A
menudo oímos decir que estamos hechos para la felicidad. Pero comprobamos que
la felicidad es fugaz; se nos escapa cada vez que estamos cerca. Lo que nos
predispone a una carrera constante de búsqueda ansiosa de comodidad y sentirnos
bien. Y el resultado es que pasamos de una felicidad fugaz en otra. Parecería
que nada en este universo podría satisfacer el anhelo profundo de nuestros
corazones permanentemente.
Y es razonable que así sea, porque Dios nos diseñó para la vida eterna
junto a Él en el Cielo y no para este mundo momentáneo de pruebas.
La búsqueda de felicidad permanente es vana en la Tierra, es un espejismo, una promesa
que nunca tuvimos. Y cuanto más nos desesperamos en ser felices por más tiempo,
más nos hundimos en la infelicidad.
Podremos llegar a un nivel más o menos
alto de felicidad, según sea el caso, pero estaremos lejos del óptimo. Esto
no es sólo una sensación. Hay estudios científicos de campo que muestran cómo ha avanzado la sensación de infelicidad, a
pesar que cada vez estamos más rodeados de comodidades materiales.
QUE
ES LA FELICIDAD
Muy a menudo entendemos que la felicidad es un sentimiento de calma y
satisfacción, de plenitud.
La sensación
de vivir cosas placenteras y agradables
en contraposición a lo desagradable. Obviamente hay elementos objetivos en la sociedad que provocan infelicidad. Podemos
mencionar actualmente a la soledad, la
depresión, la ansiedad, como perturbadores de la felicidad que han
avanzado en nuestras sociedades posmodernas. Y podemos también mencionar la pobreza en algunos sectores de la
población. La realidad es que es
difícil sentirse feliz y alegre cuando vives solo, en un hogar disfuncional,
con relaciones abusivas, deprimido, ansioso, cuando ha desaparecido algún ser
querido. Pero aún en aquellos casos que
no existen estas condiciones la gente no se siente feliz todo el tiempo,
sino de a ratos. De modo que buscar la felicidad
a través de los sentimientos es encontrar felicidades fugaces. A veces queremos alargar esos momentos de
felicidades fugaces para que no se vayan. Entonces por ejemplo dormimos más
tiempo o nos quedamos hasta altas horas de la noche o estamos más metidos en
las redes sociales. Y llega un punto que esos mismos vehículos de felicidad se transforman en vehículos de
infelicidad. Porque nos
limitaron de hacer otras cosas que sentimos podrían habernos hecho más
felices en ese momento.
La búsqueda de hacer sólo lo que nos hace sentir bien en lo inmediato no
parece ser la mejor respuesta a mediano o largo plazo.
Pero además hay un fenómeno histórico que está
atacando a estas generaciones más que a las anteriores. La felicidad ha ido cayendo según los estudios académicos, veamos un
caso.
UN
ESTUDIO SOBRE LA FELICIDAD
Este es un estudio de
análisis longitudinal de 1 millón de adolescentes en
EE.UU.; impresionante estudio de grande. El estudio revela que la felicidad de
los adolescentes ha caído
sorprendentemente a partir del 2012 y en los adultos a partir del año 2000. Podemos
ver acá una correlación con la agudización
de las perversiones y libertinajes en la sociedad americana. En el caso
de los adolescentes, según el estudio, la explicación podría estar en lo que hacen los adolescentes en su tiempo
libre. Cada año se pregunta a los adolescentes sobre su felicidad
general y sobre cómo pasan el tiempo.
Y los autores descubrieron que los adolescentes que pasan más tiempo con
amigos en forma presencial o haciendo deportes o asistiendo a servicios
religiosos o leyendo, eran más felices.
En comparación con los adolescentes que pasaban más tiempo frente a una
pantalla, ya sea
jugando juegos de computadora, en las redes sociales, chateando o viendo
televisión. De modo que la conclusión es que las actividades que no involucran una pantalla provocan más felicidad.
La diferencia entre estos dos grupos fue muy importante. Este tiempo pasado
frente a la pantalla, que genera infelicidad, se ha multiplicado, porque el tiempo en línea se duplicó entre el 2006 y
el 2016. Y especialmente se
desplomó la felicidad en los adolescentes después del 2012, que fue el año del
gran despegue los teléfonos inteligentes. Esto provocó además un descenso de la autoestima de los adolescentes
y de la satisfacción con sus vidas. Y se quejaban que no tenía la cantidad de diversión que
aspiraban. Junto con esto, otros estudios han mostrado el avance de problema de salud mental, con
síntomas depresivos, autolesiones, suicidios. Esto no pasa solamente con
los adolescentes.
El mismo estudio recabo información sobre adultos mayores de 30 años y
demostró que eran menos felices que hacía 15 años.
Y se
relacionó con dos variables importantes: más tiempo también con las pantallas y menos sexo. La explicación
económica para esto no funciona, porque la gran recesión en EE.UU. fue
entre el 2008 y 2010. Y a medida que la
economía se recuperó en el 2010 la infelicidad se derrumbó en el 2012 y siguió
bajando. Sin embargo el estudio encontró también que no se puede satanizar a los medios digitales.
Porque halló que los adolescentes que
no usaban medios digitales en absoluto eran menos felices que los que
los usaban. Por lo tanto parece ser que hay
algo relacionado con la cantidad de uso, o sea algo que tiene que ver
con la moderación. Pero aun así es válido que sostengamos que la infelicidad aumenta por el abandono de
las relaciones sociales cara a cara y sustituirlo por las pantallas. ¿Pero
si no hubiera computadores ni
televisores la humanidad sería feliz? Si miramos la historia vemos que no.
¿PUEDE
HABER FELICIDAD REAL EN UN MUNDO CAÍDO?
Antes del pecado, cuando nuestros primeros antecesores vivían en el
Jardín del Edén, existía una felicidad total según lo que narra la Biblia.
Pero luego
apareció el pecado y surgieron los
deseos desordenados. En ese momento la felicidad de los hombres era que todo lo material estaba totalmente cubierto,
y sobre todo, había una relación personal e íntima de diálogo con Dios,
que se perdió luego del pecado original. El hombre tuvo que salir a sostenerse con el sudor de su frente, y
entraron las enfermedades y la muerte en el mundo. El hombre se hizo más dependiente de los bienes creados
y los deificó. Pero nada creado puede traernos
una felicidad constante y permanente. Nos pueden dar un vislumbre, un chispazo emocional, de lo que es
la felicidad, pero luego caemos en un pozo recordando la felicidad que tuvimos
en el momento anterior.
Y esto sucede porque estamos hechos para la felicidad; es un anhelo
escrito en nuestra alma.
Dios nos creó para que seamos felices. Pero la felicidad permanente está
al lado de Dios. De modo que cuando nos apartamos
de Dios sigue nuestro impulso a buscar la felicidad, pero ya no tenemos con
nosotros la real y única fuente de la felicidad estable. Por lo tanto es imposible aspirar realistamente en este
mundo a una felicidad plena y constante, porque vivimos en un mundo
caído. De repente llegar a comprar una casa grande, o un coche de lujo, o las
cosas que con pueden comprar el dinero, son inicialmente cosas que nos hacen
felices. Pero al minuto que lo tenemos
ya pierden su valor y entonces nos sentimos impulsados a buscar más, como
si fuera una adicción. Dios nos creó para tener alegría total y felicidad
dentro de la Trinidad y cualquier cosa
que sea diferente a la visión beatífica no es permanente. Y alejados de
Dios, cometemos el error de pensar que
la felicidad es algo material. Cuando en realidad nos acercamos más a la felicidad cuando
aceptamos el plan divino y conformamos nuestra voluntad a la de Él. Cumpliendo los dos pedidos principales de
Jesús, amando a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a uno
mismo.
Pero sólo nos acercamos. No la vamos a obtener totalmente en la Tierra.
Es lo más cercano que llegaremos.
Los hombres somos un puente entre lo material y lo inmaterial, entre el cuerpo y el alma. Por lo
tanto el hombre debe buscar satisfacciones materiales de base para subsistir en
la Tierra y especialmente centrarse en
las satisfacciones espirituales.
LA
FELICIDAD DE LAS BIENAVENTURANZAS
Jesús ha
dicho en la Biblia que es la felicidad
está relacionado con las bendiciones. La palabra beatitud es un término
antiguo que remite a la felicidad. En el Sermón de la Llanura pero sobre todo
en el Sermón del Monte, Jesús nos dice cuáles son las bienaventuranzas que nos harían felices.
“Bienaventurados los pobres en espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos
serán consolados.
Bienaventurados los mansos, porque ellos
heredarán la tierra.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de
justicia,
porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos
verán a Dios.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos
serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la
justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados cuando os injurien, y os persigan y digan con
mentira toda clase de mal contra vosotros [falsamente] debido a mí.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa
será grande en el cielo.
De
esta manera persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”.
Como vemos Jesús nos aleja de las comodidades materiales
y pide que nos centremos en las necesidades espirituales. Y especialmente
nos dice que centrarnos en Dios nos
llena de alegría porque estamos hechos para la unión con Dios. Dios es el único que puede satisfacer los deseos
íntimos de nuestro corazón. Si hay un creador que nos creó con el
objetivo de pasar toda la eternidad con Él, es razonable pensar que nos diseñó a su medida.
O sea que formó nuestra alma para ser felices únicamente con Él y no con
el mundo material porque en él no trascurrirá nuestra vida eterna.
Esta felicidad la tendremos cuando vayamos al Cielo, a nuestra vida
definitiva. Pero mientras tanto podemos acercarnos a esa vida
en el Cielo renunciando a nosotros mismos, curándonos del pecado,
centrándonos en la voluntad de Él y comenzando a vivir una vida de santidad.
Esto niega la herejía moderna de que sólo podemos ser felices buscando
lo que nos haga sentir bien de inmediato.
Si evadimos en última instancia los momentos de dolor. Pero sin embargo, la
experiencia humana es que en esos
momentos podemos descubrir cosas que nos hacen felices, a pesar una
parte de nosotros sea doliente. Por esta razón es que Cristo dijo que tomemos nuestra cruz y lo sigamos. Deberíamos
tener marcado a fuego que no estamos en
el paraíso, por lo tanto no se puede evitar el sufrimiento en esta vida.
Pero podemos encauzarlo. Y estar
prevenidos para cuando lleguen el sufrimiento y el dolor. Y una forma de hacerle frente es
recordando el sufrimiento que tuvo Jesucristo para pagar nuestro pecado
original en la cruz. Esto parece
insensato para la mentalidad del siglo XXI, pero es la única posibilidad
de no entrar en una carrera por felicidades
efímeras que paradójicamente hacen crecer nuestra infelicidad.
7
PROPUESTAS PARA RECUPERAR LA ALEGRÍA
La mejor
opción que nos acerca a la felicidad en la Tierra es recuperar la alegría, en medio de la adversidad del mundo y de nuestros
deberes y obligaciones. Acá les proponemos 7 pasos para lograr la alegría católica en este mundo.
Primero, entregarse a Cristo diariamente y renovarlo todos los días en
todas las áreas de la vida.
Segundo, ser agradecido por las bendiciones que Dios nos entrega,
recordando todo lo que Él hace por nosotros.
Tercero, entregar las cargas a Jesús en oración diaria y pedirle ayuda
para hacerlo.
Cuarto, buscar ayuda en la confesión, para desahogar el alma y descargar
el pecado, y así sentirse más en paz y con mayor serenidad y alegría.
Quinto, aceptar plenamente las revelaciones y guías de Dios que ha dado
a través de la Biblia, a través de la Iglesia, su tradición y magisterio, para
conformarnos en lo que Dios quiere que seamos en la Tierra.
Sexto, pedir a Dios solución de nuestros problemas, orientación sobre
cómo debemos vivir la vida, y que es lo que quiere de nosotros.
Séptimo, vivir la vida que Dios nos propone en comunión con otra gente,
ya sea hermanos en la fe o hermanos en la vida, a quienes debemos evangelizar
con nuestra actitud y conducta.
Fuentes:
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