Washington y me fui al
Smithsonian Institution, que es un Museo del Aire y del Espacio, donde están
las principales aeronaves de la Historia de la Aviación americana.
Allí está el avión de los hermanos Wrigth, los primeros que volaron a
principios de siglo. Allí está el avión de Lindbergh, el primero que cruzó el
Atlántico en solitario. Allí está el avión de Willy Post, que fue el primero
que dio la vuelta al mundo en avión en solitario. Allí están, por supuesto,
todas las naves espaciales americanas. Hay un gemelo del Skylab, que se
desintegró en el espacio. Yo he estado dentro de ese gemelo del Skylab. Hay
otro gemelo del módulo lunar, que se quedó en la Luna, etc.
Están también los Apolos. Yo tuve la dicha de acariciar cariñosamente al Apolo
XI, que estaba allí. Es emocionante estar acariciando la misma nave que estuvo
en la Luna. Por cierto, que es muy pequeña. Llama la atención cómo en una nave
tan pequeña, tres hombres han ido a la Luna y han vuelto. Está cubierta de
plástico para que la gente, al tocarla, no la deteriore más de lo que está.
Está muy chamuscada, porque entró en la Tierra a 40.000 kilómetros por hora, y
el roce con la atmósfera la puso a 3.000 grados centígrados. Como digo, primera
proeza. Haber mandado a la Luna el Apolo XI.
***
Segunda proeza. Haber llegado a la Luna.
Nunca nadie había llegado tan lejos. El hombre que ha hecho el viaje más largo
en la Tierra, ha sido Juan Sebastián Elcano, que dio la vuelta a la Tierra.
Entonces, como no estaban abiertos los canales de Panamá y Suez, tuvo que
rodear el Cabo de Hornos y el Cabo de Buena Esperanza. Dio una vuelta enorme.
Si el perímetro de la Tierra, el meridiano, es de 40.000kms., con la vuelta que
tuvo que dar, pongamos el doble, 80.000 kms. Nadie en la Tierra había hecho un
viaje tan largo: 80.000 kms. Pues a la Luna hay 384.000 kms. Es decir 300.000
más. Nunca nadie había llegado tan lejos. El Apolo recorrió 800.000 kms.
***
Tercero. Velocidad: había que volar a 40.000 kms por
hora. Nunca nadie había volado a tal velocidad. Los grandes aviones
comerciales de líneas aéreas, estos «Jumbos», van
alrededor de 1.000 kms por hora. El «Concorde» a
2.000 kms por hora. El avión más rápido del mundo es el «X-l5» americano, que es un prototipo, no es un avión hecho en
serie, va a 6.000 kms por hora. Es el récord de velocidad: 6.000 kms por hora.
Había que volar a 40.000 kms por hora para escapar del campo gravitatorio de la
Tierra. La gravedad de la Tierra atrae. Por eso las cosas caen. Cuando tiro una
piedra con la mano, el impulso que le doy a la piedra se combina con la
atracción de la gravedad que va atrayendo a la piedra. Ésta describe una
parábola, y termina por caer a tierra.
Si en lugar de ser una piedra tirada con la mano, es un proyectil de cañón,
sale con más velocidad y la parábola es más larga; pero termina por caer a
tierra. Si el proyectil sale a 8 kms por segundo, entonces la parábola es tan
larga que cae detrás del horizonte, y se queda en órbita terrestre. Ahí tenemos
un satélite artificial. Los satélites artificiales se ponen en órbita con
proyectiles que salen a 8 kms por segundo.
El Saturno V tenía que salir a 11 kms por segundo, que son 40.000 kms por hora,
para escapar del campo gravitatorio. Entonces, la parábola es tan larga que se
sale del campo gravitatorio práctico. El campo gravitatorio teórico es
infinito. Pero prácticamente, llega un momento en que la atracción de la Tierra
es tan débil que no influye en el proyectil.
Por eso, como dije antes, estos grandes depósitos de combustible del Saturno V
son para escapar del campo gravitatorio; porque fuera del campo gravitatorio, y
fuera de la atmósfera, se va sin motores, por inercia. Se va a base de
matemáticas. Menudos depósitos de combustible harían falta para ir a la Luna a
fuerza de combustible. No, a la Luna se llega a base de matemáticas, como
después diré.
Había que volar a 40.000 kms por hora. Nunca nadie
había volado tan rápido.
***
Y cuarto: Precisión. Tengamos en cuenta que el
Apolo ha ido a la Luna y ha vuelto. Ha hecho un viaje de 800.000 kilómetros y
se pone en contacto con el agua 30 segundos después de la hora prevista. Una
precisión fenomenal, extraordinaria.
Don Emilio Novoa, Director de la Escuela Superior de Ingenieros de
Telecomunicación, en un artículo de una revista científica que yo leí, decía: «El hombre ha ido a la Luna gracias a la cibernética». Sin
ayuda de las computadoras, nosotros no hubiéramos ido a la Luna. Porque hemos
ido a la Luna a base de matemáticas. Hay que hacer tal cantidad de cálculos,
que el hombre es incapaz de hacerlos, y necesita de la máquina: el hombre se
ayuda de la máquina. En esto como en todo.
Urtain, aquel famoso boxeador, en sus buenos tiempos, al primer minuto dejaba
K.O. al contrincante. Creo que levantaba 100 kilos de peso. Muy bien, Urtain
con su fortaleza física levanta 100 kilos. Pero ni Urtain ni nadie es capaz de
levantar con su brazo diez toneladas. Y lo que no puede hacer el hombre con su
brazo, lo hace con la cabeza: inventa una grúa y
mueve diez toneladas.
Un corredor creo que puede correr a 36 kms por hora. Creo que ésa es la marca
de los cien metros lisos. Pero no hay corredor en el mundo que con sus piernas
corra a 100 kms por hora. Lo que el hombre no puede hacer con las piernas lo
hace con la cabeza: inventa una máquina, que se
llama automóvil, y puede correr a 100 kms por hora.
Lo mismo: con el
cerebro podemos calcular con un límite de velocidad y un margen de error. Pero
inventamos una máquina que calcula más aprisa, y además no se equivoca. Esto es
la cibernética: los ordenadores, las computadoras y
las calculadoras. Pues gracias a la cibernética hemos ido a la Luna;
porque sin ayuda de las máquinas nunca hubiéramos sido capaces de ir a la Luna,
por la cantidad de datos que había que calcular.
***
Una vez dicho esto, vamos a compararlo un poco con el Cosmos.
Hemos ido a la Luna. Pero, ¿qué es eso de ir a la
Luna? ¿Qué proeza hemos hecho yendo a la Luna? Hemos visitado a nuestra vecina del primero derecha, viviendo
nosotros en el primero izquierda. Nuestra vecina de puerta.
Porque, ¿dónde está la Luna? A 384.000
kilómetros de distancia. Vamos a citar estrellas muy lejanas: Andrómeda, está a
dos millones de años de luz. Coma de Virgo, a doscientos millones de años de luz.
Y la Luna está a un segundo. La luz de la Luna a la Tierra tarda un segundo.
Conocemos estrellas que están a doscientos millones de años-luz. ¿Qué hemos hecho al llegar a la Luna que está a un
segundo de luz? ¿Hay alguien que piense darse un paseo por Andrómeda o por Coma
de Virgo? Doscientos millones de
años de viaje de ida. Y eso si logramos volar a la velocidad de la luz: 300.000
kilómetros por segundo, que es velocidad tope, como demostró matemáticamente
Einstein; pues según su fórmula matemática en ese caso la masa sería infinita,
lo cual es imposible.
***
Voy a seguir dando datos porque esto es interesantísimo. Hemos hablado de
distancias. Ahora voy a hablar de velocidades.
El Apolo ha salido a 40.000 kms por hora, es decir 11 kms por segundo. La
Tierra va a más del doble por el espacio. Va a 100.000 kms por hora, que son 30
kms por segundo. El Sol va a 300 kms por segundo. Y por poner la más rápida que
hemos detectado: hay estrellas que van a 145.000 kms por segundo. Esto lo ha
hecho Milton Humason en Monte Palomar (California), donde hay un gran
observatorio con un telescopio que tiene un espejo de cinco metros de diámetro
que pesa catorce toneladas y su campo de observación alcanza mil millones de
años luz.
Milton Humason ha captado estrellas que van por el espacio a 145.000 kms por
segundo. ¿Y cómo se mide esto? Analizando la
luz. El único correo que llega de las estrellas es la luz. El científico
descompone la luz en el prisma óptico; en los colores del arco iris: rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul, añil y violado.
Y en esta banda de colores del arco iris hay unas rayas características. Por
estas rayas se sabe qué cuerpo se quema en la estrella, a qué temperatura está,
a qué velocidad se desplaza, etc.
Estudiando las rayas del espectro, por el corrimiento hacia el rojo, se han
detectado estrellas que se alejan por el espacio a 145.000 kms por segundo.
Estas estrellas no son corpúsculos, no son partículas, no son fotones, son
monstruos del tamaño que ahora veremos. La Tierra, ya lo dije antes, tiene
40.000 kilómetros de perímetro. El Sol es un saco de garbanzos donde caben
1.300.000 garbanzos del tamaño de la Tierra: de
40.000 kilómetros de perímetro cada garbanzo. Y el Sol es una estrella
pequeña.
Antarés, es una estrella anaranjada que sale por el sur en verano -en invierno
no se ve-, de la constelación de Escorpión. Es 115 millones de veces mayor que
el Sol. Os digo que el Sol es 1.300.000 veces mayor que la Tierra, y decís: ¡Que grande! Os digo que Antarés es 115 millones
de veces mayor que el Sol: ¡Que grande! Pues
hay diferencia. Para que entendamos bien esto, lo voy a ejemplificar de una
manera plástica. Se entenderá muy bien.
Antarés es de un tamaño tan colosal que dentro de Antarés cabe el Sol y la
Tierra girando alrededor del Sol a 150 millones de kilómetros de distancia. La
Tierra describe una órbita cuyo diámetro es de 300 millones de kilómetros. Para
que caigamos en la cuenta de lo que es una órbita de 300 millones de kilómetros
de diámetro, hemos de saber que eso es el año.
El año es lo que la Tierra tarda en darle la vuelta al Sol, en recorrer su
órbita de 300 millones de kilómetros de diámetro a 100.000 kms por hora. Pues
estos 300 millones de kilómetros, diámetro de la órbita de la Tierra, es el
radio de la estrella Antarés. Dentro de la estrella Antarés, cabe el Sol, la
Tierra dándole vueltas, y sobra media estrella. ¡Tamaño
de Antarés!
Voy a dar otro dato más impresionante. Alfa de Hércules, la mayor de las
estrellas conocidas, es ocho mil billones -con B de Barcelona- de veces mayor
que el Sol. Y lo voy a ejemplificar como antes. Resulta que el diámetro de la
órbita de Plutón, que son doce mil millones de kilómetros, es la décima parte
del radio de Alfa de Hércules. ¡Unos tamaños
descomunales!
Pues estas estrellas con estos tamaños, con estas velocidades, se mueven con
una precisión admirable. Hoy los relojes de cuarzo son de más precisión; pero
hasta hace poco los relojes, ¿con quién se ponían
en hora? Con el Sol. ¿Quién daba las doce? El
Sol. Y cuando el Sol pasaba por el meridiano, todos los relojes poniéndose en
hora con el Sol. Porque el movimiento de las estrellas es matemático.
Yo tengo muchos amigos astrónomos que me hacen los cálculos que les pido. Uno
de ellos, que es observador, me dijo un día hablando de estas cosas:
-Mire, Padre, el movimiento de las estrellas es tan
exacto que a mí me bastan cinco segundos para que mi ayudante me avise. Él
está en la mesa tomando los datos que yo le doy. Me avisa cinco segundos antes,
para que yo apague el cigarrillo y ponga el ojo en el aparato. A la hora, al
minuto y al segundo, calculado en las efemérides, una estrella que está a miles
de años de luz pasa por el meridiano.
El almanaque astronómico, se ha hecho hace varios años. Porque en los
almanaques astronómicos hay que hacer muchos cálculos y muchos números, mandar
a la imprenta, corregir pruebas, volver a mandar y volver a corregir: se hacen con varios años de antelación. Pues en un
almanaque que se ha hecho hace varios años, se dice a qué hora, a qué minuto y
a qué segundo, una estrella que está a miles de años de luz, va a pasar por el
meridiano. Y eso es tan exacto, que me avisa cinco segundos antes, pongo el ojo
en el aparato, y a la hora, al minuto y segundo previsto, una estrella que está
a miles de años de luz pasa por el meridiano. ¡Exactitud
matemática del movimiento de las estrellas!
Miren ustedes, en lo único que se puede ser profeta es en Astronomía. En
ninguna otra cosa. ¿Me quieren decir quién sabe el
campeón de liga del año que viene? ¡Ni siquiera los catorce resultados de los partidos del
domingo!
Por eso el que acierta por casualidad se lleva 60 millones o mucho más. Pero, ¿quién puede profetizar los 14 resultados? ¡Nadie! ¡No podemos ser profetas
en nada! En Astronomía, sí. Voy a
hacer una profecía. Miren ustedes, dentro de tres años ustedes se van a acordar
de mí. Seguro. Porque dentro de tres años recordarán que hoy les digo que en
marzo de 1986 el cometa Halley pasará junto a la Tierra.
Y ustedes se enterarán, aunque no quieran, pues estoy seguro que la tele, la
radio, los periódicos, las revistas, a todas horas, hablarán de este
acontecimiento que estamos esperando desde el año 1910, que también pasó junto
a la Tierra, como se había predicho el siglo pasado. Porque en el cielo todo se
mueve con precisión matemática. ¡Exactitud de las
estrellas en el cosmos!
Por eso dice James Jeans, un astrónomo americano: «El
Cosmos es obra de un Gran Matemático. Porque en el Cosmos resplandecen leyes
matemáticas».
Leyes matemáticas que formularon Newton y Kepler. Pero Newton y Kepler, que
formulan las leyes matemáticas que rigen el movimiento de las estrellas, no
hicieron esas leyes. Las leyes matemáticas estaban en las estrellas muchísimos
años antes que nacieran Newton y Kepler. El hombre descubre las leyes
matemáticas que rigen el movimiento de las estrellas. Las formula, pero no las
hace. Hay otro que ha hecho esas leyes matemáticas. Por eso dice Borman desde
la Luna: «Nosotros hemos llegado a la Luna gracias
a unas leyes matemáticas que no las ha hecho el hombre».
Mirad. Acaba de morir un Premio Nobel de Física, que se llamaba Paul Dirac.
Este periódico de Bilbao, «El Correo Español», hablando
de él, dice una frase muy bonita. Leo: «Es uno de
los astrónomos más sobresalientes de nuestro tiempo». Pues Paul Dirac,
que acaba de morir, Premio Nobel de Física, uno de los astrónomos más
sobresalientes de nuestro tiempo dice en una revista científica llamada «lnvestigación y Ciencia»: «Dios es un Matemático de alto
nivel».
Hay un Matemático que ha puesto las leyes que rigen el movimiento de las
estrellas. A esto voy. Estos hombres, astrónomos, comprenden que el Cosmos es
obra de un Matemático. Las leyes matemáticas que se reflejan en la Naturaleza
nos hablan del Matemático. Lo mismo que una obra de arte me habla del artista.
Cuando nosotros vemos la belleza de la cara de la Virgen de la Piedad, de
Miguel Ángel, pensamos en el artista. Pero, ¡qué
artista, Miguel Ángel, que de un bloque de mármol saca esta belleza de mujer!
¡Qué artista! La obra me hace pensar en el artista. Cuando contemplamos
el Cosmos, pensamos en el Matemático que
ha hecho esta obra maravillosa. Porque comprendemos que ni la cara de la Virgen
de la Piedad salió por casualidad, ni este maravilloso orden con que se mueven
las estrellas puede ser fruto de la casualidad. El orden no es fruto de la
casualidad. Un ejemplo muy claro:
Mi libro «PARA SALVARTE» tiene un millón de
letras. Para que este millón de letras se ordene formando palabras, y las
palabras formando frases, hace falta una inteligencia ordenadora. Pero a nadie
se le ocurre que para escribir un libro, se echen en un recipiente un millón de
letras, se tiren, y sale un libro. Ni siquiera saldrían derechas ni en línea
recta.
Evidentemente, el orden que las letras tienen en el libro es uno de los órdenes
posibles. Pero la probabilidad de que caigan las letras en este orden es una
contra un número que tiene tres millones de cifras. El cálculo se ha hecho con
computadora. El número es tan grande que si lo nombramos por su nombre propio,
pocas personas lo entenderán: el número de
permutaciones es de quinientos milillones (500.000 grupos de seis cifras).
Para escribirlo con números del tamaño de las letras de este libro se
necesitaría una tira de papel de seis kilómetros de larga. Es decir, la probabilidad
de que salga el libro al tirar las letras del recipiente al suelo es
prácticamente nula. Y mucho menos que al tirarlo 40 veces seguidas, salgan las
40 ediciones que lleva este libro.
¡Esto es ridículo! Es ridículo pensar que el
orden es fruto de la casualidad. El orden es fruto de la inteligencia Y cuando
yo veo una técnica, un orden, pienso en una inteligencia, no pienso en la
casualidad. «Hombre, mira que casualidad, eché en
un recipiente un millón de letras, las tiré y me salió un libro. Oye, y lo tiré
40 veces seguidas, y me salieron 40 ediciones».
¡Es ridículo! Esto con un millón de letras. ¿Y con los millones y millones de estrellas que hay en el
Cosmos? Nuestro sistema solar tiene diez planetas: Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno,
Urano, Neptuno y Plutón. Los nueve que todo el mundo conoce, y el décimo
que acabamos de descubrir. El Sol, tiene diez planetas en equilibrio.
Soles como el nuestro, en nuestra galaxia, la Vía Láctea, nuestro barrio del
Cosmos, hay cien mil millones de soles. Y galaxias como la nuestra, diez mil
millones de galaxias. Y todos estos miles de millones de estrellas, moviéndose
con precisión matemática; hasta el punto, como dije antes, que podemos predecir
con años de antelación, el día, la hora, el minuto y el segundo que una
estrella, que está a miles de años de luz, pasa por el meridiano.
Por eso dice la Biblia: «Los cielos cantan la
gloria de Dios». Porque cuando sabes lo que es el Cosmos, no tienes más
remedio que caer de rodillas, admirando la grandeza, el poder, la sabiduría y
la técnica de Ése, que llamo Dios, Autor del
Cosmos. Pues éste es el fruto de esta conferencia.
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