viernes, 20 de abril de 2018

¿CUÁLES SON LAS CLAVES PARA LA FELICIDAD?


A menudo oímos decir que estamos hechos para la felicidad. Pero comprobamos que la felicidad es fugaz; se nos escapa cada vez que estamos cerca. Lo que nos predispone a una carrera constante de búsqueda ansiosa de comodidad y sentirnos bien. Y el resultado es que pasamos de una felicidad fugaz en otra. Parecería que nada en este universo podría satisfacer el anhelo profundo de nuestros corazones permanentemente.
Y es razonable que así sea, porque Dios nos diseñó para la vida eterna junto a Él en el Cielo y no para este mundo momentáneo de pruebas.
La búsqueda de felicidad permanente es vana en la Tierra, es un espejismo, una promesa que nunca tuvimos. Y cuanto más nos desesperamos en ser felices por más tiempo, más nos hundimos en la infelicidad. Podremos llegar a un nivel más o menos alto de felicidad, según sea el caso, pero estaremos lejos del óptimo. Esto no es sólo una sensación. Hay estudios científicos de campo que muestran cómo ha avanzado la sensación de infelicidad, a pesar que cada vez estamos más rodeados de comodidades materiales.

QUE ES LA FELICIDAD
Muy a menudo entendemos que la felicidad es un sentimiento de calma y satisfacción, de plenitud.
La sensación de vivir cosas placenteras y agradables en contraposición a lo desagradable. Obviamente hay elementos objetivos en la sociedad que provocan infelicidad. Podemos mencionar actualmente a la soledad, la depresión, la ansiedad, como perturbadores de la felicidad que han avanzado en nuestras sociedades posmodernas. Y podemos también mencionar la pobreza en algunos sectores de la población. La realidad es que es difícil sentirse feliz y alegre cuando vives solo, en un hogar disfuncional, con relaciones abusivas, deprimido, ansioso, cuando ha desaparecido algún ser querido. Pero aún en aquellos casos que no existen estas condiciones la gente no se siente feliz todo el tiempo, sino de a ratos. De modo que buscar la felicidad a través de los sentimientos es encontrar felicidades fugaces. A veces queremos alargar esos momentos de felicidades fugaces para que no se vayan. Entonces por ejemplo dormimos más tiempo o nos quedamos hasta altas horas de la noche o estamos más metidos en las redes sociales. Y llega un punto que esos mismos vehículos de felicidad se transforman en vehículos de infelicidad. Porque nos limitaron de hacer otras cosas que sentimos podrían habernos hecho más felices en ese momento.
La búsqueda de hacer sólo lo que nos hace sentir bien en lo inmediato no parece ser la mejor respuesta a mediano o largo plazo.
Pero además hay un fenómeno histórico que está atacando a estas generaciones más que a las anteriores. La felicidad ha ido cayendo según los estudios académicos, veamos un caso.

UN ESTUDIO SOBRE LA FELICIDAD
Este es un estudio de análisis longitudinal de 1 millón  de adolescentes en EE.UU.; impresionante estudio de grande. El estudio revela que la felicidad de los adolescentes ha caído sorprendentemente a partir del 2012 y en los adultos a partir del año 2000. Podemos ver acá una correlación con la agudización de las perversiones y libertinajes en la sociedad americana. En el caso de los adolescentes, según el estudio, la explicación podría estar en lo que hacen los adolescentes en su tiempo libre. Cada año se pregunta a los adolescentes sobre su felicidad general y sobre cómo pasan el tiempo.
Y los autores descubrieron que los adolescentes que pasan más tiempo con amigos en forma presencial o haciendo deportes o asistiendo a servicios religiosos o leyendo, eran más felices.
En comparación con los adolescentes que pasaban más tiempo frente a una pantalla, ya sea jugando juegos de computadora, en las redes sociales, chateando o viendo televisión. De modo que la conclusión es que las actividades que no involucran una pantalla provocan más felicidad. La diferencia entre estos dos grupos fue muy importante. Este tiempo pasado frente a la pantalla, que genera infelicidad, se ha multiplicado, porque el tiempo en línea se duplicó entre el 2006 y el 2016. Y especialmente se desplomó la felicidad en los adolescentes después del 2012, que fue el año del gran despegue los teléfonos inteligentes. Esto provocó además un descenso de la autoestima de los adolescentes y de la satisfacción con sus vidas. Y se quejaban que no tenía la cantidad de diversión que aspiraban. Junto con esto, otros estudios han mostrado el avance de problema de salud mental, con síntomas depresivos, autolesiones, suicidios. Esto no pasa solamente con los adolescentes.
El mismo estudio recabo información sobre adultos mayores de 30 años y demostró que eran menos felices que hacía 15 años.
Y se relacionó con dos variables importantes: más tiempo también con las pantallas y menos sexo. La explicación económica para esto no funciona, porque la gran recesión en EE.UU. fue entre el 2008 y 2010. Y a medida que la economía se recuperó en el 2010 la infelicidad se derrumbó en el 2012 y siguió bajando. Sin embargo el estudio encontró también que no se puede satanizar a los medios digitales. Porque halló que los adolescentes que no usaban medios digitales en absoluto eran menos felices que los que los usaban. Por lo tanto parece ser que hay algo relacionado con la cantidad de uso, o sea algo que tiene que ver con la moderación. Pero aun así es válido que sostengamos que la infelicidad aumenta por el abandono de las relaciones sociales cara a cara y sustituirlo por las pantallas. ¿Pero si no hubiera computadores ni televisores la humanidad sería feliz? Si miramos la historia vemos que no.

¿PUEDE HABER FELICIDAD REAL EN UN MUNDO CAÍDO?
Antes del pecado, cuando nuestros primeros antecesores vivían en el Jardín del Edén, existía una felicidad total según lo que narra la Biblia.
Pero luego apareció el pecado y surgieron los deseos desordenados. En ese momento la felicidad de los hombres era que todo lo material estaba totalmente cubierto, y sobre todo, había una relación personal e íntima de diálogo con Dios, que se perdió luego del pecado original. El hombre tuvo que salir a sostenerse con el sudor de su frente, y entraron las enfermedades y la muerte en el mundo. El hombre se hizo más dependiente de los bienes creados y los deificó. Pero nada creado puede traernos una felicidad constante y permanente. Nos pueden dar un vislumbre, un chispazo emocional, de lo que es la felicidad, pero luego caemos en un pozo recordando la felicidad que tuvimos en el momento anterior.
Y esto sucede porque estamos hechos para la felicidad; es un anhelo escrito en nuestra alma.
Dios nos creó para que seamos felices. Pero la felicidad permanente está al lado de Dios. De modo que cuando nos apartamos de Dios sigue nuestro impulso a buscar la felicidad, pero ya no tenemos con nosotros la real y única fuente de la felicidad estable. Por lo tanto es imposible aspirar realistamente en este mundo a una felicidad plena y constante, porque vivimos en un mundo caído. De repente llegar a comprar una casa grande, o un coche de lujo, o las cosas que con pueden comprar el dinero, son inicialmente cosas que nos hacen felices. Pero al minuto que lo tenemos ya pierden su valor y entonces nos sentimos impulsados a buscar más, como si fuera una adicción. Dios nos creó para tener alegría total y felicidad dentro de la Trinidad y cualquier cosa que sea diferente a la visión beatífica no es permanente. Y alejados de Dios, cometemos el error de pensar que la felicidad es algo material. Cuando en realidad nos acercamos más a la felicidad cuando aceptamos el plan divino y conformamos nuestra voluntad a la de Él. Cumpliendo los dos pedidos principales de Jesús, amando a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.
Pero sólo nos acercamos. No la vamos a obtener totalmente en la Tierra. Es lo más cercano que llegaremos.
Los hombres somos un puente entre lo material y lo inmaterial, entre el cuerpo y el alma. Por lo tanto el hombre debe buscar satisfacciones materiales de base para subsistir en la Tierra y especialmente centrarse en las satisfacciones espirituales.

LA FELICIDAD DE LAS BIENAVENTURANZAS
Jesús ha dicho en la Biblia que es la felicidad está relacionado con las bendiciones. La palabra beatitud es un término antiguo que remite a la felicidad. En el Sermón de la Llanura pero sobre todo en el Sermón del Monte, Jesús nos dice cuáles son las bienaventuranzas que nos harían felices.
Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros [falsamente] debido a mí.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.
De esta manera persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”.
Como vemos Jesús nos aleja de las comodidades materiales y pide que nos centremos en las necesidades espirituales. Y especialmente nos dice que centrarnos en Dios nos llena de alegría porque estamos hechos para la unión con Dios. Dios es el único que puede satisfacer los deseos íntimos de nuestro corazón. Si hay un creador que nos creó con el objetivo de pasar toda la eternidad con Él, es razonable pensar que nos diseñó a su medida.
O sea que formó nuestra alma para ser felices únicamente con Él y no con el mundo material porque en él no trascurrirá nuestra vida eterna.
Esta felicidad la tendremos cuando vayamos al Cielo, a nuestra vida definitiva. Pero mientras tanto podemos acercarnos a esa vida en el Cielo renunciando a nosotros mismos, curándonos del pecado, centrándonos en la voluntad de Él y comenzando a vivir una vida de santidad.
Esto niega la herejía moderna de que sólo podemos ser felices buscando lo que nos haga sentir bien de inmediato.
Si evadimos en última instancia los momentos de dolor. Pero sin embargo, la experiencia humana es que en esos momentos podemos descubrir cosas que nos hacen felices, a pesar una parte de nosotros sea doliente. Por esta razón es que Cristo dijo que tomemos nuestra cruz y lo sigamos. Deberíamos tener marcado a fuego que no estamos en el paraíso, por lo tanto no se puede evitar el sufrimiento en esta vida. Pero podemos encauzarlo. Y estar prevenidos para cuando lleguen el sufrimiento y el dolor. Y una forma de hacerle frente es recordando el sufrimiento que tuvo Jesucristo para pagar nuestro pecado original en la cruz. Esto parece insensato para la mentalidad del siglo XXI, pero es la única posibilidad de no entrar en una carrera por felicidades efímeras que paradójicamente hacen crecer nuestra infelicidad.

7 PROPUESTAS PARA RECUPERAR LA ALEGRÍA
La mejor opción que nos acerca a la felicidad en la Tierra es recuperar la alegría, en medio de la adversidad del mundo y de nuestros deberes y obligaciones. Acá les proponemos 7 pasos para lograr la alegría católica en este mundo.
Primero, entregarse a Cristo diariamente y renovarlo todos los días en todas las áreas de la vida.
Segundo, ser agradecido por las bendiciones que Dios nos entrega, recordando todo lo que Él hace por nosotros.
Tercero, entregar las cargas a Jesús en oración diaria y pedirle ayuda para hacerlo.
Cuarto, buscar ayuda en la confesión, para desahogar el alma y descargar el pecado, y así sentirse más en paz y con mayor serenidad y alegría.
Quinto, aceptar plenamente las revelaciones y guías de Dios que ha dado a través de la Biblia, a través de la Iglesia, su tradición y magisterio, para conformarnos en lo que Dios quiere que seamos en la Tierra.
Sexto, pedir a Dios solución de nuestros problemas, orientación sobre cómo debemos vivir la vida, y que es lo que quiere de nosotros.
Séptimo, vivir la vida que Dios nos propone en comunión con otra gente, ya sea hermanos en la fe o hermanos en la vida, a quienes debemos evangelizar con nuestra actitud y conducta.

Fuentes:

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