Cuando hace un tiempo el
geólogo español Antonio Yagüe profetizó que la fecha en que sucedería el Gran
Milagro – profetizado en Garabandal y Medjugorje -, sería en el 2017, mi
primera reacción fue ¡Otro más talenteando! ¿No son conscientes del papelón y ridículo
que hacen cuando terminan equivocándose? Pero como había hecho una
investigación convincente sobre en nombre de Santa María de Guadalupe, ver aquí,
lo leí con cierta expectativa.
Y me llevé una sorpresa por la
contundencia del análisis y la rigurosidad en el manejo de los datos. Por eso
estamos publicando su análisis que predice el Gran Milagro que iluminará la
conciencia de los humanos para el 13 de abril de 2017, un mes antes que la
aparición de Fátima cumpla los 100 años.
De cualquier forma el análisis de Yagüe no deja de ser una hipótesis y no es una
certeza ni mucho menos. Así que estemos informados de lo que dice y
tomemos esta profecía de Yagüe con sana
cautela.
EL CIELO: DOS LENGUAJES
DIFERENTES PARA UNA SOLA REVELACIÓN
¿Es posible que Dios haya
utilizado otro lenguaje adicional a la Biblia, para hablarnos de Su único Plan
de Redención?
Para los ciudadanos de este novel siglo XXI
escuchar hablar de Astronomía Sagrada
es algo así como extraño.
Por
años y años, fuimos aprendiendo (es parte de nuestra cultura) los signos del
Zodíaco y el nombre del signo dentro del cual tuvimos la suerte de nacer y
alguna vez, de reojo y sin mucha convicción, habremos leído algún horóscopo.
Eso,
antes de enterarnos que lo que leíamos era producto de una “inspirada”
redacción del encargado de sociales del diario o revista en cuestión, y percatarnos
de que el mensaje de los astros que le había tocado a Libra la semana anterior,
ahora le tocaba a Tauro y antes, palabra por palabra, le había sido dedicado a
Géminis, Piscis, etc., etc.
El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica vino
providencialmente en nuestra ayuda, borrando de un plumazo todo eso, como contrario a la Ley de Dios y peor aún,
calificando el hecho de leer y creer en toda esa basura como pecado mortal.
Así nomás.
Por
eso es que, siendo tan parecida la palabra Astronomía a “Astrología”, es que
tal vez nos produzca algún resquemor unirla a la palabra “Sagrada”.
Sin embargo, los católicos podemos estar
tranquilos.
La Astronomía Sagrada es nada
menos que la ciencia que llevó a los Reyes Magos a descubrir cuándo y dónde
sería la primera Venida de Jesucristo.
Este saber arcano, que nada tiene que ver con horóscopos y astrólogos, tal vez era
legible por los hombres antes del Diluvio, pero quedó olvidado durante muchos
siglos, porque el demonio (gran imitador de Dios), se encargó de envilecer la
Astronomía Sagrada inventando una burla de ella, la Astrología, que tomó a la
humanidad por asalto convirtiéndose en parte de la cultura más popular.
Ha habido, sin embargo, estudiosos que rescataron y rescatan lo escrito en las estrellas,
para tratar de develar qué nos quiso decir Dios con cada una de ellas.
El
Dr. en Geología Antonio Yagüe, es un estudioso del tema y ha querido compartir
con nosotros todas sus hipótesis, basadas en el estudio riguroso de las Sagradas
Escrituras y su posible reflejo en las estrellas, apoyándose también para ello
en las mismas Escrituras. En su trabajo, él cita el Salmo 19, que habla
precisamente de eso:
Avanzando en su estudio, y basándose en el episodio
de los Magos, el Dr. Yagüe llega a confirmar (y no es el primero), que
efectivamente existe un mensaje divino
en las estrellas.
Lo hace deduciendo que, al no conocer los Magos ni una sola letra de la Escritura, sin
embargo supieron antes que nadie,
y tan solo por el estudio de las estrellas, cuál sería el momento, el lugar y ,
lo más importante Quién sería el que
iba a nacer.
El propio Dr. Yagüe lo explicaba en un artículo
para Religión en Libertad
“Al escribir sobre la sabiduría de los Reyes Magos,
manifestaba mi asombro or lo que llegaron a conocer del Redentor aquellos
hombres santos sólo a través de las estrellas. …supieron el dónde y el cuándo y
el quién de su nacimiento, y amaron a aquel
Niño que
sabían era Dios y Hombre a la vez, que moriría y que volvería como Rey
triunfante. Así se deduce a través de los regalos que le ofrecieron: incienso,
mirra y oro”
Los regalos ofrecidos a Jesús por los Magos revelan
que por las estrellas ellos conocieron Su doble naturaleza Divina (por eso le
llevaron incienso) y humana, (la
mirra lo confirma). También la mirra señala que ellos habían llegado a conocer a través de las estrellas que Él estaba
llamado a sufrir, pero que era un Rey y que su victoria estaba escrita
en el Cielo, por lo que también le llevaron oro.
Apoyado en estos conocimientos, el Dr. Yague va un
paso más allá, lanzando esta vez la hipótesis de que si los datos proféticos de
la Primera Venida estaban escritos en
un doble lenguaje: el de las estrellas y el de la Palabra, era seguro
que los de la Segunda Venida además de plasmados en las profecías bíblicas,
también estarían escritos en las estrellas. Sólo había que investigar y
aprender a leer lo que él llama los Patrones
de Profecía de la Primera
Venida, y aplicarlos a la Segunda.
Para
comenzar a entender de qué nos habla, él mismo recurre al Diccionario para buscar la
definición de la palabra “Patrón”. Encuentra que es “un modelo que sirve de
muestra para sacar otra cosa” y que puede ser “un conjunto d elementos que
forman una unidad que se repite, por lo que puede tomarse como referencia”.
Bien. ¿Pero cómo esas definiciones pueden aplicarse
a una profecía?
Él explica que lo que él llama un patrón profético es un texto de la Sagrada Escritura que, sin enunciar
directamente una profecía, es modelo, símbolo o anuncio de algo futuro.
La
pregunta ahora es, ¿por qué podríamos o deberíamos creer en las profecías?
¿Para qué buscarlas?
El encuentra la respuesta en Apocalipsis 19,10,
donde aparece escrito que
“el testimonio de Jesús es el
espíritu de profecía”
GUADALUPE, SIEMPRE GUADALUPE,
ANTES Y AHORA
Y así es. Lo que parece haber disparado su interés
en las estrellas fue leer sobre el descubrimiento de que en el manto de la Virgen de Guadalupe
aparecían 46 estrellas con sus correspondientes constelaciones.
Y tan es así, que el Instituto de Estudios
Astronómicos de la Universidad de México concluyó que el firmamento estampado en la tilma sobre la imagen de la Sma. Virgen,
era exactamente el que aparecía en el cielo de México en el solsticio de
invierno del año de la Aparición, o sea, 1531.
Pero
la ubicación de las estrellas, que era exacta, no era vista desde abajo, sino desde arriba, desde
lo más alto, establecida en una perspectiva denominada anamórfica
Debemos
al Padre Mario Rojas y al Dr. Juan Homero Hernández Illescas, el descubrimiento
de la correlación entre las estrellas estampadas en el manto de la
Virgen y las del cielo en el solsticio de invierno del año 1531.
Ellos descubrieron que nada en
el manto había sido colocado al azar, que en él estaban reconstruidas las
constelaciones y las principales estrellas.
También notaron que algunas constelaciones, que no
estaban representadas explícitamente, quedaban en posiciones significativas,
como por ejemplo, la Corona Boreal
quedaría sobre la frente de la Virgen, sobre las manos juntas estaría Virgo.
Leo, con su estrella Régulus (el Pequeño Rey) quedaría justo sobre su vientre
grávido. Y Orión, el mítico gigante, sobre el ángel que la sostiene.
LAS ESTRELLAS, PRESENTES EN
LAS SAGRADAS ESCRITURAS
Con esos datos en su carpeta, el Dr. Yagüe comenzó
a buscar las menciones de estrellas en la Sagrada Escritura. Desde el comienzo,
fueron señaladas como creación de Dios.
“Hizo Dios
los dos luceros mayores; el lucero grande para el dominio del día, y el
lucero pequeño para el dominio de la noche, y las estrellas; y los puso Dios en
el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra, y para dominar en el día y
en la noche, y para apartar la luz de la oscuridad.”(Génesis 1,
16-18).
Por
lo tanto, por su condición de ser criaturas, NO pueden ser adoradas.
Su número es grande, pero está
contado. Y cada una tiene su propio nombre
“Él
determina el número de estrellas y a cada una le pone nombre” (Salmo
147,8).
Ahora bien, el nombre de cada criatura entraña el
significado de misión. Dentro de la
Creación, los únicos que tienen nombre individual son los seres humanos y, como
se ve, también las estrellas. El resto de la Creación está nombrado por
especie, las plantas, los animales, etc.
Los
creyentes sabemos, por Fe, que cada uno de nosotros tiene una misión en la
vida.
Lo
que no sabíamos, es que también las estrellas parecen tenerla.
Cada estrella tiene un
resplandor diferente
San
Pablo
nos lo dice en su Primera Carta a los Corintios:
“
. . . y aún entre las estrellas, el brillo de una es diferente del de otra”. (1 Cor. 15,41).
Siguen un orden de aparición
determinado, nada fue puesto al azar
“Levanten
los ojos al cielo y miren. ¿Quién creó todo esto? El que los distribuye
uno por uno y a cada uno lo llama por su nombre. Tan grande es su poder y su
fuerza, que ninguno de ellos falta.” (Isaías 40, 26)
Fueron puestas con sabiduría
“Con
sabiduría e inteligencia, el Señor afirmó los cielos y la tierra”(Proverbios
3, 19).
Sabemos
desde siempre
que las estrellas, así como el Sol y la luna, fueron puestas por Dios para
iluminar el día y la noche. Para ordenar la vida del hombre (medir los tiempos,
las estaciones, servir de orientación en la noche)
Como signos
Signo es una figura convencional que tiene asociado
un significado o mensaje
“Los cielos
proclaman la gloria de Dios, de su Creación nos habla la bóveda celeste” (Salmo 19, 1)
EN BUSCA DE LA PALABRA DE DIOS
EN LAS ESTRELLAS
Continuando con su investigación, Yague fue a los
escritos de otros eruditos, que también estudiaron exhaustivamente las
estrellas. En efecto, la británica
Frances Rolleston en 1862, el norteamericano Joseph Seiss en 1882 y Edward
Maunder en 1934, además de otros, dedicaron su vida a investigar
estrellas y constelaciones con sus correspondientes nombres desde la
antigüedad.
Los sorprendentes resultados de estas
investigaciones fueron que tanto las
estrellas como las constelaciones habían conservado sus nombres desde la más
remota antigüedad, no importando de qué civilizaciones se tratara.
Y de acuerdo a antiquísimos grabados, pudieron
afirmar que tanto estrellas como
constelaciones se han mantenido en un orden casi invariable desde la antigüedad
hasta nuestros días.
La consecuencia que deduce el
Dr. Yagüe es que: si las estrellas trasmiten un mensaje, éste proviene de muy
antiguo, y muy probablemente desde los mismos orígenes del hombre.
Después de este prólogo, volvamos al origen del
interés del Dr. Yagüe
LA VIRGEN DE GUADALUPE
¿TAMBIÉN NOS HABLÓ CON SU MANTO?
Dado que el
manto de la Sma. Virgen está tachonado de estrellas, Ella debe querer
decirnos algo con eso.
La primera conclusión de Yagüe, apoyada en las
investigaciones del Padre Rojas y el Dr. Hernández Illescas, las de éste último
conjuntamente con el Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional de
México, fue que: las 46 estrellas del
manto no son un adorno aleatorio.
Tampoco su posición en el
manto es aleatoria, sino que, como ya dijimos, es una proyección anamórfica de
la situación real del cielo en el solsticio de invierno del año 1531 que fue
cuando la Virgen se apareció a Juan Diego.
En
el manto están representadas las estrellas más brillantes de las principales
constelaciones visibles desde el Valle del Anáhuac aquella madrugada del 12 de
diciembre.
Allí están las constelaciones completas.
En el lado
izquierdo del manto de la Virgen (a nuestra derecha, porque la vemos de
frente) se encuentran comprimidas las constelaciones del sur: Ofiuco, Escorpión e Hidra.
En el lado
derecho del manto de la Virgen se muestran las constelaciones del norte.
En
el hombro, un fragmento de la constelación del Boyero (Bootes); hacia abajo,
a la izquierda, le sigue la Osa Mayor (Ursa Maior), en forma de una sartén. La
rodean, a la derecha, arriba, la cabellera de Berenice (Coma Berenices); a la
derecha, abajo, Lebreles (Canes Venatici); a la izquierda Thuban la estrella más
brillante de la constelación del Dragón (Draco).
Por
debajo de dos estrellas (que forman parte de Lince), se percibe otro
par de estrellas de la constelación del Cochero (Auriga), y al oeste, hacia
abajo, tres estrellas de Tauro (Taurus).
De
esta manera quedan identificadas en su totalidad y en su sitio, un poco
comprimidas, las 46 estrellas más brillantes que rodean el horizonte del Valle
de México.
Esa posición coincidente con
el cielo en el momento de la estampación milagrosa de la imagen en la tilma, confirma
asombrosamente por otra vía la historicidad de la aparición.
¿ES POSIBLE ENTONCES QUE
EXISTA EN LAS ESTRELLAS ALGUN MENSAJE MÁS?
Pues parece que, a medida que los eruditos iban
observando y analizando las estrellas, fueron haciéndose conscientes de que
ellas efectivamente nos trasmiten un
mensaje de Dios. Esa idea se fue confirmando a través del significado de
sus nombres, a través de las formas y figuras de las constelaciones, así como
de la relación espacial entre ellas.
La
gran sorpresa apareció cuando tomó forma la hipótesis de que la bóveda celeste
explica, de la misma forma que las Sagradas Escrituras, el Plan Redentor de
Dios.
Eso tiene como significado primero y muy
importante, que
Dios plasmó en las figuras
estelares su promesa de Redención y enseñó a los hombres su significado.
Cada
noche, el hombre podía recordarla en forma de película.
Dado
que pasarían cerca de 2.500 años desde la promesa de Redención al hombre en el
Paraíso, hasta que fuera escrito el Génesis,
Dios
escribió ese mensaje en las estrellas para que el hombre no perdiera la
esperanza en su liberación de los efectos mortales del pecado.
A estas alturas, Yagüe concluye que:
Dios creó dos vías de
trasmisión (imagen y escritura) o lo que es lo mismo, “dos testigos” de la única
promesa de Redención.
MUY BIEN, ESTO FUE EL PASADO Y
YA SE CUMPLIÓ. PERO, ¿QUÉ ES LO QUE VIENE?
Este es el desafío que se plantea y nos plantea
nuestro investigador.
Si estaba plasmada en las
estrellas la Primera Venida de Nuestro Señor, debe estarlo de igual manera Su
Segunda Venida.
Y un paso más: tal vez lo esté con el mismo Patrón Profético de la Primera Venida.
Por lo tanto, Yagüe comenzó a averiguar qué cosas nos decía la imagen de la Virgen de
Guadalupe. Encontró que hay varias muy reveladoras.
María
se presentó en Guadalupe como la Mujer del Apocalipsis vestida del
sol, con la luna bajo sus pies, etc., etc.
Pero, lo asombroso fue que hubo dos detalles que, aunque latentes, no
estaban visibles en la aparición de Guadalupe.
El
Niño Dios aún estaba en el vientre de Su Madre, no podía verse.
La
corona de doce estrellas no aparecía sobre la cabeza de la Virgen, aunque, como
ya vimos, según el patrón de las estrellas del manto, la Corona Boreal, invisible, quedaba exactamente sobre su frente.
Así fue como el Dr. Yagüe se
planteó como nueva hipótesis que, si en Guadalupe había cosas no mostradas sino
sólo latentes, debía buscar otra Aparición mariana que las tuviera
explícitas.
Y al observar detenidamente
las principales apariciones marianas descubrió que lo que aparece implícito en
Guadalupe, está asombrosamente explícito en la aparición de Garabandal.
¿Y
qué cosas son ésas?
Primero: la corona de doce estrellas
que la Virgen no muestra en Guadalupe sino sólo la sugiere, sí aparece en
Garabandal.
Segundo: el velo. Lo que aparece
velado en Guadalupe, aparece develado en Garabandal, porque la Virgen se
apareció allí sin velo, mostrando su cabello.
La tercera prueba, que para Yagüe
confirmaría que Garabandal continúa el mensaje de Guadalupe es el Niño, ya en
los brazos de Su Madre.
En Guadalupe aparecía invisible dentro del vientre,
aquí aparece ya nacido.
LAS ESTRELLAS QUE ESTÁN EN EL
MANTO, AUNQUE NO SE VEN
Yagüe hace una detallada explicación de lo que ya
habían descubierto el P. Rojas y el Dr. Hernández Illescas. Tal y como aparecen
estampadas las estrellas en la tilma, una
constelación no explícita es Leo, que en la Astronomía Sagrada es imagen de Dios, y cuya estrella
alfa es Régulus, “El pequeño Rey”,
que caería, invisible, justo en el centro de su vientre.
Tampoco la Corona
Boreal aparece, pero, como ya vimos, tendría su lugar exacto en la
frente de la Virgen.
Otra estrella muy importante y que parece que la Virgen quiso destacar fue la estrella
Sirio, la más brillante del Cielo, que está en un pliegue final de su
manto, como si ella quisiera destacarla y abrazarla al mismo tiempo. Esta
estrella, cuyo nombre en hebreo era
“Nas – Seir – ene” tenía el significado de “el Príncipe que viene”, el
cual sería llamado Nazareno.
GARABANDAL Y SUS PROFÉTICAS Y
ASOMBROSAS REVELACIONES
Lo más importante de todo, manifiesta Yagüe, es
tomar conciencia de que la Virgen de Guadalupe, al presentarse como la Mujer del Apocalipsis, nos quiere decir
algo. Nos quiere dar a entender un mensaje que en ese momento
Ella sólo sugiere, pero los
completa en Garabandal.
Recordemos que el mensaje de
la Virgen en Garabandal, fue que vendría un Aviso, luego un Gran Milagro, el
mayor realizado por Dios desde la Resurrección de Jesucristo, y un Castigo si
la gente no se convierte.
Tal vez deberíamos poner nuestro énfasis en ese
Gran Milagro, el mayor después de aquel que volvió a la vida a Jesús, como el centro de la aparición de Garabandal
Podemos ver en la figura debajo, cómo la estrella Régulus, de la constelación del León
(Leo), está en el centro de la imagen y cómo Júpiter, que en la Astronomía Sagrada representa a Jesucristo,
está fuera del centro, como si la Virgen nos quisiera decir que aún no es el
tiempo del nacimiento, (hecho que ocurrirá cuando Júpiter haya avanzado en su
camino lo suficiente como para entrar en el vientre de Virgo). Pero allí, en
Guadalupe, la Madre aún lo estaba esperando.
La
conjunción de Saturno y la Luna que destaca Yagüe en la figura, no estarían
marcando algo bueno, puede que eso tenga que ver con el peregrinaje de José y
María hacia Belén y el rechazo de todos a darles albergue.
En Religión en Libertad, Yagüe escribe lo
siguiente:
Entre
las docenas de hipótesis que se han propuesto sobre fenómenos astronómicos para
la estrella de Belén, hay una que encaja con las diversas condiciones
que indica el Evangelio de San Mateo y con la edad de 33 años que la Tradición
nos dice que tenía Jesús cuando murió en abril del año 33 de nuestra era.
Se trata de una
conjunción séxtuple de Júpiter en poco más de un año, entre el 12 de
agosto del (-3) y el 18 de octubre del (-2), mientras transitaba por las
constelaciones de Leo y Virgo: tres
coincidencias con la estrella Régulus que sucedieron dentro de otras tres conjunciones con el planeta Venus.
Este raro fenómeno se produjo cada 510-510-510-627 años. Era la cuarta vez que
se producía desde los tiempos del diluvio.
Pero lo importante era el simbolismo derivado del
suceso, que se apoyaba en el
significado de los nombres de esas constelaciones, planetas y estrella,
y de sus movimientos, cuyo mensaje velado podría transcribirse así:
En el blog Ecos de Garabandal, hemos leído
lo siguiente:
El Dr. Antonio Yagüe nos ha compartido sus
estudios, según los cuales, en el próximo 13 de abril de 2017, Júpiter, que como astro rey representa a Jesucristo en la
Astronomía Sagrada, estará en el vientre de la constelación de Virgo, y ese
mismo día la Luna estará a los pies de
Virgo.
Según el patrón de la “estrella” de los Magos para
la Primera Venida, cuando Júpiter
se encuentra en el vientre de Virgo
(la Mujer encinta) y la luna
está a sus pies, astronómicamente se cumple el texto del Apocalipsis.
El problema es que esta situación astronómica
ocurre aproximadamente cada 12 años,
por tanto sin otros datos que precisen algo más, es insuficiente como señal
para determinar los tiempos de la segunda Venida.
Según
lo profetizado en Garabandal,
- El día del Gran Milagro
será un Jueves,
- Será fecha de un mártir
de la Eucaristía.
- Caerá entre los días 8 y
16 de los meses marzo, abril y mayo.
JÚPITER YA EN EL VIENTRE DE
VIRGO Y LA LUNA A LOS PIES DE LA MUJER (VIRGO)
La hipótesis, entonces, del 13
de abril de 2017 como fecha del Gran Milagro, que Yagüe equipara a la aparición
en el cielo de la Mujer del Apocalipsis, se ajusta precisamente a las
precisiones puestas por María en Garabandal:
Ese preciso día será jueves,
día en que se celebra a San Hermenegildo, mártir de la Eucaristía y virrey de
la Bética, en la Hispania Visigoda, hacia el año 580, que murió por no querer
recibir la comunión de un obispo arriano.
Ese jueves, además, será
Jueves Santo, día en que se celebra la Institución de la Eucaristía.
El obstáculo que presenta esta situación, es que,
como ya dijimos, esta señal se repite
cada doce años. Y, como bien afirma Yagüe, nada que se repita cada doce
años representa una señal.
Frente a esto, era preciso buscar más datos que
avalaran la hipótesis de esa precisa fecha.
Nuevamente
Garabandal con sus precisiones, viene en ayuda.
La cuarta precisión de la Virgen, fue
que ese día coincidiría con una fiesta de gran alegría para la Iglesia.
Lo
cual se vuelve fundamental para reafirmar la hipótesis del 13 de abril de 2017
como fecha cercana para la ocurrencia de ese hecho principal, ya que la
siguiente oportunidad en que esas tres coincidencias se repetirán, sería el
Jueves 11 de abril de 2954, día en que se celebra también la fiesta de un
mártir de la Eucaristía, fecha que, sin embargo, no coincide con la cuarta
precisión de la Virgen.
Entonces, podemos preguntarnos, ¿qué puede llevar a Yagüe a afirmar que esa
fecha determinada por él y no otra es la que concuerda precisamente con
las profecías de Garabandal?
Asombrosamente, la hipótesis de esa fecha
determinada, se reafirma por la razón de que ese mismo día en el otro
extremo del cielo, el planeta Neptuno, que en la Astronomía Sagrada representa
a la Iglesia, estará sobre la constelación de Piscis, (que también representa a
la Iglesia), en conjunción con el Sol, que representa a Dios.
Es
precisamente esa triple conjunción, de Neptuno-Sol-Piscis, lo que nos recuerda
el acontecimiento venturoso profetizado en Garabandal para la Iglesia en el día
del Gran Milagro.
Y aquí es donde podemos continuar asombrándonos: la
probabilidad de que ambas situaciones
astronómicas vuelvan a coincidir en la esfera celeste es de ¡una en 100.000
años!
Podríamos resumirlo así
Evidentemente, y el mismo Dr.
Yagüe lo precisa en sus escritos y videos, las hipótesis de trabajo realizadas
están sujetas a los cambios que puedan ocurrir en el devenir de la historia, y
también están sujetas al discernimiento que siempre los creyentes debemos
aplicar en lo que no tiene relación directa con el Depósito de la Fe de la
Iglesia Católica.
Fuentes:
- http://ecosdegarabandal.blogspot.com/2013/04/la-fecha-del-gran-milagro.html
- http://virgenconstelaciones.blogspot.com/
- http://www.religionenlibertad.com/de-la-estrella-de-belen-a-la-gran-senal-en-el-33096.htm
- http://www.garabandal.org.es/
- http://es.catholic.net/op/articulos/29884/el-misterio-de-la-virgen-de-guadalupe-mexicana.html
- https://books.google.com.uy/books?id=vKs_5=las+investigaciones+de+Mario+Rojas+y+Hern%C3%A1ndez+Illescas+sobre+Guadalupe
- http://www.marialuzdivina.com/paginas/adv/gpe/p30d.php
- http://www.elobservadorenlinea.com/web/content/view/2624/1/
- “La Virgen de Guadalupe y las estrellas”, Dr. Juan Homero Hernández
Illescas, Pbro. Mario Rojas, Mons. Enrique Salazar, (Centro de Estudios
Guadalupanos.)
Escrito por María de los
Ángeles Pizzorno - De Uruguay, Escritora, Ex Secretaria retirada
Foros de la
Virgen María
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