Hay un miedo
profundo en el corazón del hombre al Amor, porque no lo conocemos.
Por: Mitzy Espinosa de los Monteros Álvarez | Fuente: Catholic.net
Pocas veces hemos escuchado este término: ¿Miedo
al amor?; ¿Cómo puede ser eso posible?, si es lo que en todas
partes las personas buscan. La gente ahora está loca por encontrar el amor, por
qué afirmar, entonces, que se le tiene miedo.
La respuesta es sencilla: Si, hay un miedo profundo en el corazón del hombre al Amor, porque no lo
conocemos. Nuestra sociedad ha
relativizado tantos conceptos que ahora esas mentiras nos las creemos. ¿Qué es el amor? ¿Quién con certeza me puede decir que se
siente?
Y ahí están, miles de ideas giran en nuestra cabeza: el amor se siente
como “mariposas en el estómago”, se siente “bien”, “es cuando no te concentras”: dirían
algunos adolescentes enamorados; hay una canción: “El
amor” de Tito el Bambino, que nos ayudaría a resolver esta pregunta.
Pero no, todo eso apenas se le acerca a la experiencia del Amor.
Como no tener una idea tan pobre si eso es lo que se nos vende en
la película, en el libro de moda, la serie y ahora hasta la vox populi.
¿Quién te habla de un amor de entrega, de
paciencia, de fortaleza?, ¿Quién te habla del amor que no se siente?, ¿Quién?. Eso, todo eso que acabo de
mencionar, son palabras sin sentido para muchos. Nuestro intelecto no lo
alcanza a procesar; “la cosa” con la "realidad
subjetiva" no se adecuan y por tanto pareciera una
locura lo que digo, sin embargo, aunque no nos demos cuenta nuestro corazón busca más, y eso es
porque lo que tenemos no es suficiente, porque la vocación natural del hombre
es el Amor a plenitud.
En oración lo entendí, y con el ir de los días, en la experiencia de la
vida lo reafirmé: nos da miedo amar.
No nos creemos dignos de
recibir Amor; muestras
de afecto si, esas aumentan nuestro ego; pero Amor, no. Y digo yo: si no puedo recibirlo, mucho menos puedo darlo.
A los pies de la Cruz esto se
entiende; cuantas
veces hemos escuchado: Dios te ama, murió por ti,
ahora piensa cuantas veces te la has creído.
¿Cómo? Aquel del “que nada escapa su mirada”,
aquel que hizo la creación: cada animal, cada flor, cada piedra, cada detalle;
la respuesta ante eso es “Ajá, si me ama”.
Ante nuestros ojos, nos vemos tan insignificantes que no lo creemos. Así que lo
generalizamos: “Si, bueno, nos ama a todos, murió
por todos”.
¿Por qué no personalizamos ese Amor? Porque resulta entonces
amenazador, nos pone vulnerables, y en una sociedad donde la fuerza y el poder
son lo que debes conservar, es imposible.
Que miedo, entonces creer que
murió por mí, si, solo por mi; claro hay más personas, pero en su mente
estaba yo, y si yo fuera el único en la tierra, el bajaría y sufriría lo mismo
por mí solo.
Que incómodo pensar que cada
cosa que hago, que digo, que me hacen, le afecta a Él, se lo están haciendo a
Él; que cuando yo lloro, Él llora, que si reprobé un examen, o no fue un
buen día de trabajo, o simplemente “se quemó el
arroz” - algo que a los demás les parece insignificante - para Él , es
el mayor problema que hay que resolver, porque Él te creó y sabe cómo eso
afecta tu corazón.
Demasiado fuerte saber que eso es Amor, que indignos nos podemos sentir
de que las cosas sean así. Por eso finjo que no es, por eso lo verbalizó, lo
racionalizó.
Por que si me diera cuenta que en realidad es así, día a día,
minuto a minuto, me exigiría, como un deseo natural del corazón regresar algo a
Él. Pero lo que recibo no se ve, no se oye y la mayoría de las veces no se
siente. Y donde vivo, el mundo, exige comprobar con los sentidos lo
que está sucediendo. No se comprueba, no existe; y regresar algo de lo que me
han dado pero no se palpa se convierte entonces en una mera perdida de
tiempo.
¡QUE MIEDO AL AMOR,
QUE MIEDO A AMAR Y A SER AMADOS!
Y luego en la experiencia del día a día, con los cachitos de pistas que
tenemos sobre el amor, incluso ahí se nos nota el miedo que hay a
Amar.
No me reconozco digno, mucho
menos puedo reconocer digno al otro. No lo veo, no lo escucho, no conecto; solo estoy ahí tratando de
encontrar en mi mismo como llenarme. ¿Qué me
falta?, como reinventarme para mí, para mi propio progreso. Y entonces,
puedo ser una mejor versión de mí mismo, pero no cambia las cosas, porque
no lo comparto.
La idea de “amor” que nos venden,
viene producida, con el regreso de todo cuanto se da. Si no aseguro que lo
mismo o más regresará a mí, entonces no es buena “inversión”
Desde luego, en la sociedad encuentras mil conversaciones en diferentes
lugares y de diferentes personas, hablando lo mismo: “le
dejé de hablar porque me traicionó”, “la dejé de buscar porque no me
buscó”, “yo, ¿por qué me tengo que acercar? si él fue el que me ofendió”,
empalmadas con acciones que se nos hacen tan obvias, como no ver al de a
lado y mantener multiconversaciones: la presencial y las que tenemos en línea.
No saber quién barrió la calle el día de hoy, quién y por que está
pidiendo limosna afuera de nuestro edificio.
Sólo sí es importante “para mí”, sí me habla a mí, sí trae un beneficio para mi, sólo así es cuando decidimos voltear a ver al otro; Si no me afecta a mi (positivo o negativo), sí su fin no es que yo sea el centro, no le doy interés.
¡Qué miedo al
compromiso!,
y no me
refiero solo al de las parejas que se divorcian o viven en unión libre:
no, al compromiso de ver al otro. ¿Qué
vacío tendremos, qué anhelo del corazón no estaremos escuchando, que nos da
miedo dar si no tenemos la certeza que lo recibiremos de regreso?
El ser humano es más humano,
más persona cuando da, porque su corazón esta desbordado de gracias, virtudes y dones que el
otro no tiene, ¿Cómo puede alguien tan diferente a
mi darme lo mismo que yo doy? Ilógico ¿no?,
sin embargo esperamos que sea así.
Actualmente las personas han perdido parte de su humanidad: el
desempleo, la pobreza, la falta de escucha, los vicios; nos han rebajado la
dignidad de SER humano.
Ves en la ciudad gente que camina como si no supiera a donde va o donde
está, porque realmente no sabe. Ves personas que gastan la mitad de su día
buscando que cada paso que den les traiga un beneficio aunque ni siquiera estén
felices, y entonces ves estrés, ves agobio, ves depresión ves suicidios; ¿Ves? o tu tampoco lo alcanzas a ver.
Y qué, si hoy saludas a la de la oficina, si, la que sepas que es mas
voluble, que tal si hoy no evades en tu caminar al vagabundo, o si al que
pide limosna en lugar de aventarle una moneda le avientas una mirada, una que
en el silencio le recuerde que es igual a ti y que tiene todo el potencial para
salir de donde está.
Que tal si hoy le hablas a quien ha hablado mal de ti, al que te ha roto
el corazón por levantarte falsos: no le reclamas no
lo hieres, solo con un abrazo le expresas tu arrepentimiento, ¿Arrepentirte,
tu?, si a ti fue al que ofendieron: pues sí. Pide disculpas
tu, por no haber visto antes que sufría, por no ayudarle a pelear en su batalla
diaria, por no darte cuenta que sea lo que sea que haya dicho o hecho, lo hizo
sin conciencia, porque si hubiera sabido que te rompería, que te cambiaría el
esquema de tú vida, no lo hubiera hecho. Pídele perdón, por no reconocer el AMOR: si ese que acoge y que abraza.
Pídele perdón por que bajo la influencia de sea lo que sea que nos
venden los medios, sobre querer y amar, una vez que te dio lo malo que tenia en
su ser, fuiste egoísta y se lo regresaste y lo juzgaste, como si nunca tu
hubieras hecho algo similar, en lugar de abrazarlo y cargarlo con él, porque él
ya no podía.
Quizá nadie te va a regresar nada, de eso se trata, te aseguro que si
vas enojado y te pausas a ti mismo un momento, y te das al otro, no se dará
cuenta y no, quizás, no te sentirás mejor, quizás seguirás enojado,
triste, cansado.
Pero eso es el amor, dar y
dar y así hasta que ya no tengas y buscar entonces más para seguir dando.
Sin nada a cambio, sin sentimientos, sin risas todo el tiempo. Pero con la
certeza que no es por ti es por, para y con el otro.
QUE ILÓGICO SUENA
AMAR.
Pídete perdón por todas las veces que has buscado desmesuradamente, y
has rogado y te has humillado por tener en un momento, algo que parecía te
llenaría y no, cuando la respuesta siempre estuvo en el deseo más profundo de
tu corazón.
Voltea a ver la Cruz, y
créetela: ese amor si existe, y si bien quien lo da es verdadero
Dios, recuerda que también es verdadero hombre.
Murió por ti, esta ahí, porque
te lo mereces, y aún cuando sientas que ya no puedes ser peor, más grande será
su amor.
SI TE SIENTES AMADO, DEL CORAZÓN FLUYE EL AMOR.
No ignores que el amor, es la
Cruz del hombre, que le da el paso a la eternidad. Ese es el amor más intenso
jamás contando, el más puro, en el cual no encuentras decepción.
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