MÁS Y MÁS DIÓCESIS TIENEN YA SU EXORCISTA DIOCESANO, COMO PIDE EL PAPA
La nueva guía y ritual de exorcismos de 1999 ya está en manos del cardenal Medina Estévez.
Durante el pontificado del Papa
Francisco, el ministerio de exorcista ha crecido en difusión,
oficialidad y visibilidad. El
Papa ha hablado a menudo del demonio y ha pedido que
cada diócesis tenga al menos un exorcista designado.
Aunque hay muchas diócesis aún
reacias (o el obispo no está por el tema, o no encuentran a la persona
adecuada) se han multiplicado los nombramientos de exorcistas
diocesanos. La prensa regional y local a menudo se hace eco. En Cataluña, por ejemplo, todas o
casi todas las diócesis ya tienen su exorcista de referencia.
También se han multiplicado en
otros países: el exorcista de Indianápolis, Vincent
Lampert, comentaba que en
2005 conocía sólo una docena de exorcistas oficiales pero hoy considera que
debe haber más de 175 en EEUU.
En 2019 se celebró el Primer Congreso Iberoamericano
de Pastoral del Exorcismo, mostrando la necesidad de mayor coordinación
a nivel hispano. Y el tema también saltaba cada verano (antes de la pandemia)
cuando el Ateneo Regina Apostolorum de Roma organizaba su cursillo de una
semana para exorcistas y ayudantes.
Recientemente en La Vanguardia ha
escrito sobre ello, con buena pluma, Joaquín Luna, una de sus firmas de
prestigio.
EL EXORCISTA RETIRADO
DE BARCELONA
Luna empieza hablando con el
padre Juan José Gallego, que fue el exorcista oficial de Barcelona de 2007 a
2019. Ya retirado de este ministerio por motivos de
edad y salud, desde la residencia de los dominicos de Torrent
(Valencia) habla de los 400 o 500 casos que atendió.
“El perfil de los
poseídos suele ser el de personas psicológicamente débiles. No es
fácil distinguir entre poseídos y enfermos, eso te lo acaba dando la
experiencia”, explica el exorcista retirado.
"Un vecino de
mi calle en Barcelona -yo vivía en el número 10 de la calle Bailén- me pidió
ayuda porque su esposa hacía cosas raras como retorcerse por el suelo. Entendí
que era un caso real de persona poseída.
En un momento determinado del exorcismo,
la rocié con agua bendita… Empezó a dar grandes alaridos. ¿Qué te
pasa?, le pregunté. '¡Me está echando agua hirviendo, me quema!'", detalla Gallego.
Gallego explica que en los
exorcismos "no he tenido miedo pero sí me he
sentido amenazado. A veces estas personas dicen cosas íntimas o
secretas que uno se pregunta cómo las saben o las han conseguido.
Son espíritus puros, sin la condición del cuerpo. Algunas veces ganan, sí, y te
lo dan a entender", comenta
EL PÁRROCO DEL
EXORCISMO OCASIONAL
El periodista consulta también
con mosén Octavi, el párroco de San Gregorio Taumaturgo, una parroquia de zona acomodada en
Barcelona. No es exorcista pero cuenta un ejemplo personal de cómo un párroco
puede encontrarse con casos. En una peregrinación a Lourdes,
uno de los peregrinos empezó a convulsionarse. No era epilepsia,
asegura. Con la ayuda de otro sacerdote siguieron el rito del exorcismo.
Como novato en el tema, mosén
Octavi comenta sus sentimientos. “Te provoca cierta
angustia porque parece que todo puede ocurrir. Tampoco sabes cuándo va a acabar. Se me
hizo muy largo y agotador.
Lo curioso es que al día siguiente, la persona poseída apareció tan fresca y
descansada. ‘Menuda noche nos has dado’, le dije. Él estaba confortado y yo
agotado”, recuerda. No ha hecho más exorcismos, aunque matiza
que una vez acudió a bendecir el piso de un feligrés porque allí se había
producido un asesinato.
CADA VEZ HAY MÁS
AFECTADOS, Y MÁS EXORCISMOS
Pedro Barrajón, sacerdote
manchego afincado en Roma, gran impulsor del curso veraniego del Regina
Apostolorum sobre exorcismos y liberación, asegura que "nunca
ha habido tantos casos como ahora, precisamente cuando menos personas van a
misa o contraen sacramentos. Yo
lo atribuyo a un vacío espiritual”.
Otros exorcistas están de
acuerdo: si
cada vez hay menos gente bautizada,
comulgando y confesando, y más gente introduciéndose en prácticas de brujería,
adivinación, reiki y Nueva Era, invocando "fuerzas" o
"bendiciones" de origen poco recomendable, ven normal que aumente el
número de los que resultan tocados por la acción directo de demonios. Hay
exorcistas que son también capellanes de prisión, y ven relación con el mundo
de la droga, la violencia, el odio y la falta de perdón.
El párroco de Jerez de los Caballeros, que desde 2016 es el
exorcista de la diócesis de Mérida
(Extremadura), explicaba a la agencia Efe que
el exorcismo "es algo muy actual porque el demonio hoy está más
presente que nunca en el mundo, porque hay falta de fe". Señala la magia negra y la adivinación como cauces del mal: "La gente piensa que son tonterías y no son tan
tonterías, sino situaciones en las que uno puede recibir la posesión del demonio".
La experiencia de Barrajón, tras
muchos rituales, es que "el diablo en estas
personas se manifiesta atacando, insultando. Recuerdo un caso en el que le pregunté en
latín cuál era su nombre y me entendió. La mirada era la de otro ser.
No es un rito tranquilo, no”.
EL PRIMER EXORCISMO DEL
EXORCISTA DE VIC
El periodista de La Vanguardia consulta
también a Joan Prat, de 40 años, que hace menos de 3 que es el exorcista
oficial de la diócesis de Vic (además de párroco en Manresa y capellán de la
prisión de Lledoners). En marzo, también lo entrevistó TV3. Recuerda que la Iglesia evita el espectáculo y ofrece gratis este servicio.
Eso contrasta con los curanderos o sanadores que a las personas desesperadas “llegan a prometerles cosas imposibles y cobran cifras
considerables. Se mezclan muchas cosas”.
Mucha gente acude al exorcista ya muy dañada después de haber
gastado dinero, nervios y sensatez en curanderos, brujos y timadores.
Joan Prat cuenta cómo fue su
primer exorcismo. "Era una doctora. Emitía voces, reptaba. Me hice ayudar por otro sacerdote. Cuando empezamos con
las plegarias empezó a moverse como una serpiente, escupía, gritaba, emitía chillidos
guturales. Decía cosas intimidatorias".
Joan Prat es párroco en
Manresa, capellán de prisiones y exorcista de la diócesis de Vic
Fueron dos horas de ritual y
recuerda que le impresionó la expresión de la mujer. Usaron el ritual en latín
y en inglés, "un recurso habitual entre los
exorcistas para evitar aquellas lenguas conocidas por la víctima". Pasadas
las dos horas, la doctora empezó a calmarse y a actuar con normalidad. “De repente ves que el diablo se ha ido”, observa
el joven exorcista de Vic.
Prat comenta que en los espíritus
diabólicos ha observado "una maldad
burlona. Disfrutan ridiculizando y humillando a la persona". Es desagradable, pero no ha llegado a tener
miedo, añade.
EN EL CURSO VERANIEGO,
240 ASISTENTES
En 2019, el año anterior a la
pandemia, acudieron al curso de exorcismos del Ateneo Regina Apostolorum, la
universidad de los Legionarios de Cristo en Roma, unas 240 personas de 40
países. Muchos eran clérigos y sacerdotes, otros eran laicos ayudantes. Desde
2014 el Vaticano ha reconocido a la Asociación Internacional de Exorcistas, con
más de 400 miembros. Poco a poco, aprenden unos de otros.
En 2019, La Vanguardia consultaba
a uno de los sacerdotes catalanes que acudían al curso, Josep Serra Colomer,
canónigo de la catedral de Barcelona y director de la
residencia sacerdotal Sant Josep Oriol. Explicaba que en tres años había
atendido a unas 300 personas al respecto. “Sus situaciones eran a menudo muy complejas y variadas.
La Iglesia recomienda que antes de realizar un exorcismo se pida el
asesoramiento de psicólogos y otros expertos”, puntualizaba.
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