Conocemos la
importancia de la educación y de que tus hijos tengan la mejor preparación
posible en la escuela, pero ¿Tú cómo educas?
Por: María José Silias | Fuente: Siame.mx
Las familias tienen algunos retos cuando es
tiempo del regreso a clases, temporada en que es importante el pedir ayuda al
maestro, compañeros, hermanos mayores y, por supuesto, a Dios a través de un
intercesor, en este caso, san Juan Bosco.
En temas educativos, san Juan Bosco no sólo es
reconocido por la fundación de los salesianos, sino principalmente -y de ello
deriva la fundación de los colegios- por su dedicación en la formación de
adolescentes y jóvenes. ¿Cuál fue su secreto? La prevención, el derecho, el
diálogo y la empatía.
Prevención para
preparar a los jóvenes antes de que las tentaciones les salgan al paso. Derecho a recibir educación, tomando
muy en cuenta el origen de la palabra educación, que viene del latín
educare/educere, y tiene varios significados. Diálogo para conocer a los alumnos, y empatía para entenderlos y
promover sus talentos.
Educare debe entenderse como una participación desde
afuera hacia dentro, que es la visión común en las escuelas y fuera de éstas,
ejemplo de frases frecuentes: “dar clase”,
“impartir clase”, e incluso, “inculcar
valores” o “llevar conocimiento”, entendiéndose
entonces que hay que “meter” algo al alumno:
respuestas correctas, datos, fechas, teorías, autores, conocimientos y valores.
¿Y cómo es la forma de evaluación? Justo
valorando si la información recibida se “almacenó” correctamente.
Mientras que educere se refiere a la educación
como una participación de dentro hacia fuera; es decir, “sacar” del alumno lo que tiene, o sea, alguien interviene para
sacar lo que es, sabe y es capaz de hacer el niño, joven o adolescente, con tal
de ayudarle a madurar y estimularle la necesidad de conocer más, el gusto por
aprender, investigar, descubrir y elaborar. De esta forma, la evaluación ocurre
cuestionándose la eficacia de la intención educativa en identificar y
contribuir a saberes y talentos de los educandos, a ver qué tanto se promovió y
qué tanto se generó.
¿Qué sería lo deseado en
términos de educación? Un sistema que incluya los dos significados de
educar. No es novedad entonces que, tanto los salesianos como otros modelos
educativos, busquen la convivencia de ambas formas de trabajo en el aula, pues
sólo de esta manera se puede lograr una mejor promoción del aprendizaje, pero
sobre todo, “lograr la madurez personal y social
del ser humano”. San Juan Bosco “¡se la
rifó!” (¡lo hizo muy bien!) innovando con su modelo educativo basado en
la persona… y tú, ¿cómo te la rifas?
Conocemos la importancia de la educación y de
que tus hijos tengan la mejor preparación posible en la escuela, pero entramos
ahora al tema familiar, y con esto te invito a la reflexión: ¿tú cómo educas?, ¿cómo potencias sus capacidades
físicas, afectivas e intelectuales?, ¿cómo educas y promueves sus habilidades
artísticas?, ¿cómo educas en valores?, ¿cómo educas en el respeto y el amor?,
¿cómo se comunican?, ¿cómo educas en el servicio a los demás?, ¿qué tan
involucrado estás con la escuela de tu hijo? Al ser varias preguntas,
puedes llegar a sentirte un poco intranquilo, pero no te preocupes, todo tiene
solución. Si crees que estás logrando un buen trabajo, ¡felicidades, continúa
así! Si crees que aún puedes mejorar, toma de ejemplo a san Juan Bosco y
recuerda sus claves: Prevención, Derecho, Diálogo y Empatía, pero sobre todo, y
ante todo: Dios y la Virgen María.
¿Cómo hacerle? En
primer lugar, es fundamental el entendimiento. Tu hijo es un ser humano que, al
igual que tú, nunca deja de aprender, pero su edad es crucial, está en una etapa
de mayor formación, tanto en “profesional” como
personal. Dialoga con él para conocer sus intereses, dudas y aspiraciones,
busca entenderlo poniéndote en sus zapatos, y en la medida de lo posible, ¡ayúdalo! Y como diría san Juan Bosco: “La dulzura en el hablar, en el obrar y en reprender, lo
gana todo y a todos”. Dios te siga bendiciendo, y ¡mucho ánimo!
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