San Matías debió de
ser un discípulo de la primera hora.
Por: M. Miguéns Angueria | Fuente: PrimerosCristianos.com
Como se lee en los Hechos
de los apóstoles, después de la Ascensión, los discípulos de Jesús, guiados por
el Espíritu Santo, eligieron a Matías para que ocupara el puesto de Judas y
quedara completo el número de los Doce Apóstoles. Años después, según la
tradición, evangelizó Etiopía, donde sufrió martirio. Sus reliquias fueron
llevadas a Tréveris, ciudad de la que es patrono. Discípulo de Jesucristo que,
por la traición de Judas Iscariote (v.), entró, a la muerte de éste, a formar
parte del colegio apostólico.
NOMBRE Y ELECCIÓN
Su nombre significa regalo de Yahvé, lo mismo que el de Matatías (1 Mach 2,1) y Mateo (v.).
Todos ellos derivan de una dicción hebrea a la que se añade la forma apocopada
del nombre de Yahvé, resultando Mattityanu
(Matatías), que a su vez se abrevia de dos maneras: Mattay
(Mateo) y Mattiyctn (Matías). El entronque filológico y el significado
de los dos últimos nombres ocasionó confusión entre los varios individuos de
este nombre.
Aparece San Matías en el Nuevo Testamento cuando
entró en el grupo de los Doce (Act 1,21-26). Según los requisitos exigidos en
este texto San Matías debió de ser un discípulo de la primera hora y, en
términos generales, seguir, en compañía de los Doce, las incidencias de la vida
y ministerio de Jesús, de cuyos hechos y doctrinas debía dar testimonio; lo
cual da cierta verosimilitud a la noticia de Eusebio (Hist. Ecl., 1,12.3: PG
20,117) sobre la posibilidad de que San Matías fuese uno de los «Setenta» (Le 10,1). Tal vez fue testigo de la
Resurrección de Jesús, y pudo presenciar alguna aparición del mismo.
A la muerte de Jesús, y a los pocos días de la
Ascensión, S. Pedro reunido con la comunidad cristiana (unas 120 almas) en
Jerusalén explicó que, según estaba previsto en las Escrituras (Ps 69,26), uno
de los Apóstoles había prevaricado (Act 1,17.25), y que, según el Ps 109,8,
otro había de reemplazarle; por tanto, se imponía una elección. Se propusieron
dos nombres: «José, por sobrenombre Barsaba,
llamado Justo, y Matías». Se pronunció una oración dirigida al Señor
para que manifestase su voluntad acerca de elección del nuevo Apóstol, lo mismo
que antaño con la de los Doce primeros (Me 3,13-19, par.), y se dejó al
procedimiento de las suertes, corriente ya en el Antiguo Testamento (cfr. los
7,14.16; 14,2; lo 1,7), la manifestación de dicha voluntad. Ésta fue que la
vacante de Judas la cubriese San Matías.
¿Por qué «era necesario»
nombrar uno para el puesto de judas? Cuando
Santiago el Mayor (v.) murió hacia el a. 44 (Act 12,2) no se nombró otro en su
lugar, niS. Pablo (v.) fue nunca considerado su sustituto. Los «Doce Apóstoles» (v.) elegidos por Jesús lo son
para el presente y para el futuro, cuando «juzguen
(como nuevos «doce» patriarcas) las doce tribus de Israel» (Mt 19,28; Lc
22,31); y por su número ellos expresan una plenitud que, en este caso,
representa la plenitud del Pueblo de Dios.
Por la primera razón, Santiago al morir no dejó
ninguna vacante, no terminó su apostolado; mientras que la traición de Judas y
su muerte sin arrepentimiento eficaz fueron interpretadas como una deserción,
un «apartarse» (parabáinein; Act 1,25), un «dejar su lugar desierto» (Act 1,20); la necesidad
de un nuevo Apóstol nacía no de la muerte de Judas sino de su deserción. Por la
segunda razón, era necesario completar el número de «doce».
ACTIVIDAD DE SAN MATÍAS
Existen tradiciones, a veces contradictorias,
acerca del resto de su vida. Nicéforo Calixto (Hist. Ecl., 11,40: PG 145,865)
refiere lo siguiente: «Matías, que rellenó la
docena, atracó en Etiopía primeramente, y después… de haber llevado las multitudes
a Cristo, con ánimo valeroso, recibió la corona del martirio» (cfr.
Clemente de Alejandría, Stromata, IV,9.71: PG 8,1281). Otras leyendas se
encuentran en los Actos de Andrés y Matías.
Se le atribuyen tres escritos apócrifos: a) un Evangelio de Matías al
que se refiere Orígenes: «corre también el
evangelio según Tomás y el según Matías» (Hom. in Lucam, I: PG 13,1803).
Un testimonio de Eusebio (Híst. Ecl., 111,25.6: PG 28,269) alude al mismo y
algunos entienden que habla también de sus actos; b)
las Tradiciones de Matías, de las que Clemente Alejandrino cita tres sentencias
(Stromata, 11,9.45: PG 8,981; 4.26: PG 8,1132; VII,13.82: PG 9,513; cfr. ib.
IV,6.35: PG 8,1248 lo que se dice de Zaqueo o
«Matías»). Estos dos escritos tal vez proceden de la primera mitad del
s. II; c) Clemente de Alejandría (Stromata, VII,17.108: PG 9,552) e Hipólito
Romano (Refutación, VII,20.1: PG (Orígenes) 16 (3 parte) 3.302) hablan de «palabras secretas» que San Matías recibió del
Salvador y comunicó a Basílides y otros gnósticos del s. II.
La investigación no llega a establecer hasta qué
punto estos tres escritos son una sola o diversas obras, ni si es San Matías o
Mateo el «escritor» del Libro de Tomás con
sus «secretas palabras» proveniente de Nag
Hamadi (cfr. J. Doresse, Les livres secrétes des gnostiques d’Égypte, París
1958). En los Acta Apostolorum ApocrypÍta, 11,1,65-116, editados por M. Bonnet
en Leipzig 1891-98 (reimp. 1959), figura en griego Los Actos de Andrés y Matías
en el país de los antropófagos (¿obra del s. VI?)
Se dice que las reliquias de San Matías fueron,
por encargo de S. Elena, llevadas a Tréveris, ciudad de la que es Patrón, y
donde se venera su tumba en la abadía dedicada al Santo. También hay reliquias
en Roma (Santa María Mayor) y en Padua (Santa Justina). Es también Patrón de
los carniceros y de los arquitectos. En otros tiempos fue popular en diversas
zonas de Alernania. Su fiesta se celebra en la Iglesia latina el 14 de mayo; en
la griega, el 9 de agosto.
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