Muchas
veces plataformas políticas se han hecho pasar por la Doctrina Social de la
Iglesia. Por eso hay católicos que rehúyen este título porque temen que les
vendan gato por liebre.
La verdadera doctrina social de la Iglesia busca la justicia social,
pero esto no significa la nivelación forzada de todos los seres humanos.
Dios le ha dado a cada ser humano la misma dignidad, pero carismas y
dones diferentes a cada uno. Y esto marca la diversidad de la
creación y las funciones diferentes a cumplir por cada ser humano. Sin
embargo hoy hay quienes quieren ponerle una
capa de ideología encima y forzar las igualdades. Por ejemplo el caso más notorio es el de las feministas, que
reclaman estricta igualdad, en todos los sentidos, con el hombre. Pero también
vemos una capa ideológica superpuesta
por el marxismo, que todos los seres humanos son estrictamente iguales
en sus capacidades y potencialidades, y que hoy son diferentes por la
explotación de uno sobre el otro. Sin embargo esto ha sido desmentido por la realidad, porque los regímenes de
socialismo real siempre han creado una categoría de gobernantes y otra de
gobernados, demostrando que hay verdaderamente carismas y dones diferentes
otorgados por Dios. Comencemos a deslindar las confusiones sobre la doctrina
social de la Iglesia.
QUE
NO ES LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
A veces
tendemos a pensar a la doctrina social de la iglesia como algo que está fuera del individuo. Que
es algo de la vida comunitaria, del
gobierno, de las estructuras económicas. Que es ahí donde hay que buscar
la justicia social.
Es cierto que se expresa ahí pero comienza en cada persona, en la
búsqueda de santidad.
Incluso si las instituciones son corruptas, el germen de la justicia
social está en la santidad personal. O sea en la concentración de la gente en servir mejor a Jesucristo, amando al prójimo.
Y esto por sobre cualquier otra
opción, como por ejemplo como cumplir una agenda social o política de
distribución del ingreso. El concepto
de la doctrina social de la Iglesia fue confundido por el Espíritu del Concilio
Vaticano II y por eso le es ajena a muchos católicos, que ni siquiera
tratan de comprenderla. Porque puso demasiado
énfasis en un programa de justicia social económica y política. Y evitó algunos temas de la justicia social por
ejemplo el aborto. Mientras que recalcó
otros que no están en la doctrina social, como por ejemplo el pacifismo
absoluto. La Teología de la Liberación por ejemplo se centró en la liberación
socioeconómica de los individuos, ignorando el pecado y la salvación. Pensaron que la reestructuración política y
la redistribución económica resolverían los males sociales. Y dejaron de centrarse en el llamado de Cristo
a la santidad y a la salvación. Todo en pos de una reforma de las estructuras sociales y de la agitación
política de tipo clasista, vinculado con la teoría marxista. Incluso el concepto de crucifixión fue
bastardeado, alejándolo de la salvación que vino a traer Jesucristo por
el pecado de la humanidad. Y lo vinculó
a la martirización de los agentes sociales que buscan un cambio
político, quienes fueron comparados con Cristo crucificado.
La doctrina social católica auténtica comienza con la conversión
personal a Jesús.
Y a partir
de ahí parte la atención y el cuidado
del prójimo como una expresión de amor. Aún del prójimo con el que uno
está enfrentado políticamente. En Gaudium et Spes se define que el bien común es la suma de todas las
condiciones sociales y el respectivo llamado universal a la santidad. Por lo
tanto la búsqueda de Cristo es la
búsqueda de la justicia social. Al punto que Benedicto XVI dice en
Caritas in Veritate que “una sociedad justa requiere cristianos con los brazos levantados hacia
Dios en oración”. Esto fue
muy claramente expresado por el sindicato solidaridad de Polonia, que
produjo el resquebrajamiento del socialismo real y posteriormente su caída. Los
trabajadores antes de ir a trabajar iban a misa y rezaban el Rosario en las asambleas del sindicato. Lamentablemente,
la doctrina social de la iglesia se ha
teñido de una visión izquierdista de reclamos sociales y revolución social,
a los ojos de muchos católicos. Y esto ha hecho que muchos católicos huyan
cuando se habla de la doctrina social de la Iglesia, sin tratar de comprenderla, por mero prejuicio. La doctrina social de la
Iglesia tiene como centro el individuo en sociedad. Y en un individuo
que piensa en su salvación no como un
hecho personal. En Mateo 28 Jesús le dice a los apóstoles que “vayan por el mundo y proclamad
el evangelio a las naciones”. Por lo tanto el
evangelio es una ley dada a las naciones para transformarlas de acuerdo
a los principios evangélicos.
QUÉ
ES VERDADERAMENTE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
Trata sobre los derechos y deberes del hombre en sociedad, y
especialmente los relacionados con los aspectos económicos y laborales.
Y hay tres
elementos básicos. En primer lugar, cualquier cosa económica política y
comunitaria tiene que servir al bien de
la persona humana, que está hecha a imagen y semejanza de Dios. En
segundo lugar, la caridad y la justicia
obligan a todos a servir al bien común. Y en tercer lugar, servicio al
bien común significa proclamar el
evangelio porque en él está la semilla de la justicia social. Esta enseñanza
doctrinal de la iglesia tiene sus
raíces en la prédica de Jesucristo. Puede rastrearse desde los padres de la iglesia primitiva y
los doctores de la iglesia, como Santo Tomás de Aquino. Y modernamente
el papa León XIII la reflotó con
la encíclica Rerum Novarum de 1891. Siendo Juan Pablo II quién ha trabajado más
sobre este concepto. Se puede ver en el
Catecismo de la Iglesia Católica sus bases en los numerales 2419 y
subsiguientes, qué puedes leer
aquí. Y en el 2005 el Pontificio Consejo de Justicia y Paz publicó
un Compendio de la Doctrina Social de
la Iglesia, que puedes
encontrar aquí.
Las obras más importantes del magisterio papal sobre la doctrina
social de la Iglesia son estas:
Rerum
Novarum, Papa León XIII, 1891
Quadragesimo
Anno, Papa Pío XI, 1931
Mater
et Magistra, Papa Juan XXIII, 1961
Pacem in Terris, Papa Juan XXIII, 1963
Populorum
Progressio, Papa Pablo VI, 1967
Laborem
Exercens, Papa Juan Pablo II, 1981
Sollicitudo
Rei Socialis, Papa Juan Pablo II, 1987
Centesimus
Annus, Papa Juan Pablo II, 1991
Caritas
In Veritate, Papa Benedicto XVI, 2009
PRINCIPIOS
CLAVES
Los 4
principios clave de la doctrina social católica son la dignidad humana, el bien común, la solidaridad y la subsidiariedad.
La dignidad humana es el principio fundamental porque cada persona ha
sido creada a imagen y semejanza de Dios.
Esta dignidad es trascendente, no puede ser quitada, y es más importante que las cosas materiales. No
se trata de un medio sino de un fin.
Es la que produce los Derechos Humanos,
en la medida que cada persona, y cada cultura y categoría social, tiene la
misma dignidad y derechos. Este principio proclama la unidad de la familia humana.
El principio del bien común implica que todos los grupos de la sociedad
tienen similares derechos y obligaciones.
Y que todos
estamos interconectados y somos
responsables uno del otro. Lo que asegura las condiciones sociales para que se satisfagan las necesidades de
cada grupo y persona. A partir de aquí están todos los desarrollos relacionados
con el concepto de exclusión y de la
igualdad de oportunidades para lograr los beneficios sociales.
Respecto a la solidaridad, nuestro modelo es la Santísima Trinidad que
es una comunidad en perfecta relación.
Este principio indica que no nos salvamos solos sino que nuestra
salvación está conectada con la salvación de los demás. No se trata de compasión sino
de un compromiso por el bien común de
todos los prójimos. Nadie puede sobrevivir solo ni salvarse solo, porque
somos seres sociales por naturaleza.
Finalmente el principio de subsidiariedad se relaciona con la práctica
en la participación y la toma de decisiones desde abajo a arriba.
Enfatiza que
la responsabilidad tiene que estar anclada
lo más cerca posible de las bases. De modo que haya un papel clave en la
toma de decisiones de parte de los
propios afectados en cada tema. O sea que de alguna manera la sociedad se va armando desde abajo. Y
los sectores que están más arriba en la
pirámide social deberían dedicarse a coordinar y apoyar a los grupos más
de base.
ELEMENTOS
PARA ORIENTAR LA ACCIÓN
A partir de
las 4 claves anteriores podemos derivar algunos elementos concretos para
orientar nuestra acción. Primero, considerar que
toda la vida humana es sagrada y
debe tratarse con dignidad a todas sus manifestaciones. Segundo, la familia es la
primera comunidad humana y debe ser apoyada y fortalecida. Tercero, cada
persona debe considerarse cumpliendo deberes y obligaciones: con la
familia en primer lugar, con los vecinos y grupos primarios en segundo lugar, y
con la sociedad en tercer lugar. Cuarto, los individuos y la sociedad deben
preocuparse especialmente por los más pobres y vulnerables y de ahí
surge el llamado a la opción por los pobres Quinto, el trabajo está destinado al bien del hombre y no al revés; por
tanto el trabajo es un derecho y conlleva una dignidad relacionada con Dios, el
creador. Sexto, nuestra solidaridad nos
obliga a buscar la justicia para todos, porque somos una familia global.
Séptimo somos custodios de la creación
de Dios; no sólo porque es nuestro hábitat sino porque es lo que Dios
nos dio para construir nuestra santidad.
Estos puntos que hemos enumerado no pueden verse individualmente y
aisladamente.
Sino que es
un todo, que debe atenderse en su
totalidad y con un énfasis similar en cada uno de ellos. De lo contrario se
producirán desviaciones.
LA
CENTRALIDAD DE LA FAMILIA
La familia es el corazón de la sociedad y es un agente de justicia
social, que la traslada hacia la cultura la economía y la política.
De modo que es una expresión de justicia social el
ocuparse de cambiar un pañal tanto como hacer beneficencia con los pobres. En
última instancia todos los temas de
justicia social apuntan hacia la organización primaria del ser humano,
que es la familia.
La cual es definida como una pareja de un hombre y una mujer abiertos a
la vida.
En la unidad y armonía Familiar o en su desunión y desarmonía, se puede encontrar el
indicador global de la justicia social en una sociedad específica. Si la familia esta desunida por el divorcio,
el aborto, la diferencia generacional entre padres e hijos, eso se trasladara
a problemas en la sociedad global. De
modo que si solucionamos los problemas de la familia, estaremos solucionando
los problemas más importantes de la sociedad global. Además una familia que apunta a la santidad
se transforma en la escuela para vivir la doctrina social. La familia es donde
los seres humanos aprenden la dignidad
propia y la de los demás. Ahí se cultiva la templanza, la prudencia, la fortaleza, la generosidad, la fidelidad,
el sacrificio y la bondad. Y cada persona aprende a vivir en comunión con los demás. Es
por esto que la doctrina social de la iglesia la denomina la forma más natural de la sociedad humana,
de la que depende toda la sociedad para su salud y fortaleza. Cuando la familia se deteriora, esto
tiene consecuencias hacia abajo, en el deterioro de los valores y el desarrollo
de cada ser humano. Y también hacia
arriba, en el desarrollo y deterioro de la sociedad global y de los
demás grupos intermedios. El orden social está basado en la familia y por lo
tanto el Estado debería promocionar a
la familia. En cambio hoy vemos que en occidente se hace exactamente lo contrario y eso multiplica los
problemas sociales. Por ejemplo una
familia que ha tenido un divorcio hace que las partes sean más pobres
económicamente y que los hijos tengan más propensión al suicidio, a la pobreza,
a las adicciones, a problemas psicológicos, a problemas con la ley, etc.
La sociedad no puede hacerse más justa si la familia no cultiva la
unidad y la santidad.
La familia es la primera expresión del amor al prójimo y la que lo instituye.
AMOR
AL PRÓJIMO
Además de la institución de la familia, Cristo nos ha dado un motor para
el desarrollo social que es el amor al prójimo.
El amor a
los demás es el fruto de una conversión
auténtica. Porque amar a los
demás significa amar a Cristo mismo. En Mateo 25: 40 Jesús dice “cuanto hiciste a uno de mis
hermanos menores me lo hiciste a mí”. Por lo tanto temas de justicia social como
alimentar a los hambrientos, cuidar a los enfermos, defender al no nacido,
tratar a los trabajadores con justicia, es amar a los demás y amar a Cristo a
la vez. Es por esto que la Iglesia Católica piensa que para mejorar el orden social lo más importante es tener una relación
personal con Cristo. De lo cual luego se derivará en una relación amorosa en la familia y ahí luego será
trasladado a toda la sociedad. En
cambio la sociedad actual busca soluciones tecnológicas o
institucionales para los problemas sociales que la aquejan. Cristo nos ha dicho
que amar al prójimo es tan importante
como amar a Dios, y que son dos caras de la misma moneda.
Por lo tanto no podemos pensar que el bienestar social de las personas
es una ocupación del Estado.
Porque para
que el bienestar social sea realmente eficaz y duradero y no poblarse de
conflictos, debe estar enraizado en las
comunidades de prójimos. O que se
encargan ellos mismos de gestionar sus problemas. Lamentablemente la
sociedad ha ido por el camino opuesto y el
Estado ha suplantado la gestión de los grupos sociales. Y hoy vemos cómo los estados de bienestar
social, por ejemplo de Europa, están en crisis, porque sustituyeron o
distorsionaron los bloques básicos de la justicia social.
Fuentes:
- http://www.clerus.org/clerus/dati/2003-10/14-13/02DsSP.html
- http://distributistreview.com/an-introduction-to-the-social-doctrine-of-the-catholic-church/
- https://www.osv.com/Article/TabId/493/ArtMID/13569/ArticleID/14033/What-Exactly-is-Catholic-Social-Teaching.aspx
- https://www.osv.com/Article/TabId/493/ArtMID/13569/ArticleID/10339/What-Is-Catholic-Social-Doctrine.aspx
- https://www.catholiceducation.org/en/religion-and-philosophy/social-justice/social-doctrine-s-role-in-the-church.html
- https://www.catholicity.com/catechism/economy_and_social_justice.html
- https://www.catholicity.com/catechism/the_church’s_social_doctrine
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