UN FOTÓGRAFO PUEDE
AYUDAR A CAPTURAR LA BELLEZA CON SU CÁMARA PARA REVELARLA A LOS DEMÁS
El padre
Lawrence Lew es un fraile dominico que se ha dedicado a la fotografía por
muchos años. Sus fotos no sólo han sido utilizadas en varios periódicos y
revistas internacionales, sino que también han ayudado a muchas personas a
encontrarse con Cristo en su camino de fe.
LOS PRIMEROS PASOS EN LA FOTOGRAFÍA.
Lawrence nació en el seno de
una familia protestante en Kuala Lumpur, Malasia y asistió a la escuela
secundaria en Singapur donde se convirtió al Catolicismo. Durante su último año
de la universidad pensó seriamente en la vocación religiosa e ingresó al
noviciado en Cambridge en septiembre de 2005.
Durante sus viajes solía tomar
fotos usando una cámara muy simple hasta que en el año 2000 fue como peregrino
a Roma y vio que su obispo estaba usando una cámara digital. Era la primera vez
que veía una cámara así y con gran entusiasmo, le preguntó a su padre si podría
tener una ese año.
Cuando entró al noviciado
decidió llevar una buena cámara con la intención de que fuera un buen
pasatiempo que le exigiría abandonar el claustro y explorar el mundo que lo
rodeaba.
Poco a poco se convirtió en
una forma de contemplación de la belleza de la creación de Dios y del arte
sagrado en las iglesias. Y también en una especie de “trabajo”,
ya que documentaría dentro de la orden aspectos de su vida dominicana.
EL SENTIDO DE UNA BUENA FOTOGRAFÍA
El padre Lawrence cuenta que
cuando Dios creó el universo bueno y hermoso, lo primero que hizo fue la luz, y
luego todo lo demás siguió su orden apropiado; escrito en la existencia, por
así decirlo, de la energía divina de Dios que “mora
en la luz inaccesible” (1 Tim 6:16).
Así la fotografía, que
literalmente significa escribir o dibujar con luz, es análoga a la maravilla de
la actividad creadora de Dios porque la luz también se usa para crear una
imagen hermosa, una fotografía.
Una buena fotografía captura
algo de la persona. Se cuenta que en ciertos pueblos donde la tecnología no
había llegado aún, cuando vieron por primera vez una fotografía temían que algo
de su alma hubiera sido capturado, robado, por este dispositivo mágico de la
cámara.
Hay algo en esta superstición
que es cierto: una buena fotografía debe “capturar”
y así transmitir algo de la bondad metafísica de la persona y revelar su
belleza.
En este sentido, la fotografía
es un acto de predicación: uno contempla la bondad
de la creación de Dios, y luego el fruto de esa contemplación. Este es
precisamente uno de los lemas de la Orden Dominicana a la cual Lawrence
pertenece.
Según el padre, muchas cosas
comienzan con “mirar” nuestro mundo. Ese es
su objetivo: invitar a otros a mirar y ver las muchas cosas bellas de la
creación, ya sea en la naturaleza, los animales y las plantas, los edificios, o
lo más importante -pero lo más difícil para un fotógrafo- en las personas y sus
relaciones con el resto de la creación.
“En mi
experiencia, el retrato o cualquier tipo de fotografía que involucre personas
es el tipo de fotografía más difícil. Pero, como lo veo, es un privilegio y un
regalo si un fotógrafo puede ayudar a revelar a otra persona la belleza de
quiénes son, de cómo son”.
LA HISTORIA DE CONVERSIÓN DETRÁS DE UNA FOTOGRAFÍA
El padre recordó la imagen de
una estatua de la Inmaculada Concepción que tomó en la iglesia principal de los
Jesuitas en Londres y contó cómo se emocionó al enterarse de que una mujer de
los Estados Unidos al verla en su galería de fotos de Flickr,
se conmovió tanto que fue a buscarla a Londres.
Posteriormente, ella y su
esposo asistieron al Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos y se
convirtieron en católicos en esa misma iglesia. Para él esto nos habla de la
gracia de Dios trabajando a través de las fotografías, a través de las redes
sociales donde él cree que Dios se hace presente.
“Mi papel, creo,
es señalar a Cristo a otros usando estas fotografías. Como María, sólo quiero
decir: ¡Haz lo que Él te diga!”
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