«Doctor, haga lo que sea para sacarme de
aquí»
El doctor Rojas considera la pornografía «una
epidemia mundial» que «arruina vidas».
La Tercera
de ABC, una de las más influyentes tribunas
periodísticas españolas, acogió este viernes un artículo del psiquiatra Enrique
Rojas en el que denuncia que la adicción a la pornografía es "una epidemia mundial" que "arruina vidas, matrimonios, familias",
una desgracia que cae sobre "gente atrapada en
estas redes de este drama oculto y enmascarado".
Enrique
Rojas, de 72 años, es catedrático de
Psiquiatría de la Universidad de Extremadura, director del Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas y
presidente de la Fundación Rojas-Estapé para el tratamiento de los trastornos
de la personalidad en personas con pocos recursos económicos. Sus trabajos
de investigación se centran en el
ámbito de la depresión, la ansiedad y los trastornos de la personalidad,
junto a obras de inspiración humanista
para la vida personal y familiar. Es autor de numerosos bestsellers,
entre ellos Remedios para el desamor, Guía
práctica contra la depresión, El hombre light. La importancia de una vida con
valores, Vive tu vida y 5 consejos
para potenciar la inteligencia.
En su
análisis del problema personal que supone la adicción a la pornografía, el
doctor Rojas destaca el "binomio" que
forma con la masturbación y el
hecho de que "a la larga incapacita para tener una relación de pareja
sana, positiva, madura", por lo cual "juega un papel importante en el 70% de los divorcios" y es
responsable en buena parte de la proliferación de "manadas" de jóvenes que
agreden sexualmente.
Por su
interés, reproducimos el artículo en su integridad.
LA
ADICCIÓN A LA PORNOGRAFÍA
Más del 80 por ciento de los jóvenes del mundo civilizado ven pornografía casi a
diario. Son muchos los estudios
estadísticos al respecto, realizados desde diversos ángulos, los que nos ponen
frente a esta realidad. Los jóvenes que vienen a nuestra consulta me comentan
esto como de pasada y otros vienen a consultarnos por este asunto, que no
pueden decírselo a nadie, porque el tema descalifica, es inconfesable.
Veo hace
unos días a un chico de veinte años, que me lo envía su madre, lectora de mis
libros, y me dice que no sabe bien lo que le pasa, que cree que es ansiedad o
una especie de obsesión… Se trata de un estudiante universitario, que me dice
literalmente lo siguiente: «Doctor, todo lo que le voy a contar es súper secreto
profesional, pues mi madre no sabe nada de esto: desde
hace unos tres años soy adicto a la pornografía. Es a diario, y los fines de
semana paso muchas horas con esto… al principio pensé que era una cosa normal,
casi todos mis amigos ven pornografía, pero un rato a la semana, lo mío es
terrible… yo estoy mal, ayúdeme, haga lo que sea para sacarme de aquí». Este
relato deja bien a las claras lo que le sucede a esta persona.
Me dice
una persona de mi equipo en la consulta, psiquiatra en torno a los treinta
años: doctor Rojas, tú cometes un error cuando a la gente joven que viene a
nuestra consulta, por el motivo que sea, le preguntas: ¿tú
ves pornografía? El asunto hay que formularlo de otro modo: ¿tú cuánta pornografía ves? Porque casi todos la
ven, por no decir todos. La pornografía fue aprobada en 1973 en Estados Unidos.
Desde esa fecha su expansión como negocio ha sido exponencial. Hoy es una lacra terrible que tiene una enorme
influencia no solo en los jóvenes, sino también en los adultos.
La
pornografía consiste en la presentación de imágenes sexuales directas,
explícitas, que invitan al consumo de sexo. Es el deseo sexual sin amor. Un
zoco, un mercado persa donde uno elige lo que quiere. Dicen los que saben que
en torno al 50% de internet es pornografía. Una oferta sin límites. Las
revistas tradicionalmente eróticas o claramente pornográficas han caído en sus
ventas, porque conseguir hoy sexo por otros medios es muy fácil. Muchos jóvenes
lo llevan en una aplicación en su móvil.
¿Por qué es mala la pornografía? Porque
degrada al ser humano, lo rebaja, lo convierte en alguien que solo ve en la
mujer la posibilidad de tener algún tipo de contacto sexual, desdibujándose
otras muchas posibilidades en la relación hombre-mujer. La pornografía es una mentira sobre el sexo. Es maestra en ofrecer una
imagen de la sexualidad utópica, irreal, delirante, absurda… y que se convierte
en una obsesión de distintos grados, según el nivel de consumo que esa
persona tenga. Voy a verlo en dos planos distintos:
LA
PORNOGRAFÍA EN EL JOVEN. Es
natural que a un adolescente que está descubriendo su sexualidad le interesen
todos estos temas. Y que sepa encajarlos en su persona. Hoy, para muchos, la
educación sexual la hace la pornografía; así de claro. Y esto lo sé bien como
psiquiatra, porque muchos jóvenes me lo explican… a veces les cuesta
reconocerlo, pero al final lo cuentan con nitidez. Pornografía y masturbación forman un binomio. Es el sexo con uno
mismo viendo escenas de este tipo o tirando del archivo de imágenes que se
almacenan en la memoria. Se busca sexo rápido, inmediato, sobre la marcha… que a la larga incapacita para tener una relación
de pareja sana, positiva, madura.
Nadie dice
que ve pornografía. Los jóvenes sí lo hacen entre ellos y lo comentan con
cierta naturalidad. Me decía uno: «Todos estamos en
eso, hoy es lo más normal». Y eso conduce a lo que pasa hoy con alguna
frecuencia: un sexo desvinculado, de
usar y tirar, relaciones íntimas con alguien que pasa cerca y poco más. Placer
sin alegría. Gozo sin felicidad. La esclavitud parece libertad. Es un
espejismo.
Hoy
sabemos por investigaciones recientes que la adicción a la pornografía es más
grave que la de la cocaína, pues afecta a circuitos cerebrales concretos, en
donde una sustancia llamada dopamina asoma, y, después de un tiempo sin ver ese
tipo de imágenes, uno se ve empujado a buscarlas, es como un imán que arrastra
en esa dirección. Millones de
adolescentes atrapados en esto, desde los 12-14 años sin que sus padres se
enteren, lo que cambia su visión de la mujer, de la sexualidad y del amor.
LA
PORNOGRAFÍA EN EL ADULTO.
Sorprende bastante saber que
muchas personas entre cuarenta y sesenta años la ven con bastante frecuencia.
Quizá no lleguen a la adicción en sentido estricto, sino que algunas veces a la
semana o en horas muertas, la buscan, pasan unas horas entretenidos con este
material. El problema es que este tipo de personas, cuando tienen relaciones
íntimas con su pareja, le piden «cosas especiales» que han visto escenificadas
y la sexualidad deja de ser un acto que empieza por la ternura, por la
delicadeza, por una afectividad suave y que termina en el acto sexual… y todo es rápido, brusco, sin liturgia y con
peticiones muchas veces degradantes… y la mujer no siente placer y por tanto se
retrae de tenerlas y se produce un mecanismo de feed-back, que puede llevar a que esa pareja
entre en una cierta crisis conyugal. Una mujer por ese camino termina siendo
frígida, porque el hombre no sabe hacer las cosas bien.
La
adicción a la pornografía con más o menos intensidad y frecuencia se ha
convertido en una epidemia mundial. En las
últimas semanas se han descubierto en algunos países de la Unión Europea una
red de pornografía infantil y otra homosexual, de enormes proporciones. La pornografía arruina vidas,
matrimonios, familias, gente atrapada en estas redes de este drama oculto y
enmascarado. Dos libros recientes nos abren los ojos: uno de Peter Kleponis, psicólogo americano,
titulado Pornografía: comprender y afrontar el problema,
muy bien estructurado y con mucha documentación estadística. Y otro, de Tokumura, en donde analiza el tema en
las redes: La pornografía online,
que nos da una visión panorámica.
Hay un
gran negocio detrás de todo esto… que destruye a la persona y la convierte en
esclava.
Millones de niños, adolescentes y también adultos, enganchados en esto, que cambia la óptica sobre la mujer, el amor, las
relaciones íntimas y el verdadero sentido de una sexualidad sana. De
esto no se habla casi en ningún sitio. Y hoy quiero yo traerlo a este artículo
de prensa, para reflexionar sobre ello. La sexualidad es un lenguaje del amor
comprometido. Es una gran sinfonía en donde se hospedan lo físico, lo
psicológico, lo espiritual y lo biográfico. Todo junto, sumado y a la vez. El
sexo pasa de ser una relación cuerpo a cuerpo, de usar y tirar, epidérmico y
superficial, a una relación de persona a persona, un encuentro profundo y
solemne repleto de significado.
La clave
está en integrar la sexualidad en el proyecto común de la pareja. Y hacerlo con
armonía. Las relaciones íntimas desempeñan un papel muy importante en la vida
conyugal: es la entrega total. La pornografía juega un papel importante en
el 70% de los divorcios y muchos de los integrantes de las manadas de
jóvenes con abusos sexuales, llevan años viendo pornografía y muchos de ellos
son verdaderos adictos.
Publicado en ABC.
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