El 1 de mayo la Iglesia celebra la Fiesta de San
José Obrero, patrono de los trabajadores, fecha que coincide con el Día Mundial
del Trabajo. Esta celebración litúrgica fue instituida en 1955 por el Siervo de
Dios, Papa Pío XII, ante un grupo de obreros reunidos en la Plaza de San Pedro
en el Vaticano.
El Santo Padre pidió en esa oportunidad que “el
humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia
la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de vosotros y de
vuestras familias”.
Pío XII quiso que el Santo Custodio de la Sagrada Familia,
“sea para todos los obreros del mundo, especial
protector ante Dios, y escudo para tutela y defensa en las penalidades y en los
riesgos del trabajo”.
Por su parte, San Juan Pablo II en su encíclica a los trabajadores “Laborem exercens” destacó que “mediante
el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las
propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más,
en un cierto sentido ‘se hace más hombre’”.
Posteriormente, en el Jubileo de los Trabajadores en el 2000, el Papa de la Familia
dijo: “Queridos trabajadores, empresarios,
cooperadores, agentes financieros y comerciantes, unid vuestros brazos, vuestra
mente y vuestro corazón para contribuir a construir una sociedad que respete al
hombre y su trabajo”.
“El hombre vale más por lo que es que por lo que
tiene. Cuanto se realiza al servicio de una justicia mayor, de una fraternidad
más vasta y de un orden más humano en las relaciones sociales, cuenta más que
cualquier tipo de progreso en el campo técnico”, añadió”.
Redacción ACI
Prensa
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