Las Oraciones Leoninas que se
recitaban al finalizar la misa habían mostrado una eficacia notable, pero
fueron quitadas en 1965. Ellas habían sido introducidas por uno de los
pontífices reinantes que estuvo en el sillón de Pedro por más tiempo, el Papa León
XIII (1878-1903).
De acuerdo con
el Misal Romano: “Estas oraciones fueron introducidas por el Papa
León XIII para obtener una solución aceptable para las relaciones del Vaticano
con el Estado italiano después de la toma de los estados papales”.
Este
fue el período en el que el papa estaba prisionero en el Vaticano en protesta por
la apropiación de tierras por el nuevo Estado-Nación italiano que habían
pertenecido a la Iglesia durante siglos. Es bueno recordar que Italia llegó a
existir como país unificado sólo en la segunda mitad del siglo XIX.
Sin embargo, como el 1962 Misal Romano continúa
diciéndonos: “Después de su resolución a través del Tratado de 1929 [entre
el cardenal Pietro Gaspari y Benito Mussolini], el Papa Pío XI pidió que estas oraciones se dijeran para la conversión de
Rusia”.
En pocas palabras, si algo parece estar funcionando con la oración, ¿por qué parar?
De hecho, junto con las
advertencias de la Virgen de Fátima de hacer las oraciones por la conversión y
consagración de Rusia, las oraciones leoninas después de la misa, tenían
literalmente cientos de millones de personas orando por la misma causa.
Y
funcionó otra vez, porque “el Imperio del Mal” se desintegró, la libertad
religiosa se volvió a introducir en el país ex comunista, y Rusia es la única
potencia mundial que hoy podría llamarse cristiana, lo que equivale a nada
menos a un milagro.
Irónicamente, para los que todavía asisten a la
misa en latín según la tradición
tridentina, estas oraciones no han sido abrogadas. Y siguen siendo
hermosas en su sencillez.
Inmediatamente después del último Evangelio (que es
casi siempre el comienzo del Evangelio según San Juan), el cura y sus
monaguillos se arrodillan ante el tabernáculo y dicen en voz alta con la
congregación tres Avemarías en la
lengua vernácula, y luego la ‘Salve’.
El
sacerdote entonces añade una breve oración antes de invocar la oración a San
Miguel Arcángel,
unido a los fieles. Por último, se repite “Sagrado Corazón de Jesús” tres veces
con el sacerdote y el pueblo golpeándose el pecho. Esta última oración fue una
adición posterior por el Papa San Pío X.
Sin
embargo, todavía hay casos en los que estas oraciones se dicen incluso después
de la misa del Novus Ordo en algunas parroquias y por algunos sacerdotes; a
veces cambiando sólo los tres Ave Marías por un canto a la Virgen María y
jaculatorias, aunque en raros casos se recita la oración a San Miguel Arcángel.
Hoy estamos en una situación especial. Hay momentos en que nuestras oraciones
parecen quedar sin respuesta. Las novenas, los ayunos, las devociones,
se mantienen como un reloj suizo, y todo aparentemente sin ningún efecto (o al
menos no el que esperamos), lo que hace acordar a las épocas de sequedad
espiritual o abandono que el gran carmelita Doctor de la Iglesia, San Juan de
la Cruz, trató como “La noche oscura del alma”.
Y
luego hay momentos históricos en los que no sólo se da respuesta a las
oraciones, sino que se hace de una manera milagrosa. Tal vez el
mejor y más obvio ejemplo de esto es la derrota de la flota otomana por una
flota cristiana en inferioridad numérica en la batalla naval de Lepanto.
La
victoria se atribuye al rezar en continuo el Rosario a pedido del Papa San Pío
V.
Más recientemente, las
oraciones leoninas al final de la misa provocaron la creación del Estado del
Vaticano y el fin de la Unión Soviética. No es difícil imaginar que, si se
reintroducen estas mismas oraciones a María, San Miguel y el Sagrado Corazón de
Jesús, se podría poner fin a la masacre de los cristianos en Oriente Medio y la
creciente persecución en Occidente.
¿Qué
te parece? ¿Qué opinas?
ORACIONES LEONINAS
Dios
te salve María llena eres de gracia el Señor es contigo; bendita tú eres entre
todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María,
Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén. (3 veces)
Dios
te salve, Reina y Madre de misericordia: vida, y dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos,
gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora abogada
nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos y, después de este
destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh Clemente! ¡Oh
piadosa! ¡Oh Dulce Virgen María! Amen.
Ruega
por nosotros Santa Madre de Dios,
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oremos:
Oh Dios, refugio y fortaleza nuestra, mira propicio al pueblo que clama a Ti:
y, por intercesión de la gloriosa e Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, y
del Bienaventurado San José, su esposo, y de tus Santos apóstoles Pedro y
Pablo, y de todos los santos, escucha misericordioso y benigno las preces que
te dirigimos por la conversión de los pecadores y por la libertad y exaltación
de nuestra Santa Madre la Iglesia. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén
San
Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la
perversidad y las asechanzas del demonio. Reprímalo, Dios, pedimos suplicantes
y tú, oh Príncipe de las milicias celestiales, arroja al infierno, con el
divino poder, a Satanás, y a todos los espíritus malignos, que andan dispersos
por el mundo para la perdición de las almas. Amén
Sagrado
Corazón de Jesús
Ten piedad de nosotros (o en ti confío).
(3 veces)
Ten piedad de nosotros (o en ti confío).
(3 veces)
Foros de la Virgen María
No hay comentarios:
Publicar un comentario