Dice la RAE que “virtud” en su sexta acepción se define como “Disposición de la persona para obrar de acuerdo con
determinados proyectos ideales como el bien, la verdad, la justicia y la
belleza.” Nos indica, así mismo, que “virtud
moral” se define como “Hábito de obrar bien,
independientemente de los preceptos de la ley, por sola la bondad de la
operación y conformidad con la razón natural.” Pongo en negrita lo de
hábito, pues nos habla de que la virtud no es un suceso aislado, sino que se
trata de una cadena de comportamientos, es algo premeditado y sostenido en el
tiempo.
Francisco José Contreras declaraba el otro día algo interesante en
una entrevista: “El hombre debe ejercitarse en la
virtud para alcanzar la felicidad, es decir, la plena humanización, el adecuado
desarrollo de la naturaleza humana. Los cristianos, además, creen que la
práctica de la virtud es imprescindible para, con la ayuda de la gracia, alcanzar
la beatitud eterna.”
Así pues, nos damos cuenta que
ser virtuosos, cultivar ése hábito que denominamos virtud, es condición para
lograr la felicidad terrena y la vida eterna. Teniendo esto en mente resulta
inevitable para alguien como yo no encontrar muy sugestivo un libro titulado “el deber moral de ser inteligente”. Entre los
muchos artículos que podemos encontrar en el libro del profesor y sabio
Gregorio Luri encontremos una cita de Sócrates para meditar: “Amigo ¿no te avergüenzas de no preocuparte más que de
amontonar riquezas y de incrementar tu fama y tus honores, mientras que de la
prudencia, de la verdad y de cómo mejorar tu alma te desentiendes?” Y
nos dice Luri que cuidar el alma supone “proporcionarle
experiencias de orden, familiarizarla con pensamientos dignos de tal nombre,
que sean claros y distintos”.
Gregorio Luri, que es sobre
todo un pedagogo, ha publicado muchos artículos de interés sobre educación y
varios de ellos se encuentran en este volumen. Quisiera traer una única idea, pero
de importancia vital. Hablando sobre la meritocracia indica sus deficiencias,
sus límites e imperfecciones, pero también señala lo siguiente: “Cuando se critica la meritocracia conviene decir que
alternativa se propone a aquellos que, por falta de formación, son los primeros
en ir al paro cuando llega una crisis y los últimos en ser contratados en
épocas de crecimiento”. Éste “deberá
compensar ciertas dificultades sociológicas con un despliegue extra de fuerza
de voluntad, con un pundonor que bien podría recibir el nombre de cultura
del esfuerzo, Y tenemos que pedírselo. No hacerlo es engañarlo. Pretender
sustituir su esfuerzo por nuestra lástima es miserable.”
Sin duda alguna,
para mí, uno de los libros del año.
LURI, Gregorio
“El deber moral
de ser inteligente: conferencias y artículos sobre la educación y la vida”
Plataforma
editorial, 2018
Urko
No hay comentarios:
Publicar un comentario