Pilar
Adámez, monja oblata natural de Alange (Badajoz), superiora del monasterio Santa María de la Cinta
(Huelva), falleció por coronavirus el pasado 28 de abril en un hospital de Huelva. Tenía 80 años de edad y llevaba casi
60 años de clausura.
Antes
morir, envió un mensaje de móvil (SMS) que se ha difundido por las redes e
incluso fue comentado por el obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla, en su homilía del pasado
domingo en la catedral complutense.
«Jesús. Presiento mi última noche. Gracias mi
Dios por unirme tan profundamente
al dolor puro de tu entrega en Cruz», escribió
la religiosa en sus últimos momentos.
Una de
sus sobrinas, Concepción Cabezas, explicó a la agencia Efe que su tía era una
mujer «llena de ternura» y «de una gran sonrisa». «Nunca la vi seria. Siempre
detrás de la reja, animando y defendiendo la fe. El
hecho de que la gente se separara de Dios le dolía mucho y siempre intentaba dar
una palabra de aliento».
FUE
MADRE GENERAL Y FUNDÓ UN CONVENTO EN PERÚ
La madre
Pilar durante unos ocho años llegó a ser la Madre General de la congregación de
oblatas de Cristo Sacerdote. En esa época fundó un convento en Perú. En su día a día cotidiano como superior
también bordaba casullas para sacerdotes en su casa madre de Madrid.
Gracias a
esa tarea, relata Concepción, aprendió el manejo del correo
electrónico para gestionar los pedidos, una
herramienta digital con la que se comunicaba con su sobrina, al menos durante
cuaresma.
«Mi tía era, al principio, la tía lejana que estaba en un convento
metida, que no podías verla, pero cuando fui a Madrid a hablar con ella,
descubrí que lo raro de esta sociedad, estar entre rejas sin salir y dedicada
la mayor parte del tiempo a rezar, le hacía feliz», ha expuesto Concepción.
El obispo
Reig Pla en su homilía difundió otros mensajes que escribió esta religiosa en
sus últimos momentos.
"EL
SEÑOR NOS PUEDE PEDIR TODO"
«El Señor nos puede pedir todo, somos oblatas,
lo que Dios quiera, me ofrezco por los sacerdotes y por la Iglesia», expuso la
monja al ingresar ya enferma en el centro hospitalario el pasado 12 de abril,
Domingo de Resurrección.
Y también
escribió ella: «Yo me abandono a su voluntad y lo que él
quiera, si quiere llevarme, yo contenta».
Su
sobrina, casada y con un hijo, declara en Efe: «Es
un palo no poder despedirte de ella, pero más tranquila no se ha podido ir,
pudo recibir los sacramentos antes». Y añade:
«Murió
con la esperanza de que donde iba era mejor que estar en este mundo».
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