El Papa Francisco recordó en la Misa de la capilla
de la casa Santa Marta de este 9 de mayo, la conmemoración de Santa Luisa de
Marillac, viuda y cofundadora de las hijas de la Caridad de San Vicente de
Paúl.
Así lo indicó el Santo Padre al inicio de la Eucaristía matutina que
ofreció por las religiosas vicentinas quienes trabajan en el dispensario de
Santa Marta.
“Hoy la conmemoración de Santa Luisa de Marillac.
Rezamos por las religiosas vicentinas que llevan adelante este ambulatorio,
este hospital, desde hace casi 100 años, trabajan aquí en Santa Marta en este
hospital. El Señor bendiga a las religiosas”, afirmó el
Papa este sábado.
Sin embargo, no ha sido la primera vez que el Pontífice ha hecho referencia a estas
religiosas y a su labor apostólica en el interior de los muros vaticanos. El
pasado 25 de marzo, fiesta de la Anunciación del Señor, un pequeño grupo de
religiosas de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl participaron en la
Misa privada del Papa para renovar sus votos religiosos junto al resto de las
hermanas que viven en otras partes del mundo.
En aquella ocasión, el Papa ofreció
la Misa por la Congregación y recordó que han cuidado “siempre a los enfermos,
a los más pobres” y
añadió que ofrecía la Misa “por todas las
religiosas que están trabajando en este momento cuidando a los enfermos, y
también arriesgando la vida, y dando la vida”.
SANTA LUISA DE MARILLAC
Santa Luisa de Marillac fue una mujer decidida y valiente; inteligente y
perseverante, viuda, madre y cofundadora junto a San Vicente de Paul de las
Hijas de la Caridad.
Luisa de Marillac nació en París (Francia) en 1591. Hasta los 13 años
fue educada como una niña noble en el Monasterio Real de Saint Louis en Poissy.
Entre las religiosas se encontraba una tía suya quien le enseñó a leer,
escribir, pintar y le brindó una sólida formación humanística.
Durante su juventud frecuentó el convento de las hermanas capuchinas en
Fauborg y sintió inclinación hacia la vida religiosa. Sin embargo, su director
espiritual negó su entrada al convento porque la salud de Luisa era frágil. La
convenció de que optara por el matrimonio diciéndole que “Dios tenía otros planes para ella”.
En 1613, Luisa de Marillac se casó con Antonio Le Gras con quien tuvo un
hijo. Antonio cayó gravemente enfermo.
En 1616 conoció a San Vicente de Paul, quien se convirtió en su
confesor, aunque al inicio no quiso. Conforme San Vicente fue conociendo más
profundamente a Luisa se dio cuenta que ella era la persona que buscaba para
dirigir su obra. Cuando su esposo murió, ella comprendió que Dios le hacía un
llamado grande y especial.
En 1629, fue enviada para visitar "La
Caridad" de Montmirail y durante ese tiempo realizó otras visitas
misioneras. Madame Le Gras realizó estos viajes sin importarle los sacrificios
que debía hacer ni su salud.
En sus últimos años de vida debió reposar porque su enfermedad le
impidió movilizarse. Sin embargo, su alma estaba en paz y sintió que el trabajo
de su vida había sido maravillosamente bendecido. Nunca se quejó y decía que
estaba feliz de poder ofrecer este último sacrificio a Dios.
Antes de partir dejó este mensaje a sus hermanas espirituales: "Sed empeñosas en el servicio de los pobres...
amad a los pobres, honradlos, hijas mías, y honraréis al mismo Cristo".
Santa Luisa de Marillac murió el 15 de marzo de 1660; y San Vicente
la siguió al cielo seis meses después.
Fue canonizada en 1934 por el Papa Pio XI. En 1960 el Papa San Juan
XXIII la nombró patrona de los asistentes sociales.
POR MERCEDES DE LA
TORRE | ACI Prensa








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