La verdadera
devoción a María, no se queda en Ella, sino nos conduce hacia Dios.
Por: Alejandra María Sosa | Fuente: Ediciones72.com
Luego de haber realizado más de setenta mil exorcismos, el padre
Gabrielle Amorth, fundador y presidente honorario de la Asociación
Internacional de Exorcistas, exorcista oficial en Roma, afirma que el demonio
le tiene odio feroz a la Virgen María.
El obispo de Nigeria declaró que Jesucristo le dejó ver que el rezo del
Santo Rosario es un instrumento poderosísimo para terminar con la violencia de
Boko Haram, un grupo islámico radical y sanguinario que se ha dedicado a
perseguir, secuestrar, torturar, aterrorizar y asesinar miles y miles de
cristianos de ése y otros países.
Scott Hahn, ex presbiteriano convertido al catolicismo, prolífico autor
y actual profesor de teología en una universidad católica en EUA, cuenta que
empezar a rezar el Rosario marcó una gran diferencia en su vida y lo ayudó en
su conversión.
Tres testimonios muy distintos y una misma conclusión: A la Virgen María Dios le ha concedido un poder muy
especial, capaz de vencer al demonio y de convertir los corazones. Los
católicos lo sabemos y por ello nos acogemos confiados a su guía y protección.
Pero hay muchas personas que no lo saben, y lamentablemente se pierden de su
maternal intercesión.
Por eso, y aprovechando que vamos a iniciar el mes de mayo, mes
tradicionalmente mariano, vale la pena recordar al menos siete razones de
nuestra devoción a María.
1.- MARÍA ES MADRE
DE JESUCRISTO.
Lo dice en la Biblia (ver Mt 1,16.18;2,11; Lc 1, 42-43).
2.- MARÍA VIVE EN EL
CIELO, AL LADO DE SU HIJO.
Los católicos creemos que fue asunta al cielo en cuerpo y alma, pero
para quienes no aceptan lo que no está en la Biblia (aunque la propia Biblia no
pide eso), hay un argumento bíblico: Jesús afirma que “para
Dios todos viven, porque no es un Dios de muertos sino de vivos” (Lc
20,38), así que María está viva y en el cielo.
3.- MARÍA NOS
COMPRENDE Y NOS AYUDA.
Como ser humano, como mujer, nos comprende perfectamente. Y los
Evangelios la muestran siempre atenta a las necesidades de los demás y siempre
dispuesta a ayudar: por ej: en cuanto se entera de
que su anciana prima está embarazada, va presurosa a apoyarla (ver Lc 1,
36.39-40), y en cuanto se da cuenta de que en cierta boda faltaba el vino,
avisó a Jesús (ver Jn 2,3).
4.- MARÍA ES NUESTRA
MADRE.
Desde la cruz, Jesús encomendó a María al discípulo amado (ver 19,
25-27), y en él, a todos nosotros.
5.- MARÍA INTERCEDE
POR NOSOTROS.
No acudimos a Ella como si fuera diosa, nuestra devoción no es
idolatría. Le pedimos, como en el Avemaría que ‘ruegue
por nosotros’, a ¿quién? a Dios.
En revelaciones y apariciones como la de la Virgen de Guadalupe, María
nos ha declarado su amor maternal y ofrecido su intercesión. En la Biblia dice
que “hay un solo mediador entre Dios y los hombres:
Cristo Jesús” (1 Tim 2,5), pero ello no quita que María pueda interceder
por nosotros ante su Hijo, al igual que tú o yo podemos orar por otros, como
pide la Biblia (ver St 5, 16; 1Tim 2,1)
6.- MARÍA OBTIENE DE
JESÚS CUANTO LE PIDE.
En el Antiguo Testamento vemos que la mujer más poderosa de un reino no
era la esposa del rey (solían tener muchas), sino su madre (ver, por ej: 1Re
1). En el Evangelio vemos que también María, Madre del Rey, tiene el poder de
obtener de su Hijo lo que le pide. En la boda de Caná, Jesús acepta intervenir,
sólo porque Su Madre se lo pidió (ver Jn 2,6-11).
Hay quien dice que Jesús no tenía consideración a María porque en dos
ocasiones la llamó ‘mujer’ en lugar de ‘mamá’, a lo que cabe responder que, como judío,
Jesús sin duda cumplió el mandamiento de honrar al padre y a la madre (ver Ex
20,12). Llamar a María ‘mujer’ no era señal
de desprecio, todo lo contrario, era encumbrarla a una posición universal,
expresar que Ella es la nueva Eva, y que si por una mujer, Eva, nos vino el
pecado y la muerte, por otra ‘mujer’, María,
nos viene la redención, por medio de su Hijo.
7.- MARÍA NOS LLEVA
HACIA DIOS.
La verdadera devoción a María, no se queda en Ella, sino nos conduce
hacia Dios. María no quiere nada para sí, Ella nos presenta a Jesús y siempre
nos pide: “hagan lo que Él les diga” (Jn
2,5). Acercarnos a Ella es acercarnos a Él, amarla para amarlo a Él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario