Este 18 de mayo el Papa Francisco celebró la Misa
por el centenario del nacimiento de San Juan Pablo II en la capilla de la tumba
del santo polaco, y que es una de las capillas laterales que se encuentran en
la Basílica de San Pedro.
A continuación la
homilía completa del Papa Francisco:
“El Señor ama a su pueblo”. Lo hemos cantado en el estribillo del canto entre las lecturas. Y esta
es una verdad. Al pueblo de Israel le gustaba repetir “el
Señor ama a su pueblo”, en los momentos más duros el Señor siempre ama y
hay que ver cómo se manifestará este amor. Cuando el Señor enviaba por medio de
este amor a un profeta, un hombre de Dios, la reacción del pueblo era “el Señor ha visitado a su pueblo”. Porque lo ama,
lo ha visitado y lo mismo decía la multitud que seguía a Jesús, viendo las
cosas que hacía Jesús decían: “El Señor ha visitado
su pueblo”.
Hoy nosotros aquí podemos decir: Hace 100
años el Señor visitó a su pueblo. Envió un hombre, lo preparó para hacer de
obispo y guiar la Iglesia.
Haciendo memoria de San Juan Pablo II retomamos esto: El Señor ama a su pueblo, el Señor visita su pueblo, ha
enviado un pastor.
¿Cuáles son los signos de buen pastor que podemos
encontrar en San Juan Pablo II? Tantos. Pero digamos sólo 3.
Dicen que los jesuitas siempre dicen la cosas de a tres. Así que digamos
tres: La oración, la cercanía al pueblo y el amor
por la justicia.
San Juan Pablo II era un hombre de Dios porque oraba y oraba tanto. ¿Cómo un hombre que tiene tanto trabajo para conducir a
la iglesia tenía tanto tiempo de oración? Él sabía bien que el primer
trabajo de un Obispo es la oración y esto no lo ha dicho el Vaticano II sino
San Pedro cuando crearon los diáconos dijo: y a
nosotros los obispo la oración y el anuncio de la Palabra, el primer trabajo
del obispo es orar y él lo sabía y lo hacía.
Modelo de obispo, aquel
que ora y es el primer trabajo.
Nos ha enseñado que cuando un obispo hace el examen de conciencia, en la
tarde debe preguntarse ¿cuántas horas he rezado hoy? Un
hombre de oración.
Segundo signo. Un
hombre de cercanía no era un hombre separado del pueblo, es más, andaba a
encontrase con el pueblo y por eso dio vuelta al mundo entero buscando a su
pueblo haciéndose cercano. La cercanía es uno de los signos de Dios con su
pueblo.
Recordemos que el Señor le dice al pueblo de Israel: “¿Qué pueblo ha tenido un Dios así de cercano como
conmigo?” Una cercanía de Dios con el pueblo que después se estrecha en
Jesús, se hace fuerte en Jesús. Un pastor es cercano al pueblo, de lo contrario
no es pastor es un jerarca, un administrador, quizás bueno, pero no es
pastor.
Cercanía con el pueblo San Juan Pablo II nos ha dado el ejemplo de esta
cercanía, cercano a los grandes y pequeños, a los cercanos y lejanos, pero él
siempre cercano, se hacía cercano.
Tercer rasgo. El amor
por la justicia completa, un hombre que quería la justicia social, la
justicia del pueblo, la justicia que tira fuera las guerras pero la justicia
completa, por eso San Juan Pablo II era el hombre de la misericordia, porque
justicia y misericordia van juntas. No se pueden distinguir. Justicia es
justicia. Misericordia es misericordia pero la una sin la otra no se encuentran
y hablando de la justicia y la misericordia pensemos cuánto hizo San Juan Pablo
II para que la gente entendiera la misericordia.
Pensemos cómo él empujó la devoción y promovió la devoción a Santa
Faustina, que ahora su memoria litúrgica será para toda la Iglesia. Él había
sentido que la justicia de Dios tenía este rostro de misericordia, es un don
que nos ha dejado.
La justicia misericordiosa y la misericordia justa. Oremos para que nos dé
a todos, especialmente a los pastores de la Iglesia, pero a todos, la gracia de
la oración, la gracia de la cercanía y la gracia de la justicia misericordiosa
y de la misericordia justa.
Redacción ACI Prensa
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