CIUDAD DE MÉXICO, 15 Jun. 16 / 12:12 pm (ACI).-Los obispos
de México y diversas organizaciones del país han expresado su oposición a
la iniciativa del Presidente Enrique Peña Nieto para aprobar el matrimonio homosexual en
toda la nación. Ante esta postura de los prelados católicos, algunos se
preguntan: ¿Por qué la Iglesia
no lo aprueba, si hay tantos que exigen que lo haga?
El 17 de mayo, el presidente de México anunció que promovería una
reforma en la Constitución para que se reconozca a nivel nacional el matrimonio
entre personas del mismo sexo, así como modificaciones en el Código Civil
Federal para permitir también la adopción por
parte de homosexuales.
Las propuestas de Peña Nieto ha recibido fuertes
críticas de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y de la
ciudadanía.
En un reciente
artículo publicado por el semanario católico Desde la Fe se intenta
una respuesta a la pregunta sobre la oposición de la Iglesia al mal llamado “matrimonio” gay, precisando primeramente que “no es, como algunos medios de comunicación han
planteado, ni por un conservadurismo que la hace aferrarse neciamente a
tradiciones arcaicas, ni porque odie a los homosexuales”.
“Lo que la Iglesia propone tiene siempre dos
razones: ser fiel a lo que dice la Palabra de Dios, y buscar lo que pueda
ayudar al ser humano a ser verdaderamente libre, pleno, feliz, encaminándolo a
su salvación”, explican.
Considerando estos dos criterios, prosigue el artículo, “la Iglesia ve con preocupación cómo desde hace años se
ha puesto en marcha un programa cuidadosamente diseñado para cambiar la
mentalidad de la gente en relación con la homosexualidad”.
“La OMS le quitó el status de enfermedad
psiquiátrica; los medios de comunicación han presentado mesas redondas,
entrevistas con intelectuales y políticos que apoyan la homosexualidad; casi no
hay película o serie de televisión en la que no haya alguna pareja de
homosexuales muy agradable”, afirma Desde la Fe.
Además, “se buscó un nombre sugestivo (gay
en inglés significa ‘alegre’), un símbolo que tuviera connotaciones positivas
(el arco iris), y así, en poco tiempo se fue llegando a lo que se vive hoy: que
mucha gente aprueba y defiende una conducta que antes instintivamente
rechazaba, y no tolera y
curiosamente tilda de ‘intolerante’ al que no piensa igual”.
Es por ello, prosigue el texto, “que la
Iglesia, fiel a su llamado a ser luz del mundo, debe hacer oír su voz, como
pide san Pablo, ‘con toda paciencia y doctrina’ (2Tim 4, 2), y dejar claro que,
como a todos sus hijos, ella acoge y ama a los homosexuales, pero precisamente
porque los ama y busca su verdadero bien, no puede aprobar el ‘matrimonio
gay’”.
Desde la Fe resalta asimismo que “en estos
tiempos en los que surgen tantas voces, tantas modas, tantas propuestas que se
contradicen unas a otras, la Iglesia es (como) ese faro del puerto que se
mantiene firme, lanzando un haz de luz que ilumina a quienes están navegando a
oscuras por un mar de confusión, azotados por toda clase de olas y tempestades;
los libra de naufragar, y los ayuda a llegar a tierra firme”.
“Hay quien se queja de que la Iglesia no se pone al
día, no ‘moderniza’ su pensamiento, no es ‘democrática’, no se deja regir por
las encuestas como otras iglesias. Es que la Iglesia Católica no se manda sola.
Es depositaria del tesoro de la fe que le encomendó el que la fundó: Cristo, y
debe mantenerse fiel a Él, a nadie más”.
La Iglesia, continúa el texto, “no está para
darle gusto a las masas, no es política ni agente de relaciones públicas, no
busca caer o quedar bien, es Madre y es Maestra, lo que le interesa
es acoger y encaminar amorosamente a todos sus hijos a la salvación, y si para
eso hace falta exhortarlos, los exhorta, y si hace falta decirles para su bien
algo que no les guste oír, se los dice”.
La Iglesia, resalta Desde la Fe, “no teme hablar
con la verdad, aunque ya sabe que, como dice el dicho, ‘las verdades
no pecan, pero incomodan’, y en ciertos casos no sólo incomodan, sino
enfurecen. Ni modo. Recibió la misión de ser profeta de Aquél que dijo: ‘Yo soy
el Camino, la Verdad y la Vida’
(Jn 14,6), aunque lo que diga no sea lo ‘políticamente correcto’ y sea tomado a
mal por mucha gente”.
Ese, concluye, “es el caso de su rotunda
oposición al llamado ‘matrimonio gay’”.
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