martes, 26 de marzo de 2019

CHINA QUIERE REESCRIBIR LA BIBLIA


Las noticias que nos llegan de China desde que se firmó el acuerdo secreto entre la Santa Sede y el régimen comunista chino son todo menos esperanzadoras: detenciones, desapariciones, iglesias derruidas… Eso sí, los cristianos no están solos en esta política de control con mano de hierro de cualquier manifestación religiosa: se calcula que en los campos de reeducación chinos, de infausta memoria, se encuentran recluidos como mínimo 800.000 uigures musulmanes a quienes se está forzando a abandonar su religión.
 La última noticia respecto al proyecto de “sinización” que el régimen chino está imponiendo a las comunidades cristianas en China se refiere a la purga de todo elemento occidental (según el criterio de los funcionarios comunistas chinas) que llegaría incluso hasta una reescritura de la Biblia.
Cuando se habla de “sinización” se está haciendo referencia a dos fenómenos. Por un lado el control administrativo de cualquier organización religiosa por parte del régimen comunista chino, por otro la conformación de las enseñanzas y doctrinas cristianas a la “cultura china”. La clave, más allá de la negación de la universidad del mensaje cristiano, está  en quién define lo que es esa “cultura china” a la que las enseñanzas cristianas deberían de adaptarse. Y aquí la respuesta es unívoca: el régimen comunista chino es el único facultado para esta tarea y así lo hacen saber en todo momento (al menos no se les puede acusar de doblez).
En este proceso, leemos que el funcionario comunista a cargo de las comunidades protestantes, Xu Xiaohong, ha anunciado que la campaña de Xi Jinping para purgar la fe cristiana de sus rasgos “subversivos y extranjeros” va en serio. Y ha pedido explícitamente que se incorporen los “valores del socialismo” a la teología cristiana y se desarrolle una mayor “conciencia nacional” entre los fieles cristianos.
Pero esta vez ha ido bastante más allá, anunciando los planes chinos de realizar una nueva traducción de la Biblia que recogería estos valores y esta nueva conciencia. La traducción, además, irá acompañada, según Xu Xiaohong, de numerosas notas provenientes de diferentes fuentes y autores chinos para hacer que el texto bíblico sea más chino, purgándolo, reinterpretándolo a su gusto y finalmente desfigurándolo.
Asistimos pues al intento de un Estado ateo de reescribir las Sagradas Escrituras, la Palabra de Dios,  para amoldarlas a su ideología y, de este modo, llegar a dominar por completo a las comunidades cristianas que están bajo su jurisdicción. Ya no les basta con controlarlas administrativamente, sino que quieren controlar también la misma doctrina que se enseña y profesa.
Recemos por los cristianos chinos, para que conserven su fe aún estando sometidos a unas pruebas inauditas agravadas, por desgracia, por la sensación de haber sido abandonados por sus propios hermanos.
Jorge Soley


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