La Mejor Forma de Vencer al
Enemigo es estar Prevenidos sobre Sus Tácticas.
Los exorcistas dicen que el
arma que usa más comúnmente el maligno sobre los seres humanos es la tentación.
¿Pero cómo es que nos tienta? ¿Qué hace para que no nos demos cuenta que nos
está manipulando?
Para responder a estas
preguntas y defendernos, necesitamos saber que tácticas utiliza en su gran
estrategia de tentación, porque uno de los elementos clave en cualquier desafío
es entender las tácticas de tu oponente y reconocer las sutilezas o los
movimientos a los que puede recurrir en su estrategia.
En la batalla espiritual que tenemos que tenemos
por delante deberíamos reconocer,
nombrar y comprender las sutilezas de las tácticas comunes del diablo.
Para ello vamos a seguir el libro del P. Louis
Cameli, The Devil You Do
not Know, porque es de gran ayuda para este asunto. Él ha
detectado las tácticas preferidas por el maligno.
1 – ENGAÑO
Jesús
dice
“Desde el comienzo él fue homicida y no tiene nada que ver con la verdad,
porque no hay verdad en él. Cuando miente, habla conforme a lo que es, porque
es mentiroso y padre de la mentira” (Juan 8:44).
El diablo nos engaña con
muchas promesas falsas y vacías. La mayoría de ellas están relacionadas con la
mentira de que vamos a ser más felices y más plenos si pecamos o negamos
aspectos de la verdad.
Sean cual sean los deleites temporales que vienen
con el pecado, en realidad son de paso. Con
el tiempo viene un gran y acumulativo sufrimiento con casi toda actividad
pecaminosa.
Sin embargo, a pesar de esta experiencia, los seres
humanos seguimos muy crédulos,
parecemos amar las promesas vacías y poner todo tipo de falsas esperanzas de
ellas.
El
diablo nos engaña al sugerir todo tipo de complejidades, sobre todo en
nuestro pensamiento. Y así pretende confundirnos y ocultar la verdad
fundamental de nuestra acción.
Nuestras
mentes no son muy astutas y les encanta disfrutar de la complejidad como una
forma de evitar la verdad y poner excusas. Así que, en connivencia con el diablo, nos
entretenemos en complicaciones interminables preguntando “¿Pero qué si hago
esto…? y ¿Qué hay de esto otro….?”
Junto
con el diablo, proyectamos todo tipo de posibles dificultades, excepciones, o
posibles historias lacrimógenas para evitar insistir en que nosotros u otros nos
portamos bien y vivimos conforme a la verdad.
El diablo también busca
engañarnos con la “lexicografía”. Y así el desmembramiento y asesinato de un
niño a través del aborto se convierte en “libertad reproductiva” o “elección”.
La sodomía es llamada “gay” (una palabra que se usa para significar “feliz”).
A
nuestra fe luminosa y antigua sabiduría le llama “oscuridad” e ” ignorancia.” A
la fornicación le llama “cohabitación”. Y a la redefinición del matrimonio, que
se ha conocido por más de 5000 años, se le etiqueta “libertad de matrimonio o
amor libre”.
Y así, a través de exageraciones y el etiquetado
rotundamente falso, el diablo nos engaña, y nosotros con demasiada facilidad llamamos bueno, o que “no es gran cosa”,
a lo que Dios llama pecado.
El diablo nos engaña a través de la gran cantidad
de información. Información no es lo mismo que verdad, y los datos se pueden montar muy hábilmente
para llegar a conclusiones engañosas. Además, ciertos hechos y cifras se
pueden destacar, en la exclusión de otros. Y por lo tanto la información o los
datos, incluso lo que son ciertos en sí mismos, se convierten en una forma de engaño.
Los
medios de comunicación y otras fuentes de información, a veces ejercen su poder
más grande con lo que ellos no informan y ocultan. Y esto también es una manera
de que el diablo trae decepciones sobre nosotros.
Haremos bien en evaluar cuidadosamente las muchas
formas en que satanás pretende engañarnos. No creas todo lo que piensas o escucha. Si bien no debemos ser cínicos,
debemos ser sobrios, y tratar de verificar lo que vemos y oímos, y cuadrarlo
con la verdad revelada de Dios.
2 – DIVISIÓN
Una de las oraciones finales de Jesús para nosotros
fue que seríamos uno (“Yo les he dado
la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno”
Juan 17:22). El oró esto en la última cena justo antes de a sufrir y morir por
nosotros.
Como tal, pone de relieve que un aspecto principal de su obra en la cruz
que es la de superar las divisiones intensificadas por satanás. Algunos
argumentan que la raíz griega de la palabra “diabólico” (diabolein)
significa cortar, rasgar, o dividir. Jesús
ora y trabaja para reunificar lo que divide el diablo.
El
trabajo de división del diablo comienza dentro de cada uno de nosotros a medida
que experimentamos muchas tendencias contrarias, algunas nobles, creativas, y edificantes, otras
malas, de pecado, y destructivas.
Muy
a menudo, luchamos dentro y nos sentimos desgarrados, como Pablo describe en
Romanos capítulo 7: No hago el bien que quiero hacer,…, y cuando trato de hacer
el bien, el mal está a la mano. Esta es la obra del diablo, para dividirnos por
dentro. Y como San Pablo expone en Romanos 8, la obra del Señor es establecer
en nosotros la unidad de alma y cuerpo, de acuerdo con la unidad de su verdad.
Y por supuesto el ataque del diablo en contra de nuestra unidad interna, se derrama en
muchas divisiones entre nosotros externamente.
Hay muchas cosas que ayudan a
impulsar esta división, y el diablo seguramente se nutre de todos ellas: la
ira, las heridas del pasado, resentimientos, temores, malentendidos, la
codicia, el orgullo y la arrogancia. También existe la impaciencia que
desarrollamos muy fácilmente con respecto a los que amamos, y la noción errónea
de que de alguna manera, deben buscarse otras personas más perfectas y
deseables. Y así muchos abandonan sus matrimonios, familia, iglesias y
comunidades, siempre en busca de la meta difícil de encontrar, de personas y
situaciones mejores y más perfectas.
El diablo tiene un día de campo tocando toda una
plétora de unidades pecaminosas dentro de nosotros, pero su objetivo es siempre dividirnos dentro de
nosotros mismos y entre nosotros mismos. Hacemos bien en reconocer que,
sea cual sea nuestra lucha con los demás, todos compartimos un enemigo común que busca dividirnos y destruirnos.
Como
San Pablo escribe: “Porque nuestra lucha no es contra enemigos de
carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos
de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el
espacio” (Efesios 6:12).
3 – DESVIACIÓN
Para desviarnos, el proceso
será alejarnos de lo que es nuestro principal objetivo o tarea. Y para todos
nosotros, el foco más importante es Dios y las cosas buenas que nos esperan en
el cielo.
Nuestro
camino es hacia el cielo, transitar el camino de la fe y la obediencia a la
verdad, el amor a Dios y el amor al prójimo. Y así el diablo hace todo lo que puede para
desviarnos, es decir, nos aparta de nuestro único y verdadero objetivo.
Por ejemplo lo
hará a través de que seamos absorbidos en las cosas pasajeras del mundo.
Muchos afirman que están tan ocupados que no tienen tiempo para orar, o ir a la
iglesia, o buscar otras formas de alimento espiritual. Llegan a ser absorbidos
por las cosas del mundo que pasa, y pasan por alto la realidad duradera.
Las
ansiedades y temores también nos causan muchas distracciones. Y por esto, el
diablo nos hace fijarnos en los temores acerca de las cosas que pasan, y por lo
tanto no tener el temor adecuado del
juicio que nos espera.
Jesús
dice
“No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más
bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena (infierno)”
(Mateo 10:28). En otras palabras, debemos
tener una santa reverencia y un santo temor dirigido hacia el Señor, y
de esta manera, muchos de nuestros miedos se verán en una mejor perspectiva, o
se irán por completo.
Pero
en este asunto del temor, el diablo dice todo lo contrario: debemos temer
10,000 cosas que pueden afligirnos en esta tierra de paso y no pensar en
absoluto de la única cosa más importante que nos espera, nuestro juicio.
En el corazón de toda la
desviación está que el diablo nos quiere centrados en cosas menores para evitar
que nos centremos en las cosas más grandes, tales como las decisiones morales y
la dirección general de nuestra vida.
Una vez más, tenemos que aprender a concentrarnos en lo más importante, y con
decisión negarnos a ser desviados a cosas menores.
4 – DESALIENTO
Como
seres humanos, y, desde luego, como cristianos, debemos tener altas
aspiraciones.
Esto es bueno. Pero como en todas las cosas buenas, satanás menudo busca
envenenar lo que es bueno. Pero al tener altas aspiraciones, también es cierto
que a veces nos falta la humildad de reconocer que hay que hacer un viaje a lo
que es bueno, y lo mejor.
Demasiado fácilmente entonces,
satanás nos tienta con la impaciencia hacia nosotros mismos o hacia otros. Y,
en nuestras aspiraciones, nos hace que esperemos un tiempo irrazonablemente
rápido, y viene falta de caridad hacia nosotros mismos o hacia otros.
Algunos
desarrollan desaliento con ellos mismos o los demás y se dan por vencidos en la
búsqueda de la santidad. Otros se dan por vencidos en la iglesia debido a
las imperfecciones que se encuentran allí.
El diablo también nos desalienta, porque las
aspiraciones son generalmente abiertas. El hecho es que siempre hay margen de
mejora, y siempre podemos hacer más. Pero aquí el diablo entra, y como siempre
podemos hacer más, también es posible
que nos lleve a pensar que nunca hemos hecho lo suficiente. Y así el diablo nos desalienta, sembrando
pensamientos de demandas poco razonables dentro de nosotros, en cuanto a
lo que podemos o debemos hacer en el día a día.
El
diablo también nos desalienta a través de cosas simples como la fatiga, los
fracasos personales que todos experimentamos, los reveses y otros
obstáculos que son comunes a nuestra condición humana, y comunes en un mundo
caído, con recursos limitados.
En todos estos aspectos a diablo busca
desalentarnos, para hacernos, en algún nivel, renunciar. Sólo un sentido de humildad desarrollado
adecuadamente puede ayudar a salvarnos de estas obras de desaliento de satanás.
Pero el hecho es, que la humildad, que es la reverencia por la verdad acerca de nosotros
mismos, nos enseña que crece y se desarrolla lentamente y por etapas, y
lo que hacemos, de hecho, tiene los contratiempos de vivir en un mundo que es
duro y está lejos de ser perfecto. Reconocer estas cosas y ser humildes, nos
ayuda a inclinarnos más hacia el Señor, y a la confianza en su ayuda
providencial, que crecerá en nosotros de forma incremental.
5 – FALTA DE INTERÉS EN LA
LUCHA
Al igual que el VIH debilita
el sistema inmunitario de la víctima para protegerse de las infecciones, el
tipo espiritual de VIH disminuye el instinto de un guerrero y su capacidad de
participar en las batallas espirituales. Su instinto de soldado ha sido
comprometido.
El
soldado con VIH espiritual se vuelve desinteresado en y aburrido de la lucha
espiritual. Él no sabe que está enfermo. Este virus crea para él una vida de desapego y de
indiferencia, no sólo para la lucha, sino también para el resultado de la
lucha. Siente que no hay nada en juego para él en esta lucha o cree que lo que
está en juego es demasiado pequeño para despertar su interés.
Nada
mas lejos de la verdad. Uno de los principales aspectos de la misión de Jesús
fue destruir las obras del diablo (1 Juan 3: 8). Esto incluye la eliminación de las
anteojeras de la mente de las personas para que puedan responder positivamente
a la llamada de Dios para amarle y servirle. Jesús siempre estuvo ocupado en la
guerra espiritual y las apuestas no han cambiado.
Es cierto que la lucha no es agradable. Sin
embargo, la Escritura es clara de que estamos para pelear la buena batalla de
la fe (1 Tim. 6:12). La Biblia
posiciona la guerra espiritual como una condición necesaria de la realidad que
los cristianos deben adoptar con el fin de hacer retroceder a los poderes de la
oscuridad.
Pero
la lucha no es sólo una acción necesaria. Es un acto de amor. Las apuestas
son demasiado altas para perder el interés. Al participar en la lucha espiritual,
te unes a Dios en las personas amantes en su reino; luchas porque amas.
Pero mientras que algunos creyentes enfermos no se
interesan en la lucha, otras personas
que viven con el VIH espiritual no creen en la lucha por completo. El
virus de alta indiferencia hace que sus almas comprometidas no vean o crean que
hay una guerra espiritual que ocurre a su alrededor. La ironía de este punto de
vista es que muchas de estas víctimas espirituales VIH se aferran a la
infalibilidad de la Biblia, que incluye enseñanzas tales como Efesios 6:13.
Para alguien que nunca ha luchado espiritualmente,
este verso parece charla religiosa. Tiene poco o ningún significado para la
población civil. Solamente los
guerreros comprenden el lenguaje guerrero.
Cuando el VIH ataca a un alma espiritual, el
guerrero enfermo – especialmente uno con poca o ninguna experiencia en la
guerra espiritual -, a menudo llega a la conclusión, “Estoy teniendo una
temporada de mala suerte.”
Él no pone juntas las dos cosas el impacto del
mundo de los espíritus y el del mundo natural. Una vista parcial de la vida, mantiene al soldado enfermo como un ser
ajeno.
Jesús
enseñó claramente que satanás y los espíritus malignos no son términos
metafóricos que representan el mal. Ellos son seres reales que tienen la
capacidad y el poder para involucrarse directamente en los asuntos de los seres
humanos. Si se mantiene una falta de fe en la lucha, también se está diciendo,
entonces, que Jesús tuvo una crisis nerviosa en el desierto durante sus 40 días
de ayuno.
Más bien lo contrario. Jesús no estaba teniendo una
crisis emocional, estaba tratando con el temido enemigo: Satanás. La falta de fe en la lucha es una falta de fe
en la experiencia de Jesús en el desierto.
Algunos
creyentes no han aprendido que esta batalla dura toda la vida. Se inicia
cuando nacemos y termina cuando morimos. La batalla termina cuando se abren las
puertas del cielo para nosotros, o por lo menos las del purgatorio.
Hasta
entonces, tenemos que encontrar maneras de mantenernos vigilantes y
comprometidos
sin llegar a estar abrumados o fuera de servicio por el desánimo en la duración
de la guerra.
Una
vida equilibrada debe permitir el tiempo y la atención adecuada que
ha de darse a las relaciones, carreras, a la atención mental y física de
nuestros cuerpos, además de nuestro desarrollo espiritual.
Una vida espiritual equilibrada debe incluir dar atención a la Escritura, la oración, la
comunión con Dios y la comunión con otros creyentes. Pasar tiempo tanto
privado como públicamente en oración y en la Palabra.
Cuando
uno pasa tiempo en oración, su pasión por Cristo se profundiza mientras y
adquiere respuestas para los desafíos de la vida.
Una
vida espiritual saludable no puede ocurrir de forma aislada. Necesitamos
comunión y pasar el rato con otros creyentes. Estas interacciones sociales
crean un agudo sentido de comunidad. Estas prácticas son lo que hicieron que la
iglesia haya sido tan exitosa evangelísticamente y en su desarrollo personal
(Hechos 2:42). Comprometerse con esta práctica te protegerá de contraer el VIH
espiritual.
Pero el estado de alerta constante de un guerrero
no requiere una descarga de adrenalina sostenida. La vida cristiana no es una carrera de 100 metros; es un maratón. Nuestro
ritmo determina la forma en que terminaremos.
He
aquí pues cinco tácticas comunes del diablo. Aprendamos a reconocerlas y nombrarlas. De esta
manera empezaremos a ganar autoridad sobre ellas.
Fuentes:
- http://www.aleteia.org/en/article/4-common-tactics-of-the-devil-5866230250471424
- http://www.amazon.com/Devil-You-Dont-Know-ebook/dp/B0090SBU6Q/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1374542569&sr=1-1&keywords=the+devil+you+don%27t+know
- https://www.avemariapress.com/author/175/Louis-J-Cameli/
- http://www.archchicago.org/blog/Blogger.aspx?BloggerID=57
- http://www.charismanews.com/opinion/57611-the-weapons-against-your-warfare
Foros de la Virgen María
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