Un consejo para hacer que la oración venza el tedio.
¿Cómo no
consagrar, por encima de todo, unos minutos al día a abrir nuestro corazón a
quien más nos ama?
Por: C.L. | Fuente: Religión en Libertad
Por: C.L. | Fuente: Religión en Libertad
¿Amas tu rato de oración o no lo haces? ¿Cuál es
tu experiencia? Monseñor Charles Pope,
sacerdote de la diócesis de Washington y uno de los creadores de opinión más
influyentes del catolicismo estadounidense, aborda en su último post un problema muy común para numerosos
creyentes: las dificultades en la
oración.
Puedes seguir
sus consideraciones escuchando el himno que él mismo propone en el
artículo, el célebre Sweet hour of prayer [La dulce hora de la oración], basado en un poema del pastor William Walford (1772-1850) al que
puso música el compositor inglés William
Bradbury (1816-1868), alcanzando un éxito muy rápido en ámbitos evangélicos
y adventistas. Éste es:
"¿Qué piensas de la
oración?", comienza preguntándonos: "¿Es una cosa más que 'tienes que hacer' entre otras muchas cosas
de tu lista? ¿O es un momento en el que
'dejas de hacer' cosas? ¿Una obligación que lamentas o un descanso que
disfrutas?".
La respuesta va implícita en la pregunta, y es
la sustancia de su reflexión, en la que quiere ayudarnos a afrontar los
problemas más habituales a la hora de rezar: aburrimiento, distracción, monotonía...
LA
DUREZA YA ES LA ORACIÓN
Y es que hay que reconocer con honestidad que
rezar es "duro", dice: "Encontrarse con Dios en el silencio y sin verle es
algo extraño, chocante, desafiante" para el carácter sensorial de nuestra
naturaleza. Por eso se usan iconos o imágenes, libros de oraciones, o se acude
al Santísimo Sacramento: "Pero, en última instancia, los ojos de la carne no pueden ver, solo
pueden hacerlo los ojos del corazón, los ojos de la fe. Y esto no solo
es difícil, sino que resulta odioso para nuestra carne (nuestra naturaleza
pecadora), que quiere ver y oír en su lenguaje".
Como a todos los
sacerdotes, a Charles Pope muchos fieles le transmiten su dificultad para
rezar. En este artículo ofrece interesantes consideraciones para superarla.
Monseñor Pope propone un consejo a quienes le
dicen que rezar es duro: "¡Ésa es entonces tu oración! Dile a Dios
que te aburres soberanamente cuando rezas. Dile que harías cualquier otra cosa
antes que rezarle. Dile que cuando te llega la hora de rezar, o cuando algún
sacerdote chiflado te recuerda que tienes que rezar, tu corazón se hunde y lo
postergas una y otra vez. Dile a Dios
que odias rezar... ¿y sabes lo que estarás haciendo
cuando le digas todo esto? ¡Estarás rezando!"
SINCERIDAD
ANTE TODO
Algunos le responden que no pueden hablarle a
Dios así. "¿Y por qué no?, les contesto", argumenta: "Dios ya
sabes que eso es lo que sientes. Es una tontería sentarte delante de
Dios con una máscara a través de la cual Él puede verte. Cinco minutos de
oración sincera valen más que dos horas de oración retórica sobre temas que no
nos dicen nada. Reza con honestidad: háblale a Dios de lo que te pasa realmente".
Pope cita como ejemplo el libro de los Salmos, la oración bíblica por
excelencia: "Fíjate en qué sencillos son. Cualquier emoción, cualquier experiencia
forma parte del almacén de sus oraciones: alegría, serenidad, victoria,
agradecimiento, petición, ira (¡incluso ira contra Dios!), rabia, venganza,
desencanto, pérdida, dolor, miedo, desesperación".
Hay salmos, recuerda, que incluso hablan de
hacer daño o matar a nuestros enemigos, pero es que "esos
son sentimientos que tenemos de vez en cuando y Dios quiere que le hablemos de
ellos. Si los salmos son una guía de oración (y lo son), entonces es que Dios quiere que le hablemos de todo, incluso
de las cosas más oscuras y pecaminosas. Rezar es hablar con Dios. Pero
tiene que ser una conversación honesta".
EL
DESCANSO DEL DÍA
"Y algo empieza a
suceder cuando realmente somos honestos en la oración: poco a poco, se hace más
importante para nosotros e incluso empieza a gustarnos un poco", explica:
"Poco a poco la oración se convierte no tanto en una cosa más que hacer, como en el
descanso de todo lo que hacemos. Un momento para descansar, respirar,
suspirar, para sentirnos refrescados por el sencillo acto de ser sinceros con Alguien que nos ama y
en cuyo amor estamos creciendo... Es la libertad de ser sinceros, de descansar
de llevar máscaras, de ser aliviados de la ansiedad sobre lo que los demás
piensan o esperan de nosotros. Es un
aliento de verdad, un descanso ante las exigencias contradictorias de nuestro
engañoso mundo".
Monseñor Pope propone precisamente guiarnos por
los salmos para facilitar las cosas, sobre todo al empezar. Escoger uno y leerlo lentamente: "Pronto, y con el paso de las semanas y los años, te
sorprenderás hablando por tu cuenta con la misma honestidad del salterio".
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