sábado, 25 de junio de 2016

LA PROFECÍA DE JOSEPH RATZINGER SOBRE EL FUTURO DE LA IGLESIA


El joven teólogo Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) advirtió en el año 1969, a poco de terminado el Concilio Vaticano II, que la iglesia se achicaría, perdería poder y fe, y que iba a tener que empezar de nuevo. De este penoso camino de reconversión, que decía en aquella época recién comenzaba, emergerá una iglesia más espiritualizada y simplificada.

Benedicto XVI usó su pontificado para alistar a la Iglesia para los tiempos que estaban comenzando, de acuerdo a su profecía. Y sus predicciones no se han equivocado del todo, porque la iglesia parece en camino de achicarse en Occidente y la fe se deteriora por una creciente apostasía. Si se observa la trayectoria de su papado, el esfuerzo estuvo puesto en revalorizar la fe y no la influencia política de la Iglesia.


Sin embargo su sucesor, el papa Francisco, tiene un criterio opuesto. Su criterio es salir a evangelizar reduciendo los requisitos doctrinales en el anuncio inicial e incrementar su influencia política y mediática.

Pero más allá de la forma en que operar la crisis, tratar de depurar quedándose con lo más fiel o abrirse para captar más fieles, es interesante que la profecía de Ratzinger se está cumpliendo, la Iglesia está pasando por las penosas etapas que él predijo, y las convulsiones las hemos visto en el Sínodo de Obispos sobre la Familia.

Este es un material para discernir.

EL ESCENARIO

La profecía ésta de Ratzinger cerró un ciclo de lecciones radiofónicas que el entonces profesor de teología pronunció en 1969, en un momento decisivo de su vida y de la vida de la Iglesia.

Eran los años turbulentos de la contestación estudiantil, del Mayo de París de 1968, de la revolución sexual y del amor libre, de la conquista de la Luna, pero también de las disputas tras el Concilio Vaticano II. Ratzinger, uno de los protagonistas del Concilio, acababa de dejar la turbulenta universidad de Tubinga y se había refugiado en la de Ratisbona, un poco más serena.

Como teólogo, estaba aislado, después de haberse alejado de las interpretaciones del Concilio de sus amigos “progres” Küng, Schillebeeckx y Rahner sobre la interpretación del Concilio.

En ese periodo se fueron consolidando nuevas amistades con los teólogos Hans Urs von Balthasar y Henri de Lubac, con quienes fundó la revista “Communio”, misma que se habría convertido en el espacio para algunos jóvenes sacerdotes “ratzingerianos” que hoy son cardenales.

En el complejo 1969, el futuro Papa, en cinco discursos radiofónicos poco conocidos (y que la Ignatius Press publicó originalmente en el volumen “Faith and the Future”), expuso su visión sobre el futuro del hombre y de la Iglesia. La última lección, que fue leída el día de Navidad ante los micrófonos de la “Hessian Rundfunk”, tenía todo el tenor de una profecía.

En 2009 Ignatius Press liberó el discurso del padre Joseph Ratzinger en su totalidad, en un libro titulado Fe y el Futuro

NO PRETENDÍA PREDECIR EL FUTURO

Ratzinger no quería ser tomado como un vidente o un profeta, él explicaba:

Vamos, por lo tanto, ser prudentes en nuestros pronósticos. Lo que San Agustín dijo sigue siendo cierto: el hombre es un abismo; lo que va a salir de estas profundidades, nadie puede ver por adelantado.

Y el que cree que la Iglesia no sólo está determinada por el abismo que es el hombre, sino que alcanza el mayor abismo infinito que es Dios, será el primero en dudar de sus predicciones, porque este deseo ingenuo de saber con certeza sólo podía ser el anuncio de su propia ineptitud histórica”.

PENOSO PARA LA IGLESIA

El profesor Ratzinger comparaba la época actual con la del Papa Pío VI, raptado por las tropas de la República francesa y muerto en prisión en 1799. En esa época, la Iglesia se encontró frente a frente con una fuerza que pretendía cancelarla para siempre.

“Nos encontramos en un enorme punto de cambio en la evolución del género humano. Un momento con respecto al cual el paso de la Edad Media a los tiempos modernos parece casi insignificante”.

El proceso será largo y tedioso como fue el camino del falso progresismo en la víspera de la Revolución Francesa – cuando se podía pensar que un obispo era inteligente si se burlaba de los dogmas e incluso insinuaba que la existencia de Dios no era del todo cierta.

“Ya no será capaz de habitar los edificios que construyó en tiempos de prosperidad. Con la disminución de sus fieles, también perderá gran parte de los privilegios sociales”.

Como en una pequeña sociedad, se harán mucho mayores demandas sobre la iniciativa de sus miembros individuales.

Será penoso para la Iglesia, porque el proceso de cristalización y clarificación, le costará mucha energía valiosa. Esto la hará pobre y provocará que se convierta en la Iglesia de los humildes.

DE AHÍ EMERGERÁ UNA NUEVA IGLESIA

Pero cuando la prueba de este tamiz haya pasado, un gran poder fluirá de una Iglesia más espiritualizada y simplificada.

“Será una Iglesia más espiritual, que no suscribirá un mandato político coqueteando ya con la Izquierda, ya con la Derecha. Será pobre y se convertirá en la Iglesia de los indigentes”.

“De la crisis actual surgirá una Iglesia que habrá perdido mucho. Será más pequeña y tendrá que volver a empezar más o menos desde el inicio”.

LA SOLEDAD DE LOS HOMBRES

Lo que Ratzinger exponía era un:

“largo proceso, pero cuando pase todo el trabajo, surgirá un gran poder de una Iglesia más espiritual y simplificada”.

Entonces, los hombres descubrirán que viven en un mundo de “indescriptible soledad”, y cuando se den cuenta de que perdieron de vista a Dios, “advertirán el horror de su pobreza”.

Los hombres en un mundo totalmente planificado se encontrarán indeciblemente solitarios. .

Luego ellos descubrirán en el pequeño rebaño de creyentes una respuesta que siempre han estado buscando en secreto:

lo descubrirán como una esperanza para sí mismos, la respuesta que siempre habían buscado en secreto”.

¿DE QUE TIPO DE GENTE ESTARÁ COMPUESTA LA NUEVA IGLESIA EMERGENTE?

Ratzinger es muy claro refiriéndose al tipo de personas que formarán la Iglesia que el concibe va a emerger.

“El futuro de la Iglesia puede y sucederá a partir de aquellos cuyas raíces son profundas y que viven la plenitud de su fe pura. No sucederá a partir de los que se acomodan simplemente al momento pasajero o de aquellos que se limitan a criticar a los demás y a asumir que ellos mismos son infalibles varas de medir; ni sucederá a partir de los que toman el camino más fácil, quienes pretenden eludir la pasión de la fe, declarando falso y obsoleto, tirano y legalista, todo lo que hace demandas sobre los hombres, que les hace daño y les obliga a sacrificarse”.

“Para poner esto de manera más positiva: el futuro de la Iglesia, una vez más, como siempre, será reconfigurado por los santos, es decir por los hombres, que tienen la mente para sondear más profundo que las consignas del día, que ven más que los que otros ven, porque sus vidas abrazan una realidad más amplia”.

El desinterés, lo que hace libres a los hombres, sólo se alcanza a través de la paciencia de los pequeños actos diarios de auto-negación. Por esta diaria pasión, que por sí solo revela a un hombre de cuántas maneras está esclavizado por su propio ego, por esta pasión todos los días y por ella sola, se abren lentamente los ojos del hombre”.

“Él ve solamente la medida en que ha vivido y sufrido. Si hoy estamos casi sin poder tomar conciencia de Dios, es porque nos resulta muy fácil evadirnos, huir de las profundidades de nuestro ser por medio del narcótico de algún placer o de otro tipo. Por lo tanto nuestras propias profundidades interiores permanecen cerradas para nosotros. Y si es cierto que un hombre sólo puede ver solamente con su corazón, entonces ¡que ciegos estamos!”

“¿Cómo afecta todo esto al problema que nos ocupa? Esto significa que las grandes promesas de los que profetizan una Iglesia sin Dios y sin fe es toda charla vacía. No tenemos necesidad de una Iglesia que celebra el culto con oraciones políticas. Es totalmente superfluo. Por lo tanto, se destruirá. Lo que quedará es la Iglesia de Jesucristo, la Iglesia que cree en el Dios que se ha hecho hombre y nos promete vida más allá de la muerte”.

Y también explicita el tipo de sacerdote que emergerá en esa Iglesia:

“El tipo de cura que no es más que un trabajador social puede ser reemplazado por el psicoterapeuta y otros especialistas; pero el cura que no es especialista, que no esté mirando el partido, dando consejos oficiales, sino que en el nombre de Dios se pone a disposición del hombre, que está al lado de ellos en sus dolores, en su alegrías, en su esperanza y en sus miedos, ese tipo de cura es sin duda el tipo de cura que se necesitará en el futuro”.

TIEMPOS MUY DUROS

La Iglesia se enfrenta a tiempos muy duros. La verdadera crisis apenas ha comenzado.

“Vamos a tener convulsiones terribles. Pero estoy igualmente seguro de lo que quedará al final: no a la Iglesia del culto político, que ya está muerta, sino la Iglesia de la fe”.

Ella bien puede no ser el poder socialmente dominante en la medida en que lo era hasta hace poco, pero va a disfrutar de un florecimiento fresco y ser vista como el hogar del hombre, donde se encuentre vida y esperanza más allá de la muerte.

ALGUNAS CONSIDERACIONES

Ratzinger parece haber estado profetizando sobre la iglesia en Europa, lo cual calza perfecto, en cambio en África y Asia, y hasta cierto punto en Latinoamérica, la iglesia tiene un vigor propio de una zona de misión exitosa, de modo que estamos en un escenario mixto, o si se quiere en el campo de un profecía parcial, hasta ahora.

Sin embargo los aspectos doctrinales de esa Iglesia, por ejemplo en África, son también mixtos, porque por ejemplo si bien son ortodoxos respecto a la homosexualidad no lo son respecto al matrimonio, debido a su propia cultura ancestral. Por otro lado, esa Iglesia no tiene ni cerca el peso político de la Iglesia de Occidente.

En segundo lugar, Ratzinger profetiza que emergerá una iglesia pobre y de los indigentes, operativo de sesgo que recién está haciendo Francisco en su pontificado, quien está optando por una iglesia aliviada de su “pompa y boato” y orientada hacia las periferias.

Y en tercer lugar, a pesar de la figura de Francisco, que dotado al pontificado de mayor penetración en los medios de comunicación occidentales y en la política mundial, lo cierto es que la Iglesia está perdiendo poder en occidente en manos del laicismo.

Fuentes:


Foros de la Virgen María

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