Mensaje del P. Paolo Scarafoni durante el congreso Ética y Medio Ambiente. Sus palabras están dedicadas a explicar la visión cristiana de la administración con base en la persona.
Fuente: Zenit.org
La humanidad está llamada a ejercer una
administración responsable de la creación. Este ha sido el llamamiento del
padre Paolo Scarafoni L.C. al abrir el congreso sobre el tema «Ética y Medio Ambiente», en la Universidad
Europea de Roma el 7 de noviembre.
En su intervención, el padre Scarafoni, rector de la universidad, explicó que
esta visión cristiana de la administración se basa en la idea de la persona
humana como una criatura libre e inteligente, llamada a ayudar al desarrollo
del mundo creado.
Esto no debe confundirse con una visión triunfalista de la condición humana y
sus acciones, que forma parte de una visión científica e idealista de la
naturaleza humana, afirmaba el sacerdote. Más bien, la ética católica se basa
en el mandamiento del amor, que es consciente de los errores humanos pero
también confía en que las personas pueden hacer el bien con la ayuda de la
gracia de Dios.
El cardenal Renato Martino, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz,
relató al congreso algunas de las actividades de la Iglesia en el área del
medio ambiente en los últimos años. Estas van desde la participación en los
encuentros organizados por Naciones Unidas hasta la publicación de una serie de
documentos.
El cardenal observó que su propia implicación con las cuestiones ecológicas
comenzó cuando encabezó la delegación de la Santa Sede a la Conferencia sobre
Población y Desarrollo de Naciones Unidas en 1994. La cuestión planteada
entonces fue cómo tratar con la visión del mundo maltusiana que advierte que el
crecimiento de la población es más rápido que el suministro de alimentos con
resultados desastrosos.
ECOLOGÍA HUMANA
La respuesta de la Iglesia al pesimismo maltusiano, explicaba el cardenal
Martino, se basa en la confianza en la capacidad de la humanidad para superar
problemas. Esta acción, no obstante, debe orientarse de una forma ética,
afirmó. Así, los problemas ecológicos deben considerarse como problemas éticos.
Las acciones de las personas en el mundo creado no deberían considerarse como
un mero ejercicio de su capacidad técnica para tratar con estos temas, insistió
el cardenal.
El cardenal Martino citó el concepto de Juan Pablo II de una «ecología humana» como
una forma de orientar la acción. Los problemas ecológicos son, en su origen, un
problema antropológico. Cómo nos relacionamos con la naturaleza depende de cómo
nos relacionamos con nosotros mismos, y con Dios. Cuando negamos a Dios un
papel en nuestra vida, tendemos a ponernos a nosotros mismos en su lugar y
perdemos de vista nuestra responsabilidad de cuidar el mundo creado.
El obispo Giampaolo Crepaldi, secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz,
insistió en la importancia de colocar la visión de la naturaleza dentro del
contexto de la relación entre Dios y la persona humana.
En su discurso al congreso, monseñor Crepaldi observó que el Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia traza un camino intermedio entre los errores de
ver la naturaleza en términos absolutos o reducirla a un mero instrumento. La
naturaleza ha sido puesta en manos de la humanidad, pero debería usarse de modo
responsable y prudente.
La persona humana es indiscutiblemente superior al resto del mundo creado, en
virtud de poseer un alma inmortal, afirmaba monseñor Crepaldi. Con todo, el
hombre no tiene un dominio absoluto sobre la creación. Sus acciones deberían
guiarse por una combinación de conservación y desarrollo, y las personas
deberían entender que los bienes creados de este mundo están destinados al uso
de todos.
USO RESPONSABLE
Monseñor Crepaldi hizo un resumen de los principales puntos de la enseñanza de
la Iglesia sobre temas ecológicos, basándose en cómo se presenta la doctrina en
el Compendio de Doctrina Social. Los 10 principios guía, o mandamientos, son
los siguientes:
1) La Biblia presenta los principios morales
fundamentales de cómo afrontar la cuestión ecológica. La persona humana, hecha
a imagen de Dios, es superior al resto de las criaturas terrenales que, a su
vez, deben usarse responsablemente. La encarnación de Cristo y sus enseñanzas
testimonian el valor de la naturaleza: Nada de lo
que existe en el mundo está fuera del plan divino de creación y redención.
2) La enseñanza social de la Iglesia recuerda
dos puntos fundamentales. No debemos reducir la naturaleza a un mero
instrumento a manipular y explotar. Ni debemos hacer de la naturaleza un valor
absoluto, o ponerla por encima de la dignidad de la persona humana.
3) La cuestión del medio ambiente abraza a todo
el planeta, puesto que es un bien colectivo. Nuestra responsabilidad hacia la
ecología se extiende a las futuras generaciones.
4) Es necesario confirmar la primacía de la
ética y de los derechos del hombre sobre la tecnología, para preservar la
dignidad humana. El punto central de referencia para toda aplicación científica
o técnica debe ser el respeto por la persona humana, que, a su vez, debe trata
a los demás seres creados con respeto.
5) La naturaleza no debe considerarse como una
realidad divina en sí misma; por lo tanto no debe apartar de la acción humana.
Es, más bien, un regalo ofrecido por nuestro Creador a la comunidad humana,
confiado a su inteligencia humana y a su responsabilidad moral. De ahí se sigue
que no sea ilícito el modificar el ecosistema, siempre y cuando esto se haga
dentro del contexto del respeto por su orden y belleza, y tomando en
consideración la utilidad de cada criatura.
6) Las cuestiones ecológicos ponen de relieve la
necesidad de alcanzar una mayor armonía entre las medidas destinadas a fomentar
el desarrollo económico y las dirigidas a preservar la ecología, y entre las
políticas nacionales y las internacionales. El desarrollo económico, además,
necesita tener en consideración la integridad y el ritmo de la naturaleza,
puesto que los recursos naturales son limitados. Y toda actividad económica que
utilice los recursos naturales debería incluir también los costes de salvaguardar
el medio ambiente en los cálculos de los costes totales de su actividad.
7) La preocupación por el medio ambiente
significa que debemos trabajar activamente por el desarrollo integral de las
regiones más pobres. Los bienes de este mundo han sido creados por Dios para
ser utilizado sabiamente por todos. Estos bienes se deben compartir, de una
forma justa y caritativa. El principio del destino universal de los bienes
ofrece una orientación fundamental para tratar con la compleja relación entre ecología
y pobreza.
8) La colaboración, por medio de acuerdos
mundiales, respaldados por el derecho internacional, es necesaria para proteger
el medio ambiente. Es necesario poner en práctica la responsabilidad por el
medio ambiente de forma adecuada a nivel jurídico. Estas leyes y acuerdos
deberían guiarse por las exigencias del bien común.
9) Los estilos de vida deberían orientarse según
los principios de sobriedad, templanza y autodisciplina, tanto a nivel personal
como social. Las personas necesitan escaparse de la mentalidad consumista y
promover métodos de producción que respeten el orden creado, así como la
satisfacción de las necesidades de todos. Una mayor conciencia de la
interdependencia entre todos los habitantes de la tierra ayudaría a este cambio
de estilo de vida.
10) Se debe dar una respuesta espiritual a las
cuestiones medioambientales, inspirada por la convicción de que la creación es
un don que Dios ha puesto en manos de la humanidad, para ser usado de modo
responsable y con cuidado cariñoso. La orientación fundamental de las personas
hacia el mundo creado debería ser de gratitud y agradecimiento. El mundo, de
hecho, conduce a las personas hacia el misterio de Dios que lo ha creado y lo
sigue sosteniendo. Si se olvida a Dios, la naturaleza se vacía de su
significado más profundo y queda empobrecida.
Si se vuelve a descubrir el papel de la naturaleza como
algo creado, la humanidad puede establecer con ella una relación que tenga en
cuenta sus dimensiones simbólicas y místicas. Esto abriría a la humanidad un
camino hacia Dios, creador de cielos y tierra
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