Doce días en Tierra Santa.
Por: P. Jorge Loring |
(Doce días en Tierra Santa)
1. Palestina es un trapecio de 240 kms. de norte a sur, y
cuyas bases miden 50 y 100 kms. de menos a más. Son 25.000 kilómetros
cuadrados: la mitad de Aragón. En este pequeño territorio han ocurrido
acontecimientos que han transformado a la Humanidad. Ningún otro lugar de la
Tierra ha sido testigo de la Encarnación, Muerte y Resurrección del
Dios-Hombre. Palestina es un puente entre tres continentes, y punto de fusión
del Oriente y Occidente, de lo antiguo y de lo moderno. Palestina interesa hoy
a las tres grandes religiones monoteístas: el cristianismo, el judaísmo y el
Islam.
Para los cristianos es la tierra de Jesús. Para los judíos es la Tierra
Prometida de la Biblia. Y para los musulmanes es la tierra de donde creen que
Mahoma subió a los cielos en un caballo blanco. La Tierra Prometida que
conquistó Josué, ha sido luego invadida por los filisteos, asirios, babilonios,
seléucidas, romanos, bizantinos, persas, musulmanes, cruzados, mamelucos de
Egipto, y finalmente por el Imperio otomano turco, que ocupó Palestina durante
cuatro siglos. Después de la primera guerra mundial pasó al mandato británico,
y en 1948 la ONU la repartió entre árabes y judíos.
Por Galilea
2. Nazaret en tiempos de Jesús era insignificante.
Tendría 150 habitantes. Hoy es una ciudad moderna que tiene 35.000, en su mayor
parte árabes-cristianos. Esta basílica de la Anunciación sobre lo que fue la
casa de María se concluyó en 1969. La cúpula tiene 57 metros de altura y 18 de
diámetro. Bajo sus cimientos hay restos contemporáneos de Jesús. En la roca
excavada han aparecido cisternas, silos, etc. Incluso el taller de San José.
Según el padre franciscano Guardián de la Basílica, la visitan por término medio,
mil personas al día.
3. Delante del
altar de la gruta se lee: «Aquí el Verbo se hizo carne. Aquí oyó María el
anuncio del ángel. Aquí tuvo lugar el momento más trascendental de la Historia:
el «SÍ» de María que nos trajo la redención de la
Humanidad. Aquí le dijo el ángel que su Hijo, obra del Espíritu Santo,
heredaría el trono de David, su padre. Esta afirmación hay que entenderla con
toda precisión.
Según un trabajo del padre jesuita Sebastián Bartina, catedrático de Ciencias
Bíblicas, que ha publicado en la Revista de Estudios Josefinos, San José era el
heredero legal del rey David. Por ser descendiente directo, le correspondían
los derechos reales. La familia real de José fue a esconderse a Nazaret,
huyendo de Herodes, el usurpador del trono, que no era de raza judía, sino
idumeo. Al ser Jesús hijo legal de José, era Rey de Israel, no sólo
espiritualmente, sino también legalmente.
Providencialmente Pilatos mantuvo, contra el parecer de los fariseos, el
letrero de la cruz que decía: «Jesús Nazareno Rey
de los Judíos. Recordó que así lo había afirmado Jesús cuando él se lo
preguntó. Aunque le aclaró que su Reino no es de este mundo; pues vino, no a
reclamar la Corona de Israel, sino a ofrecernos a todos el Reino de los Cielos.
4. Sinagoga de Nazaret. En la sinagoga no había altar,
pues no era lugar de culto, como el Templo de Jerusalén. Tan sólo tenía un
armario con los textos de la Biblia para la oración en las asambleas de los
sábados. En la sinagoga de Nazaret afirmó Jesús que nadie es profeta en su
pueblo. Los judíos despechados quisieron despeñarle por un barranco, de
trescientos metros, sobre el valle de Esdrelón, pero no pudieron. Jesús los
electrizó con su mirada y pasó tranquilo entre ellos. No había llegado su hora.
5. Cafarnaún, a 4 Km de la desembocadura del Jordán en el
Mar de Galilea, en los tiempos de Jesús era una ciudad próspera y floreciente,
centro comercial de toda la comarca. Aquí era Mateo recaudador de impuestos.
Aquí se reunían para sus negocios mercaderes de toda la orilla del lago. Era un
sitio ideal para que Jesús difundiera su doctrina. Por eso lo escogió como
centro de sus actividades apostólicas durante más de dos años. Con razón puede
considerarse a Cafarnaún como su segunda patria chica. El Evangelio le llama «su» ciudad.
Cerca de Cafarnaún pasaba la Vía del Mar que desde tiempos remotos unía
Mesopotamia con Egipto. Los romanos la modernizaron. Se llamaba Vía del Mar
porque iba bordeando la costa mediterránea hasta lo que hoy es el Canal de
Suez. Tenía ramificaciones que iban a todas partes. Al ser centro de
comunicaciones era un buen lugar para que Jesús lo hiciera centro de sus
actividades apostólicas.
Jesús se alojó en la casa de San Pedro. En ella curó a la suegra de Pedro de un
fuerte ataque de fiebre. La fiebre era muy temida en la antigüedad, pues con
frecuencia era la anunciadora de la muerte. La fiebre alta podía ser indicio de
disentería, paludismo, etc.
La casa de Pedro estaba en la Calle Mayor de Cafarnaún, entre la sinagoga y la
orilla del lago, equidistante de una y otra cincuenta metros, y en la misma
acera de la sinagoga. Tenía un patio interior al que daban las habitaciones.
Había una que fue objeto de culto a través de los siglos. Probablemente la que
utilizó Jesús. Delante de la puerta de la casa hay una rotonda y una escalera
exterior a la casa por la que subieron a la azotea los que descolgaron al
paralítico delante de Jesús. Sobre los muros de la casa de Pedro, en el siglo
V, se edificó una basílica octagonal que ha proporcionado 131 inscripciones, en
varias lenguas, con invocaciones a Jesús y a Pedro. Fragmentos de platos
encontrados en viviendas contiguas llevan grabada la señal de la cruz. Bajo el
pavimento de la «Casa de Pedro» se han encontrado anzuelos de pescar.
6. Parece cierto que esta monumental sinagoga de Cafarnaún,
del siglo IV, fue edificada encima de la del tiempo de Jesús, construida por el
centurión romano que mandaba la guarnición que custodiaba el puerto y la
ciudad. Este centurión pronunció las palabras «Señor,
yo no soy digno de...” que la Iglesia repite en todas las misas antes de
la Sagrada Comunión.
La sinagoga del siglo IV se hizo con piedra blanca. La del siglo I, sobre la
que fue ésta construida, era de piedra basáltica de color negro. Las dos tienen
la misma estructura de tres naves. Posiblemente entre estas piedras alguna
conoció a Jesús. Él predicó repetidas veces en la sinagoga de Cafarnaún, pero
el gentío que acudía a escucharle no cabía en la sinagoga, y tenía que predicar
al aire libre, en la apacible orilla del Mar de Galilea.
En los días de Jesús, en Cafarnaún se fundía el vidrio. Toda una vajilla de
cristal, hasta catorce piezas, fue hallada en 1984 por los arqueólogos
franciscanos Corvo y Loffreda. Datada con seguridad como del siglo I, quizás se
utilizara en el banquete con que el publicano Mateo obsequió a Jesús.
7. El Mar de Galilea tiene una extensión de 21 por 12 Km
y 45 metros de profundidad. Está a 212 metros bajo el nivel del mar
Mediterráneo y su perímetro es de 60 Km. Es fácil a tormentas repentinas provocadas
por vientos furiosos que levantan olas violentas. Sus aguas cristalinas tienen
gran abundancia de peces.
El paisaje de sus orillas es encantador, lleno de flores y vegetación. Galilea
es una zona muy fértil. Las orillas del lago y sus mismas aguas fueron
escenario de numerosos episodios evangélicos, entre otros aquel en que encarga
a Pedro la responsabilidad de gobernar la Iglesia.
Fue en esta costa del Mar de Galilea donde Simón encontró la moneda en la boca
del pez, que ahora se denomina «pez de San Pedro. La
barca de Pedro llevó con frecuencia a Jesús. Los cuatro Evangelios la nombran
hasta 34 veces. Una y otra vez zarpó hasta la costa oriental con Jesús a bordo.
Sería semejante a la aparecida en 1986 en el Mar de Galilea conteniendo una
lámpara y una olla de nuestro siglo I. Sometida su madera a la prueba del
carbono-14, se ha confirmado que su antigüedad se remonta al siglo I. Su madera
es de árboles que se cortaron el año 40 antes de Cristo. Sus dimensiones son de
12 x 2,5 metros.
8. El Santuario de las Bienaventuranzas está situado en
una suave, verde y tranquila colina junto al Mar de Galilea, tiene forma
octogonal en memoria de las ocho Bienaventuranzas.
Las Bienaventuranzas son un programa desconcertante. Son la exaltación de los
valores que el mundo desprecia. Predica la pobreza a un mundo que busca la
riqueza; la mansedumbre a un mundo que practica la violencia; la persecución a
un mundo que ama el poder; la limpieza de corazón a un mundo que adora el sexo,
etc., etc.
Jesús quiere un «hombre nuevo» regido por
valores distintos a los del mundo, que comete injusticias en nombre de la
justicia; que pregona la libertad y se la niega a los que no piensan igual que
él; que denuncia en los demás, lo que se tolera a sí mismo; que habla de «servir» y se aprovecha de todo para sí mismo; que
reduce el amor al sexo egoísta. Cristo es la Verdad frente a la mentira, la
Virtud frente al egoísmo.
Si para algunos Cristo era solamente un Salvador de almas, otros lo quieren
reducir a un caudillo político o reformador social. Cristo es totalizador.
Quiere la virtud en los corazones y la rectitud en la sociedad. Cristo afirmó
que no bastan las exterioridades, Él quiere el sometimiento del entendimiento a
la verdad de su mensaje, y de la voluntad a sus normas morales.
La ciudad de Tiberíades da su nombre al Mar de Galilea. También se llama Lago
de Genesaret por su forma de tortuga. Tiberíades, fue fundada en honor del
emperador Tiberio por el tetrarca Herodes Antipas, el que asesinó a San Juan
Bautista y se burló de Jesús, era hijo de Herodes el Grande, el que mató a los
inocentes. Herodes Antipas hizo a Tiberíades capital de su tetrarquía.
Hoy es una ciudad moderna y uno de los lugares preferidos para el turismo
invernal en Israel. Es un lugar de excepcional hermosura, y ciudad santa para
los judíos. Aquí se han enterrado muchos judíos ilustres, entre ellos
Maimónides, gran filósofo y médico, que nació en Córdoba trece años antes que
fuera conquistada por los almohades y murió en El Cairo en 1204.
9. Caná, 7 Km. al norte de Nazaret, cuenta 10.000
habitantes de los que dos mil y pico son cristianos. La iglesia de la casa de
las bodas fue reconstruida en el siglo pasado. En la cripta del pequeño
santuario está señalado el sitio del banquete nupcial, y donde estuvieron las
tinajas con seiscientos litros de agua que Jesús convirtió en vino. Esta
sobreabundancia es signo de la generosidad con que Dios nos derrama sus dones.
La intercesión de María adelantó la hora de Jesús. La presencia de Jesús y
María en las bodas de Caná fue una bendición. Si ellos dos estuvieran presentes
en muchos hogares las cosas irían mejor. Las virtudes cristianas ayudan a la
felicidad también en esta vida.
10. 11. 12. 13. A 7 Km de Nazaret, está
el Monte Tabor, con sus ochocientos metros de altura sobre el Mar de Galilea.
Es un monte aislado, en la preciosa llanura de Esdrelón, con abundancia de
lirios, azucenas y amapolas, que fue testigo de importantes batallas en la
historia de Israel. En la cumbre hay una bella basílica a la que se sube por
una empinada, estrecha, serpenteante y peligrosa carretera.
En la Basílica, de 1924, cuyas artísticas cristaleras le dan una gran
luminosidad, todo evoca la Transfiguración del Señor. Cristo se llevó consigo
sus tres discípulos predilectos que testimoniaran el hecho, según la ley judía,
que exigía tres testigos. En este monte, el fulgor de la Divinidad de Jesús
resplandeció a través de su humanidad. No fue éste un milagro episódico. Sí fue
milagro permanente que la divinidad de Jesús estuviera oculta bajo la humanidad
a los ojos de los hombres.
Por Samaría
14. En Siquén está el pozo de Jacob. Lo cavó hace 3.700
años. Tiene 35 metros de profundidad con un agua limpia y fresca. Junto al
brocal de este pozo tuvo lugar el bello diálogo de Jesús con la Samaritana.
Aquí, por primera vez, afirmó Jesús claramente: "Yo
soy el Mesías". Es el lugar de Samaría que más visitan los
cristianos,
Por Judea
15. Ain Karén, está a 7 Km de Jerusalén, y a 150 Km de
Nazaret, en la ladera de un pequeño valle con praderas sembradas de frutales,
olivares y viñedos. Aquí vino María Santísima a visitar a su prima Santa Isabel
para ayudarla en el nacimiento de San Juan Bautista.
16. La iglesia de la Visitación recuerda el cántico del
Magníficat, legible en cuarenta y dos lenguas grabadas en cerámicas. Confirma
aquello de que «todas las generaciones me llamarán
Bienaventurada.
17. Belén está a 9 Km al sur de Jerusalén y a 700 metros
de altitud. El invierno en Belén es frío y lluvioso, por eso abundan las cuevas
utilizadas por los pastores como refugios para los ganados. En tiempos de Jesús
tendría unos mil habitantes. Hoy tiene más de 30.000. El 80% son
árabes-cristianos. Aquí la misa se dice en árabe. Belén existía 1400 años antes
de Cristo. Es el pueblo donde nació el rey David. Por eso vinieron José y María
a empadronarse a Belén, al pueblo de sus antepasados. A pie, y al paso de un
asnillo en el que iría montada María, próxima a dar a luz, el viaje duró tres o
cuatro días.
18. En la cueva donde los pastores hallaron al Niño envuelto
en pañales, el lugar exacto del Nacimiento está hoy señalado con una estrella
de plata procedente de España, fabricada en 1717, que lleva esta inscripción en
latín: «Aquí nació Jesús de la Virgen María.
19. La Basílica de la Natividad, construida por
Constantino, mide 60 metros de longitud por 30 de anchura. Cuatro filas de
columnas de piedra roja de seis metros de altura, la dividen en cinco naves.
Bajo el suelo de la nave central pueden observarse hermosos mosaicos de la
iglesia constantiniana. Bajo el presbiterio, en la gruta, una estrella señala
el lugar en el que vino al mundo el Salvador.
20. Una cueva próxima a la del Nacimiento, fue habitada
durante 34 años por el gran literato penitente y escriturista San Jerónimo.
Aquí San Jerónimo escribió la Biblia Vulgata, que es la traducción al latín
popular de los textos originales, hebreo, arameo y griego. En el jardín de la
basílica se encuentra esta estatua de San Jerónimo.
21. Seis kms. al este de Belén está la fortaleza del Herodium,
que Herodes el Grande construyó en el cráter de un volcán para enterramiento
suyo. De aquí saldrían los soldados de Herodes que en Belén y su comarca
degollaron a los niños menores de dos años. Los niños degollados en Belén
debieron ser entre veinte y treinta.
22. Jericó está en un fértil oasis de perfumadas huertas.
Emplazado a 16 Km de la desembocadura del río Jordán en el Mar Muerto. Este río
nace de cuatro fuentes alimentadas con las nieves perpetuas del Hermón, monte
de 3.000 metros de altura.
Une el Mar de Galilea con el Mar Muerto. En línea recta son cien kilómetros,
pero con sus revueltas el Jordán recorre trescientos. Herodes el Grande tenía
aquí su residencia de invierno y aquí murió. En Jericó residía la aristocracia
de Jerusalén. Tenía hipódromo, gimnasio, anfiteatro y numerosas villas con
jardines. Jericó es la ciudad más antigua de la Tierra. Los arqueólogos han
demostrado que aquí había vida urbana 7.000 años antes de Cristo, como se
deduce de las pruebas realizadas con el carbono-14 en las excavaciones de Miss
Kenyon en 1957. Se han descubierto diecisiete murallas superpuestas.
23. A un sicómoro
parecido a éste se subió Zaqueo, pequeño de estatura, para poder ver a Jesús,
que pasaba rodeado de gente. Por Jericó pasó Jesús varias veces en su ir y
venir de Galilea a Jerusalén. EI interés de Zaqueo por conocer a Jesús fue el
principio de su salvación.
24. El Mar Muerto tiene una extensión de 85 por 15 Km y
400 metros de profundidad. A 400 metros bajo el nivel del Mar Mediterráneo, es
el punto más bajo de la superficie terrestre. Aunque el Mar Muerto no tiene
salida, no sube el nivel debido a la evaporación.
El enorme calor llega a veces a los 500° centígrados. Cada año se evaporan aquí
2.000 millones de metros cúbicos de agua. A esto se debe su concentración
salina del 25%, mientras que la del Mediterráneo no llega al 4%. La excesiva
salinidad de estas aguas hace imposible la vida de plantas y peces, y resulta
peligroso el bañarse en ellas. No debe tragarse agua ni mojarse los ojos. Por
eso es preferible sólo flotar de espaldas, que es la posición más recomendada.
Los científicos israelíes estudian el modo de sacar energía eléctrica del Mar
Muerto.
25. Masada. Esta fortaleza con una extensión de 200 por
1.000 metros se yergue en el desierto de Judea, en la orilla occidental del Mar
Muerto. Aquí se construyó Herodes una espléndida mansión. Para los judíos es
símbolo de valentía y heroísmo. Fue el último reducto de la primera rebelión
judía contra la dominación romana. Sus paredes rocosas alcanzan 300 metros de
altura.
Flavio Silva la conquistó el año 73 de nuestra Era, después de asediarla con
10.000 hombres durante tres años. Para asaltarla tuvo que construir una
gigantesca rampa. De los mil judíos que allí había, sólo halló vivos a siete,
dos mujeres y cinco niños. Los demás prefirieron morir a rendirse. Así lo
cuenta el historiador Flavio Josefo en su libro “Antigüedades
de los judíos”.
26. Qumrán, 800 metros al oeste del Mar Muerto, suena en
el mundo por la comunidad de esenios, monjes contemporáneos de Jesús. Las
cuevas descubiertas casualmente en 1946 por un pastor beduino llamado Mohamed
Ed Dib, «El Lobo», han proporcionado
documentos interesantísimos. Se trata de una biblioteca ocultada por los
esenios, para salvarla de la destrucción, antes de abandonar el lugar al
ejército romano.
En once cuevas han aparecido 600 volúmenes de la biblioteca de los esenios. Los
pergaminos de estos manuscritos del Qumrán han proporcionado casi todos los
libros del Antiguo Testamento. Incluso parece que en la cueva séptima de las
once estudiadas, han aparecido fragmentos del Evangelio de Marcos, estudiados
por el padre jesuita español José O´Callaghan. En el «Santuario
del Libro», en Jerusalén, se expone el libro completo del Profeta
lacias. Fue el hallazgo cumbre de la cueva primera.
27. Se conservan muchas ruinas del monasterio esenio: conducciones para la traída del agua, cisternas
revocadas, silos, hornos, cementerio y establo, el comedor de la comunidad, y
el escritorio en el que copiaban los libros del Antiguo Testamento y componían
los propios. En este escritorio han aparecido hasta tinteros con la
tinta seca. Poseemos las profecías mesiánicas en textos escritos materialmente
siglos antes de Jesús.
28. El ascenso de Jericó a Jerusalén salva un desnivel de
más de mil metros y una distancia de 36 kms. a través del desierto de Judea, no
arenoso, sino calcáreo. Es como un mar ondulante de colinas erosionadas y
resecas. A mitad de camino entre Jericó y Jerusalén está la Posada del Buen
Samaritano.
29. En Betania,
a 3 Km de Jerusalén, solía Jesús aceptar la hospitalidad de los hermanos Marta,
María y Lázaro. Jesús resucitó a Lázaro cuatro días después de su muerte: cuando ya hedía. Fue éste uno de los milagros más
importantes que hizo Jesús para probar su divinidad, A la cámara sepulcral se
desciende por veinticuatro escalones resbaladizos, un vestíbulo mohoso, y un
túnel corto, enano y estrecho.
En Jerusalén
30. Jerusalén está a 800 metros sobre el nivel del mar, en
la cordillera que recorre Palestina de norte a sur. Como una espina dorsal.
Jerusalén es citada en la Biblia en tiempos de Abrahán bajo el nombre de Salén,
1900 años antes de Cristo. David establece en ella la capital de su reino de
Judá, 1000 años antes de Cristo. Pompeyo la conquistó para Roma el año 63 antes
de Cristo.
31. A la piscina de Siloé, de 4 por 16 metros, en la que
desemboca el túnel-canal de más de medio kilómetro perforado en la roca por
Ezequías 700 años antes de Cristo, remitió Jesús al ciego de nacimiento para
que se lavase del lodo con el que le había ungido los ojos. Esta piscina se
alimenta con las aguas que brotan de la fuente intermitente de Guijón.
32. En la piscina de Bethesda, llamada también la de «la
puerta de las ovejas» o «probática piscina» por
el nombre de oveja en griego, curó Jesús al que estaba paralítico desde hacía
38 años. Está alimentada por las aguas de una fuente intermitente, como la
piscina de Siloé.
La piscina de Bethesda se llamaba la de los cinco pórticos, por ser un
cuadrilátero de 120 por 60 metros, con corredores cubiertos en los cuatro lados
y otro transversal que la dividía en dos.
33. El templo de Santa Ana es uno de los templos más
hermosos construidos por los cruzados. Todo él es de piedra. Fue edificado
sobre la casa de Joaquín y Ana, cerca del templo. La cripta venera «según la tradición» el nacimiento de la Santísima
Virgen. Aquí tendría lugar la Concepción Inmaculada de María.
34. El templo de Jerusalén, construido por Salomón mil
años antes de Cristo, fue destruido por Nabucodonosor «rey
de Babilonia» el año 587 antes de Cristo. Los habitantes de Jerusalén
fueron entonces deportados a Babilonia. Reconstruido por Zorobabel al volver de
la cautividad, y engrandecido por Herodes, ardió en la toma de Jerusalén por
Tito el año 70 de nuestra Era.
Del templo de Herodes sólo quedan en pie los
murallones y la gran explanada. La parte superior de los muros está
reconstruida. Se nota que las piedras son más pequeñas. La base está 15 metros
por debajo del plano actual. Las destrucciones lo han rellenado de escombros
como demuestran las excavaciones. Ante el muro occidental los judíos oran y
lloran su historia. Por eso se le llama el «Muro de
las Lamentaciones.
35. En su explanada están hoy las mezquitas de El Aksa y la de
Omar, que es una joya arquitectónica, cuya cúpula dorada tiene 60 m. de
diámetro y 30 de altura. Se la llama también el Santuario de la Roca, pues
contiene el altar de los holocaustos del templo de Salomón, y la piedra sobre
la que Abrahán 1.900 años antes de Cristo iba a sacrificar a su hijo Isaac en
el Monte Moria, que es el nombre de esta.colina, una de las cinco sobre las que
está asentada Jerusalén. Los musulmanes creen que de esta piedra subió al cielo
Mahoma en un caballo blanco.
36. Getsemaní es uno de los lugares más devotos de la
cristiandad. Cuando nos sintamos solos, abandonados, traicionados, angustiados,
recordemos que aquí Jesús pasó por todo esto, y lo aceptó sobrenaturalmente.
Getsemaní significa «molino de aceite», lo
que hace pensar que el propietario de este huerto, amigo de Jesús, quizás la
familia de Marcos el evangelista, tuviera aquí un molino de aceite. Todavía se
conservan ocho olivos seculares. Dos de ellos tienen el tronco tan grueso que
para abrazarlo hacen falta seis personas en cadena. Algunos botánicos opinan
que pueden tener 3.000 años. Estos olivos pudieron ser testigos del beso de
Judas. Todos nos indignamos, y con razón, de este beso traidor. Pero quizás
nosotros hemos traicionado a Jesús por menos de treinta monedas.
En el presbiterio de la basílica hay una roca de 8 por 4 metros que la
tradición señala como el lugar del sudor de sangre. Sobre esta roca cayeron las
gotas de sangre del sudor de Cristo. Está rodeada por una artística guirnalda
de hierro forjado, en forma de corona de espinas. El sudor de sangre de Jesús
en Getsemaní tiene una doble causa. Primero, el espanto de los dolores físicos
de la Pasión que se le venía encima. Pero, además, el dolor moral de ver la
inutilidad de su Redención para muchos que la rechazarían para elegir el pecado
y la condenación eterna.
Esta basílica fue inaugurada el 15 de julio de 1924. Se llama de «Las naciones» por las dieciséis naciones que
donaron fondos para su construcción, cuyos escudos están en la fachada
principal del templo. Está edificada sobre la que construyeron los cruzados en
el siglo XII, y que a su vez se hizo sobre la primitiva bizantina. En el
interior aparece en el suelo, bajo un cristal, restos de un mosaico bizantino.
En la ladera del Monte de los Olivos existe una cueva donde, según la
tradición, enseñó Jesús el Padrenuestro a sus discípulos. Allí levantaron una
basílica Constantino y Elena, según cuenta Eusebio de Cesarea, el mejor
historiador de los primeros años del cristianismo. Desaparecida esta basílica,
hoy existe un convento de monjas carmelitas en cuyo claustro hay una colección
de azulejos en los que está escrito el Padrenuestro en sesenta idiomas.
37, 38 y 39. Conocemos
con exactitud dónde estuvo el palacio de Caifás. Se sitúa donde está el
actual templo de «San Pedro en el Canto del Gallo»,
en memoria de las tres negaciones de Pedro, por meterse en la tentación
en casa del Sumo Sacerdote. Fue construido en 1931. Aquí respondió Jesús a
Caifás que le preguntaba sobre su divinidad: «Tú lo
has dicho», que es un modo de hablar que significa: «Así es como tú dices.
Algunos quieren rebajar la divinidad de Cristo. Para ellos Jesús sería un
hombre «divinizado» en sentido afectivo, no
efectivo. Por eso en lugar de hablar de la divinidad «de» Cristo, prefieren
hablar de la presencia de la divinidad «en» Cristo.
Como si Cristo no fuera verdadero Dios, sino tan sólo un hombre en el que Dios
resplandeció de modo excepcional. Pero si leemos el Evangelio sin prejuicios,
como dice Greeley, está claro que Cristo se siente unido al Padre de un modo
excepcional y único. «Quien me ve a Mí ve al
Padre», pone San Juan en boca de Jesús. (Jn. 14:9).
Es más, Jesús se siente con autoridad para cambiar el Antiguo Testamento. Los
profetas de la antigüedad apoyaban sus palabras en la autoridad de Dios.
Decían: «Así habla el Señor. Jesús habla en nombre
propio y se atreve a corregir la ley mosaica, por considerarse superior a ella.
Habla por derecho propio: «Se dijo a los antiguos,
pero Yo os digo...”.
Junto a los restos del palacio de Caifás está la mazmorra donde encerraron a
Jesús después de prenderle en Getsemaní. La mazmorra donde estuvo Jesús está
totalmente excavada en la roca, y no tiene más entrada de luz que el agujero
circular de arriba, llamado «la boca del león», pues
muchos que entraban por ella no volvían a salir vivos. Por este orificio se
descolgaba con sogas al preso. La profundidad es de seis metros y el diámetro
en la base de cuatro. Quizás en esta mazmorra estuviera también encerrado algún
malhechor.
Probablemente habría excrementos humanos y restos de comida podrida. Y por
supuesto, un hedor insoportable, pues no había más ventilación que el agujero
de arriba. Actualmente hay investigadores, que siguiendo el calendario
litúrgico de Qumrán, afirman que la Última Cena fue el martes y no el jueves.
Así quedaría un tiempo más amplio para desarrollar los sucesos que ocurrieron
entre la Cena y el Calvario. En este caso, Jesús estuvo en esta mazmorra el
miércoles y el jueves. De hecho, según una antigua tradición, los cristianos al
principio celebraban la última cena el martes. Después, por razonas prácticas
litúrgicas se pasó al jueves. Hay una antigua tradición cristiana que señala el
martes como día de penitencia en memoria del día que prendieron a Jesús.
40. En el Pretorio se tuvo el interrogatorio del Procurador
Poncio Pilato, al final del cual entregó a Jesús a la muerte, después de haber
repetido varias veces que era inocente.
Aquí está el «Litóstrotos. Es el mismo suelo
que pisó Jesús y donde fue agotado. Es un patio enlosado formado por mil
setecientas losas grandes de piedra rojiza, que cubren más de dos mil metros
cuadrados del patio principal de la Torre Antonia, donde vivía Pilatos. Algunas
losas están grabadas con juegos de azar a base de dados, similares al actual de
la oca, que usaban los soldados. Con ellos se jugaban hasta la paga. El jugarse
la túnica de Jesús se debió a una costumbre habitual en ellos.
41. El trayecto del Vía Crucis es de setecientos metros,
pero se hacen larguísimos, sobre todo en algunos tramos muy empinados, y máxime
en el estado que se hallaba Jesús después de la flagelación y con el madero a
cuestas, que pesaba unos sesenta kilos. Probablemente Jesús cargó sólo con el
madero horizontal. El madero vertical estaba clavado en el lugar del
sacrificio. A su estado físico se unía el sufrimiento moral al encontrarse con
su Madre en la Cuarta Estación. Madre e Hijo se miraron: en ambos corazones
aumentó el dolor con el dolor del otro.
42. En el interior de la Basílica del Santo Sepulcro están
el Calvario y a cuarenta metros, la tumba de Jesús. El P. Vicent, famoso
arqueólogo palestinense, dice que «la autenticidad
del Calvario y del Santo Sepulcro está dotada de las mejores garantías de
certeza. El emperador Adriano erigió sobre el Gólgota un templo a Venus
para sustituir el culto cristiano por el pagano.
El Calvario es una protuberancia rocosa que se alza seis metros sobre el plano
de la entrada a la Basílica. A su aspecto de calavera se debe su nombre de
Calvario. Levantado aquí en la cruz, patíbulo propio de malhechores y esclavos,
pronunció Jesús sus Siete Palabras. Entre ellas aquella enigmática en que
rezando el salmo 21 se queja al Padre de su espantosa situación. Después «dando una voz, expiró.
Un soldado, con su lanza, le abrió el corazón. El corazón de Cristo quedó
abierto para siempre esperando nuestro amor. Así describe la crucifixión un
cirujano. Se trata del Dr. Barbet, Cirujano del Hospital de San José de París:
La crucifixión empieza. No será muy complicada. Los verdugos conocen su oficio.
Se comenzará desnudándole. El manto superior no presentará ninguna dificultad,
pero la túnica se ha adherido íntimamente a las llagas. Por así decirlo, se ha
pegado a todo su cuerpo, y este despojo es simplemente atroz, ¿Ha quitado Vd. una venda puesta inmediatamente a una
herida que se había secado? ¿Vd. mismo ha tenido que sufrir esta operación, que
en más de un caso exige anestesia? Entonces podrá entender algo de lo
ocurrido a Cristo.
Cada hilo de lana se ha hecho una cosa con la superficie desnuda y al
arrancarlo lleva consigo innumerables terminaciones nerviosas dejadas al aire
en la herida. Estos millares de «shocks» dolorosos
se aumentan y multiplican, aumentando cada uno la sensibilidad externa del
sistema nervioso.
No se trata de una lesión local, sino de casi toda la superficie del cuerpo, y
sobre todo, de su desgarrada espalda. Los verdugos, proceden rudamente. Pero, ¿cómo ese dolor agudo, atroz, no le produce un síncope? Los
verdugos miden. Una vuelta de taladro para abrir el agujero a los clavos, y la
horrible operación comienza. Uno de los ayudantes alcanza uno de los brazos con
la palma hacia arriba. El verdugo toma el clavo. Un largo clavo puntiagudo, que
en la parte cercana a la cabeza mide más de ocho milímetros. Lo apoya sobre la
muñeca, en la hendidura que él bien conoce. Un solo golpe de su grueso
martillo: el clavo ha entrado en la madera. Dos golpes más y quedará fijo
sólidamente.
Jesús no gritó, pero su rostro se contrajo horriblemente. Yo he visto en ese
instante su dedo pulgar, con un movimiento violento, nervioso, doblarse sobre
la palma: su nervio mediano había sido herido. Siento lo que Él ha debido
sufrir. Un dolor indecible, lacerante, que se ha desparramado por sus dedos, ha
corrido como una flecha de fuego hasta su hombro y ha estallado en el cerebro. El
dolor más intolerable a un hombre es el que proviene del corte de los grandes
núcleos nerviosos. Casi siempre trae consigo el síncope. Jesús no quiso perder
el conocimiento. ¡Si hubiera quedado cortado del
todo el nervio! Pero no. Sólo fue destruido en parte. La herida del
manojo de nervios está tocando el clavo. Vibrará a cada sacudida, a cada
movimiento, renovando el horrible dolor. Y eso durante tres horas.
Le extienden el otro brazo. Los mismos gestos se repiten. Los mismos dolores.
Pero esta vez -fíjese bien- Jesús ya sabe lo que le espera, lo acaba de
experimentar en la otra mano. El verdugo y su ayudante sostienen los extremos
del patíbulo y enderezan al condenado. Lo hacen retroceder, lo apoyan al poste
clavado en el suelo, desgarrando sus manos perforadas. Con un último esfuerzo,
a pulso, pues el poste no está muy alto, rápido porque pesa, enganchan con
certera maniobra el madero en lo alto del poste. En su cima dos clavos fijan el
título trilingüe: Jesús Nazareno, Rey de los Judíos.
El cuerpo colgado de los brazos que se extienden oblicuamente es algo
agobiante. Los hombros heridos por los latigazos y el peso de la cruz, han
raspado dolorosamente, el áspero madero. La nuca ha golpeado contra la cruz.
Las puntas afiladas del gran casquete de espinas, han desgarrado el cráneo más
profundamente aún. Su pobre cabeza cuelga hacia delante, pues el grosor de la
corona le impide reposar sobre el madero. Y cada vez que la endereza, renueva
sus punzadas.
El cuerpo pendiente no está sostenido nada más que por dos clavos hincados en
los dos carpos. Podría quedar así. El cuerpo no se inclinará adelante, pero la
costumbre es fijar también los pies. Todo se ejecuta con facilidad. Luego con
fuertes mazazos el clavo penetra en el madero.
Tiene sed. Hasta ahora no lo había manifestado. Ha rechazado la bebida calmante
preparada por las caritativas mujeres de Jerusalén. Su sufrimiento lo quiere
íntegro. Tiene sed. Pero sabe que la superará. Tiene sed. Nada ha comido ni
bebido desde ayer por la tarde. Y estamos al mediodía. Tiene sed. Lo
manifestará para cumplir las Escrituras. Un alma buena entre los soldados,
ocultando su compasión con una bufonada, mojando una esponja en su vino
acidulado, «acetum», dicen los evangelistas, se la presenta en el extremo de
una caña.
Su rostro pálido ha enrojecido poco a poco, ha pasado al púrpura, al violeta,
por fin al azul. Se asfixia. Sus pulmones repletos de aire no pueden vaciarse.
Su frente está cubierta de sudor. Sus ojos desorbitados bailan. ¡Qué horrible dolor debe martillar su cráneo! Va a
morir. Quizás sea mejor. ¿No ha sufrido ya
bastante? Pero aún no ha llegado su hora. Ni la sed, ni la hemorragia,
ni el dolor, acabarán con el Hombre-Dios. Morirá con estos síntomas, pero
morirá porque Él lo quiere.
¿Qué ocurre? Lentamente, con un esfuerzo
sobrehumano se ha apoyado sobre el clavo de los pies. Sí, sobre sus llagas, los
empeines y las rodillas se extienden poco a poco, y el cuerpo se alza despacito
aliviando la tensión de los brazos. ¿Para qué todo
ese esfuerzo? Cristo nos va a hablar:
-"Padre, perdónalos".
Oh, sí perdónanos a nosotros, sus verdugos. Pero su cuerpo nuevamente baja. La
tetanía empieza de nuevo. Y cada vez que habla (siete palabras conservamos), y
cada vez que quiere respirar, tiene que apoyarse nuevamente sobre el clavo de
los pies.
Por fin, han pasado las tres horas largas. Por fin. Jesús sigue luchando. De
cuando en cuando se yergue. Todos sus dolores, su sed, sus calambres, la
asfixia, y las vibraciones de sus dos nervios medianos, no le han arrancado ni un
solo gemido.
Luego, en un supremo esfuerzo para hacernos comprender que muere
voluntariamente, se endereza por última vez, y dando un grito exclama:
-"Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu".
Y murió cuando quiso.
En un último suspiro inclinó suavemente la cabeza. Su mentón se apoyó en su
esternón. La rigidez cadavérica se apoderó brutalmente de su cuerpo. Sus
piernas quedaron duras como el acero. La tierra tiembla. El cielo se eclipsa.
Y ahora, agradezcamos a Dios que nos ha dado ánimos para llegar hasta el fin,
no sin lágrimas. Todos estos dolores espantosos que hemos vivido con Él,
durante toda su vida los previó, los meditó, los quiso en su amor, para pagar
nuestras caídas. Se entregó porque quiso. Ha dirigido toda su Pasión sin
ahorrar ni un solo padecimiento, aceptando las consecuencias fisiológicas, pero
sin ser dominado por ellas. Murió cuando y como quiso.
Cuando un cirujano ha meditado los sufrimientos de la crucifixión, cuando ha
analizado los tiempos y las circunstancias fisiológicas, cuando se ha dedicado
a reconstruir metódicamente todas las etapas de ese martirio, de una noche y un
día, puede, mejor que el más elocuente de los predicadores, compadecer los
dolores de Cristo.
43. Datos arqueológicos garantizan dónde fue crucificado
Jesucristo. Un disco de plata indica el hueco de la cruz. Se puede meter
la mano para tocar la piedra. La muerte de Jesús rezuma aires de victoria. No
se trata del fin de un hombre, sino del comienzo de una esperanza. La
Resurrección ilumina a la muerte. Jesús muriendo en la cruz nos abre la
esperanza a la vida eterna.
44. Frente a la puerta de la Basílica del Santo Sepulcro hay
una losa. Se la llama «la piedra de la unción. Aquí fue depositado el cadáver
de Cristo para ser ungido con las cien libras (unos treinta kilos) de mirra y
áloe, que trajo Nicodemo.
45. El Santo Sepulcro consta de dos cámaras. A la tumba
de Jesús se accede por una pequeña antecámara de 3 x 3 metros; y a través de
una puerta de un metro de altura se pasa a la tumba propiamente dicha de 2 x 3
metros. Sobre el banco sepulcral tallado en la roca en el que estuvo el cadáver
de Jesús, se ha colocado una losa de mármol para protegerla.
46. En la tumba, Jesús fue envuelto en la Sábana Santa,
que hoy se venera en Turín. Estudiada científicamente, tiene todas las
garantías de autenticidad. En ella hay manchas de sangre humana estudiadas por
el Dr. Heller, de Estados Unidos, y por el Dr. Baima, italiano. El grupo
sanguíneo es AB. La imagen de Cristo está grabada a fuego, según los estudios
de los doctores en Ciencias Físicas, Jackson y Jumper, de la NASA americana.
47. El pañolón que le cubrió la cabeza en el traslado de
la cruz al sepulcro está en la Catedral de Oviedo. Un grupo de científicos
españoles ha estudiado las manchas de sangre de este pañolón, y han demostrado
que coinciden con las manchas de sangre de la cara de la Sábana Santa de Turín.
El estudio se ha hecho con todos los medios modernos de investigación:
microscopio electrónico, ordenadores, aparatos de luz infrarroja y ultravioleta, etc., etc.
El palinólogo suizo de la INTERPOL Max Frei,
estudiando el polen de este pañolón garantiza su itinerario: Jerusalén-Cartago-Toledo-Oviedo, distinto del de la
Sábana Santa de Turín, que llegó a Italia pasando por Francia, Constantinopla y
Edessa en Armenia.
48. El Cenáculo pertenece hoy a los judíos. Por eso ondea
en él la bandera de Israel con la estrella de David. El Cenáculo consta de dos
plantas. La planta inferior es hoy sinagoga. Contiene, en opinión de algunos,
la tumba de David. Los hombres deben entrar con la cabeza cubierta, al estilo
judío. Junto a ella está la Cámara de los Mártires dedicada a los millones de
judíos asesinados por los nazis.
En la sala superior de 14 x 9 metros y 6 de altura, se celebró la Última Cena,
y se apareció dos veces Jesús resucitado. Estas paredes oyeron el «Señor mío y
Dios mío» de Santo Tomás que fue un colosal acto de fe en la divinidad de
Jesús. Aquí nació la Iglesia el día de Pentecostés. Aquí se encendió la llama
del Espíritu Santo que iluminaría al mundo entero. Arqueólogos judíos han
confirmado que las paredes maestras son las mismas de entonces.
Desde 1524 hasta 1948, esta sala fue utilizada como mezquita. Es frecuente que
los mahometanos sitúen mezquitas en los sitios venerados por los cristianos.
49. Nos hemos sentido presentes al paso de Jesucristo por esta Tierra
Santa. Los que hemos tenido la suerte de haber pisado las piedras que
pisó Jesús, haber recorrido los caminos que Él recorrió, haber estado de pie en
el Calvario y de rodillas en Belén, hemos tenido una experiencia religiosa que
no olvidará nuestro corazón.
La fe sólida arraigada en los cimientos de una buena formación religiosa, queda
ahora iluminada por la luz espiritual recibida durante la contemplación del
marco geográfico de la Tierra de Jesús. El recuerdo de Tierra Santa permanecerá
imborrable en nuestro corazón, y será un aliciente para vivir siempre fieles al
mensaje que Él vino a traer a la Tierra.
Que Jesucristo, Luz del Mundo, sea el Faro que nos guíe
en esta vida para que nos encontremos con Él al pasar a la eternidad.
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