Con el título de “El cerebro ‘mágico’”, el medio
mexicano Reforma ha publicado un artículo escrito por Antonio Bertrán en
el que se presentan los casos de algunas personas atrapadas por las prácticas
mágicas y esotéricas y se explican los mecanismos neuropsicológicos que están
detrás de esta conducta humana.
Aunque el científico
consultado considera las creencias religiosas dentro de la misma categoría que
el esoterismo, dejando de lado toda aceptación de lo trascendente o
sobrenatural (tanto a la hora de valorar positivamente la religión como a la
hora de entender la efectividad que a veces tienen las prácticas mágicas), es
interesante el contenido del reportaje, que extractamos a continuación.
COMO UNA ADICCIÓN
César Sanvicente truena con su
pareja. La pérdida del ser amado provoca que en su cerebro disminuya
drásticamente la producción de dopamina
–un neurotransmisor relacionado con el placer y la felicidad–, por lo que el
muchacho de 33 años empieza a sentirse triste, desmotivado, pero sobre todo está vulnerable.
Como si se tratara de la adicción
a una droga, César recurrirá a cualquier medio para tratar que los niveles de
dopamina vuelvan a equilibrarse y así recuperar el estado de bienestar: por
ejemplo, un ritual de baño y velas, la
lectura del tarot o una oración para el amarre.
“Invoco y conjuro a Pomba Gira María Padilha para
que, por la fuerza de los corazones sagrados y las lágrimas derramadas por
amor, traiga el espíritu de (nombre de la persona) ante mí, amarrándolo
definitivamente al mío”.
Esta “Oración
fuerte para amarrar a alguien”, asegura César, le funcionó para que esa
persona volviera a buscarlo. “Un amigo me la
pasó y me reí mucho, pero después, en mi desesperación, la hice y al poco
tiempo surgió la iniciativa de esa persona para buscarme y lograr un encuentro”, afirma el bailarín con estudios de Derecho.
CONDICIONAN A LAS PERSONAS
Engancharse con alguno de estos medios “mágicos” o
“esotéricos”, explica el doctor en
Neurofisiología Eduardo Calixto, le
será más fácil al individuo si en su entorno social se cree en ellos y se asegura
por experiencia su efectividad.
“Lo
que siempre busca el cerebro, desde el punto de vista fisiológico, es mantener la condición de control; sin ésta se
siente uno muy vulnerable, así que, como al cerebro le gusta estar
tranquilo, se facilita que recurra a personas o entidades que puedan ayudarlo
en este proceso”, agrega el jefe de Neurobiología del Instituto Nacional de Psiquiatría.
¿Se trata de placebos
psicológicos, de soportes emocionales que pueden ayudar al individuo a adquirir
confianza y lograr un resultado positivo en casos de amor y también en la
búsqueda de proyecto o trabajo? “Yo los llamaría
reforzadores positivos y negativos porque pueden ser en ambas vertientes, ya
que una persona se puede sentir
terriblemente condicionada si el horóscopo le dice que en el día es probable
que tenga un accidente, y genera una serie de conductas para decirse que así
será”.
HORÓSCOPO… Y MIEDO AL RECHAZO
Es el caso de Mario Briones,
un contador de 28 años que trabaja en la casa de bolsa de un banco en Celaya, Guanajuato.
A diario consulta el horóscopo
para su signo, Piscis, y de acuerdo a las previsiones diseña su día laboral.
“Si
no es un día favorable para mi signo, tampoco me vuelvo loco y me quedo
sentado, simplemente evito tomar riesgos, porque al final trabajo con dinero y
un error puede salirme muy caro, así que reviso dos o tres veces mis
operaciones”, comparte. “Pero si dice que será un día de
oportunidades, como en el 95 por ciento de las veces aseguran los horóscopos,
me dedico a llamar a prospectos, ofrezco productos nuevos a mis clientes,
inversiones, me motivo, ¡y me funciona!”.
¿Reconoces que esta práctica
puede ser un reforzador positivo que te impulsa? “Definitivamente,
sí. Me ayuda en la lucha contra la
depresión y el miedo al rechazo”.
Fue durante la infancia, a través de las revistas femeninas que compraba
su madre, cuando Mario empezó a aficionarse a leer los horóscopos, lo cual se
reforzó en la secundaria cuando, en un intercambio, le regalaron un libro de
astrología.
CUIDADO CON LA INFANCIA
Precisamente entre los 8 y 12 años de edad, explica
Calixto, este tipo de creencias y
prácticas se pueden aprender y afianzar en una persona porque es cuando
se están terminando de conectar ciertas estructuras cerebrales que son clave en
la interpretación de las emociones.
“Es
un periodo crítico cuando el niño está terminando la primaria y va para la
secundaria porque el giro del cíngulo, que está interpretando emociones, con la
amígdala, que está recordando cosas y motivando conductas, se conectan con un
hipocampo que procesa el aprendizaje y la memoria”, explica el autor de Neurotuits
(InterWriters, 2014), libro de divulgación de las “neurociencias
en pequeñas dosis para entender y mejorar tu vida cotidiana”.
El también médico destaca: “hoy sabemos que los aspectos de la vida, negativos y
positivos, se aprenden en esa época; por lo tanto, si a esa edad a mí me enseñan que un horóscopo condiciona la suerte, la
felicidad, la toma de decisiones, lo voy a aprender muy bien”.
MEZCLA DE CATOLICISMO Y
SUPERSTICIONES
En la cartera, Fernando
Barrera lleva siempre un San Miguel Arcángel que le regaló su abuela Soledad.
La estampita es, afirma el estudiante de Comunicación de 22 años, tanto un
recuerdo de quien lo crió –y falleció hace seis años– como un amuleto para librarse de las “malas vibras”.
Incluso antes de nacer, Fernando estuvo expuesto a las “supersticiones mezcladas con el catolicismo” de su familia, ya que la abuela amarraba un
listón rojo alrededor del vientre de su mamá para librar a la criatura en
gestación del mal de ojo.
Al abrir la puerta de su casa,
en la Colonia Unidad Vicente Guerrero de Iztapalapa, en el zaguán recibe al
visitante una especie de altar
atiborrado de imágenes religiosas: cristos negros, el Niño Jesús de la
Suerte (recostado sobre una calavera), San Charbel con listones, vírgenes de
advocaciones diversas y también un dragón y una rana cuajada de monedas, que su
madre compró en el Barrio Chino tras aficionarse al feng shui.
“Aquí
me persigno todas las mañanas, antes de salir”, dice Fernando. También señala
varias cruces de ocote y sendas sábilas protectoras, colocadas detrás de la
puerta de ese zaguán y de la que da acceso a la sala de la morada. Ahí, sobre
la mesa del comedor hay dos cuarzos suyos y, en las paredes, varias fotos de
los familiares lucen enmarcadas junto con viejos billetes de 50 y 100 pesos que
llama “dólar”, con los cuales se busca
propiciarles la buena fortuna.
“Los cuarzos y la estampita de San Miguel me hacen
sentir seguro, no sé si habrá una explicación más allá, lógica”, comenta
Fernando. “Conforme más estudio en la universidad me doy cuenta que estas
supersticiones pueden tener un sentido psicológico, pero quiero pensar que al
menos los objetos nos aportan una
energía positiva, buenas vibras que pueden ser un plus en lo que
emprendemos”.
BRUJERÍA Y SUGESTIÓN
Seguidor de la tradición Wicca –que combina brujería
y religiones antiguas de Inglaterra–, Alejandro Estanislao reconoce que
recurrir a la lectura del tarot o a un amuleto puede derivar en una “sugestión” benéfica
para la persona. “Creo que está bien si, a través de un ritual, sugestionamos a la
mente y la condicionamos para que ocurra lo que deseamos”, sostiene.
Alejandro se autodenomina “bruja” para “reivindicar
a las hermanas perseguidas y asesinadas durante siglos”, lo cual explica la presencia de diversas
figurillas de hechiceras en su casa de la Colonia Santa María la Ribera, en
cuyo garaje acondicionó la tienda Abrakdabra Magia. Además, fue una bruja,
Lolita, quien de niño le quitó la tartamudez, asegura, y algunos años después
lo acogió como aprendiz.
Todo es simbólico también en
la persona del joven wicca. Entre sus 11 tatuajes, destaca el del cuello: la
paleolítica Venus de Willendorf, una de las más antiguas representaciones de
una deidad femenina, y, en el pecho, un amuleto contra la peste en forma de
triángulo, que halló en un libro de medicina medieval.
Con estudios de psicología, el
también promotor de salud sexual y
reproductiva aclara que no hace amarres porque no le parece correcto “doblegar la voluntad de una persona”, pero ha visto su efectividad en los que hacen
sus colegas. “Ya con el esfuerzo de conseguir
algún cabello o fluido corporal del ser amado se genera un cambio positivo en
la persona”, considera.
De ahí que, como el
neurobiólogo Eduardo Calixto, Alejandro afirma que los rituales sirven para manejar la ansiedad que genera la pérdida de
control. “Pero también tienen un
componente de misterio porque muchas veces, en mitad de una lectura de tarot,
cuando la persona está preguntando por el ex novio, me ha tocado que recibe una
llamada o mensaje de esa misma persona”.
Secretaría RIES
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