El joven teólogo Joseph
Ratzinger (Benedicto XVI) advirtió en el año 1969, a poco de terminado el
Concilio Vaticano II, que la iglesia se achicaría, perdería poder y fe, y que
iba a tener que empezar de nuevo. De este penoso camino de reconversión, que
decía en aquella época recién comenzaba, emergerá una iglesia más
espiritualizada y simplificada.
Benedicto XVI usó su
pontificado para alistar a la Iglesia para los tiempos que estaban comenzando,
de acuerdo a su profecía. Y sus predicciones no se han equivocado del todo,
porque la iglesia parece en camino de achicarse en Occidente y la fe se
deteriora por una creciente apostasía. Si se observa la trayectoria de su
papado, el esfuerzo estuvo puesto en revalorizar la fe y no la influencia
política de la Iglesia.
Sin
embargo su sucesor, el papa Francisco, tiene un criterio opuesto. Su criterio
es salir a evangelizar reduciendo los requisitos doctrinales en el anuncio
inicial e incrementar su influencia política y mediática.
Pero
más allá de la forma en que operar la crisis, tratar de depurar quedándose con
lo más fiel o abrirse para captar más fieles, es interesante que la profecía de
Ratzinger se está cumpliendo, la Iglesia está pasando por las penosas etapas
que él predijo, y las convulsiones las hemos visto en el Sínodo de Obispos
sobre la Familia.
Este es un material para discernir.
EL ESCENARIO
La profecía ésta de Ratzinger cerró un ciclo de lecciones radiofónicas que el
entonces profesor de teología pronunció en 1969, en un momento decisivo de su
vida y de la vida de la Iglesia.
Eran
los años turbulentos de la contestación estudiantil, del Mayo de París de 1968, de la
revolución sexual y del amor libre, de la conquista de la Luna, pero también de
las disputas tras el Concilio Vaticano II. Ratzinger, uno de los protagonistas del Concilio, acababa de dejar
la turbulenta universidad de Tubinga y se había refugiado en la de Ratisbona,
un poco más serena.
Como
teólogo, estaba aislado, después de haberse alejado de las interpretaciones del
Concilio de sus amigos “progres” Küng, Schillebeeckx y Rahner sobre la
interpretación del Concilio.
En ese periodo se fueron
consolidando nuevas amistades con los teólogos Hans Urs von Balthasar y Henri
de Lubac, con quienes fundó la revista “Communio”, misma que se habría
convertido en el espacio para algunos jóvenes sacerdotes “ratzingerianos” que
hoy son cardenales.
En el complejo 1969, el futuro Papa, en cinco
discursos radiofónicos poco conocidos (y que la Ignatius Press publicó
originalmente en el volumen “Faith and the Future”), expuso su visión sobre el
futuro del hombre y de la Iglesia. La
última lección, que fue leída el día de Navidad ante los micrófonos de la
“Hessian Rundfunk”, tenía todo el tenor de una profecía.
En
2009
Ignatius Press liberó el discurso del padre Joseph Ratzinger en su totalidad,
en un libro titulado Fe y el Futuro
NO PRETENDÍA PREDECIR EL
FUTURO
Ratzinger
no quería ser tomado como un vidente o un profeta, él explicaba:
“Vamos, por
lo tanto, ser prudentes en nuestros pronósticos. Lo que San Agustín dijo
sigue siendo cierto: el hombre es un abismo; lo que va a salir de estas
profundidades, nadie puede ver por adelantado.
Y el que cree que la Iglesia no sólo está
determinada por el abismo que es el hombre, sino que alcanza el mayor abismo
infinito que es Dios, será el primero en dudar de sus predicciones, porque este deseo ingenuo de saber con certeza sólo
podía ser el anuncio de su propia ineptitud histórica”.
PENOSO PARA LA IGLESIA
El profesor Ratzinger comparaba la época actual con
la del Papa Pío VI, raptado por las tropas de la República francesa y muerto en
prisión en 1799. En esa época, la Iglesia se encontró frente a frente con una
fuerza que pretendía cancelarla para siempre.
“Nos encontramos en un enorme punto de cambio en la evolución del género humano. Un
momento con respecto al cual el paso de la Edad Media a los tiempos modernos
parece casi insignificante”.
El
proceso será largo y tedioso como fue el camino del falso progresismo en la
víspera de la Revolución Francesa – cuando se podía pensar que un obispo era inteligente si se burlaba de
los dogmas e incluso insinuaba que la existencia de Dios no era del todo
cierta.
“Ya no será capaz de habitar
los edificios que construyó en tiempos de prosperidad. Con la disminución de
sus fieles, también perderá gran parte de los privilegios sociales”.
Como en una pequeña sociedad, se harán mucho mayores demandas sobre la
iniciativa de sus miembros individuales.
Será penoso para la Iglesia,
porque el proceso de cristalización y clarificación, le costará mucha energía
valiosa. Esto la hará pobre y provocará que se convierta en la Iglesia de los
humildes.
DE AHÍ EMERGERÁ UNA NUEVA
IGLESIA
Pero cuando la prueba de este
tamiz haya pasado, un gran poder fluirá de una Iglesia más espiritualizada y
simplificada.
“Será una Iglesia más espiritual, que no suscribirá un mandato político coqueteando
ya con la Izquierda, ya con la Derecha. Será pobre y se convertirá en la
Iglesia de los indigentes”.
“De la crisis actual surgirá una Iglesia que habrá
perdido mucho. Será más pequeña y
tendrá que volver a empezar más o menos desde el inicio”.
LA SOLEDAD DE LOS HOMBRES
Lo que Ratzinger exponía era un:
“largo proceso, pero cuando pase todo el trabajo,
surgirá un gran poder de una Iglesia
más espiritual y simplificada”.
Entonces, los
hombres descubrirán que viven en un mundo de “indescriptible soledad”,
y cuando se den cuenta de que perdieron de vista a Dios, “advertirán el
horror de su pobreza”.
Los hombres en un mundo totalmente planificado se encontrarán indeciblemente
solitarios. .
Luego ellos descubrirán en el
pequeño rebaño de creyentes una respuesta que siempre han estado buscando en
secreto:
“lo
descubrirán como una esperanza para sí mismos, la respuesta que siempre
habían buscado en secreto”.
¿DE QUE TIPO DE GENTE ESTARÁ
COMPUESTA LA NUEVA IGLESIA EMERGENTE?
Ratzinger es muy claro refiriéndose al tipo de
personas que formarán la Iglesia que el concibe va a emerger.
“El futuro de la Iglesia puede y sucederá a partir de aquellos cuyas raíces son
profundas y que viven la plenitud de su fe pura. No sucederá a partir de
los que se acomodan simplemente al momento pasajero o de aquellos que se
limitan a criticar a los demás y a asumir que ellos mismos son infalibles varas
de medir; ni sucederá a partir de los que toman el camino más fácil, quienes
pretenden eludir la pasión de la fe, declarando falso y obsoleto, tirano y
legalista, todo lo que hace demandas sobre los hombres, que les hace daño y les
obliga a sacrificarse”.
“Para poner esto de manera más positiva: el futuro de la Iglesia, una vez más, como
siempre, será reconfigurado por los santos, es decir por los hombres,
que tienen la mente para sondear más profundo que las consignas del día, que
ven más que los que otros ven, porque sus vidas abrazan una realidad más
amplia”.
“El
desinterés, lo que hace libres a los hombres, sólo se alcanza a través de la
paciencia de los pequeños actos diarios de auto-negación. Por esta
diaria pasión, que por sí solo revela a un hombre de cuántas maneras está
esclavizado por su propio ego, por esta pasión todos los días y por ella sola,
se abren lentamente los ojos del hombre”.
“Él ve solamente la medida en que ha vivido y
sufrido. Si hoy estamos casi sin poder
tomar conciencia de Dios, es porque nos resulta muy fácil evadirnos, huir de
las profundidades de nuestro ser por medio del narcótico de algún placer o de
otro tipo. Por lo tanto nuestras propias profundidades interiores
permanecen cerradas para nosotros. Y si es cierto que un hombre sólo puede ver
solamente con su corazón, entonces ¡que ciegos estamos!”
“¿Cómo afecta todo esto al problema que nos ocupa?
Esto significa que las grandes promesas de los que profetizan una Iglesia sin
Dios y sin fe es toda charla vacía. No
tenemos necesidad de una Iglesia que celebra el culto con oraciones políticas.
Es totalmente superfluo. Por lo tanto, se destruirá. Lo que quedará es
la Iglesia de Jesucristo, la Iglesia que cree en el Dios que se ha hecho hombre
y nos promete vida más allá de la muerte”.
Y también explicita
el tipo de sacerdote que emergerá en esa Iglesia:
“El tipo de cura que no es más que un trabajador
social puede ser reemplazado por el psicoterapeuta y otros especialistas; pero el cura que no es especialista, que no esté
mirando el partido, dando consejos oficiales, sino que en el nombre de Dios se
pone a disposición del hombre, que está al lado de ellos en sus dolores, en su
alegrías, en su esperanza y en sus miedos, ese tipo de cura es sin duda el tipo
de cura que se necesitará en el futuro”.
TIEMPOS MUY DUROS
La Iglesia se enfrenta a tiempos muy duros. La verdadera crisis apenas ha comenzado.
“Vamos
a tener convulsiones terribles. Pero estoy igualmente seguro de lo que quedará al final: no a la Iglesia del culto
político, que ya está muerta, sino la Iglesia de la fe”.
Ella bien puede no ser el
poder socialmente dominante en la medida en que lo era hasta hace poco, pero va
a disfrutar de un florecimiento fresco y ser vista como el hogar del hombre,
donde se encuentre vida y esperanza más allá de la muerte.
ALGUNAS CONSIDERACIONES
Ratzinger
parece haber estado profetizando sobre la iglesia en Europa, lo cual calza
perfecto, en cambio en África y Asia, y hasta cierto punto en Latinoamérica, la
iglesia tiene un vigor propio de una zona de misión exitosa, de modo que
estamos en un escenario mixto, o si se quiere en el campo de un profecía
parcial, hasta ahora.
Sin
embargo los aspectos doctrinales de esa Iglesia, por ejemplo en África, son
también mixtos,
porque por ejemplo si bien son ortodoxos respecto a la homosexualidad no lo son
respecto al matrimonio, debido a su propia cultura ancestral. Por otro lado, esa Iglesia no tiene ni cerca el peso político
de la Iglesia de Occidente.
En segundo
lugar, Ratzinger profetiza que
emergerá una iglesia pobre y de los indigentes, operativo de sesgo que recién
está haciendo Francisco en su pontificado, quien está optando por una
iglesia aliviada de su “pompa y boato” y orientada hacia las periferias.
Y en tercer lugar, a pesar de
la figura de Francisco, que dotado al pontificado de mayor penetración en los
medios de comunicación occidentales y en la política mundial, lo cierto es que
la Iglesia está perdiendo poder en occidente en manos del laicismo.
Fuentes:
- Cardenal Joseph Ratzinger “La iglesia se convertirá en pequeña”.
Fe y el Futuro (San Francisco: Ignatius Press, 2009)
- http://aleteia.org/2016/06/13/when-cardinal-joseph-ratzinger-predicted-the-future-of-the-church/
- http://www.lastampa.it/2013/02/18/vaticaninsider/es/vaticano/la-profeca-olvidada-de-ratzinger-sobre-el-futuro-de-la-iglesia-3SHxeEueLAMehXcDynN1UO/pagina.html
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