Francisco, al
explicar el milagro de los panes y los peces.
El Evangelio del día era el del
milagro de los panes y los peces, y Francisco centró sobre él su mensaje
previo al Ángelus de este domingo, algo más breve de lo habitual porque la
lluvia obligó a abrir los paraguas a los miles de personas congregadas en la
Plaza de San Pedro para escucharle.
Tras resumir los hechos (los cinco panes y dos peces con los que Jesucristo alimentó a una multitud hambrienta hasta saciarla, sobrando comida), el Papa explicitó los "tres mensajes" que pueden extraerse de su meditación.
COMPASIÓN
El primero es "la compasión": "Ante la multitud que le persigue y, por así decirlo, ´no le deja en paz´, Jesús no reacciona con irritación, sin con un sentimiento de compasión, porque sabe que no le buscan por curiosidad, sino por necesidad". Pero esa compasión de Jesús es algo más que "sentir piedad", añadió Francisco, es "compartir, hacerse uno con los sufrimientos del otro hasta el punto de tomarlos sobre uno mismo: así es Jesús. Sufre junto a nosotros, sufre con nosotros, sufre por nosotros".
Las curaciones que hace son un signo de esa compasión. "Jesús nos enseña a anteponer las necesidades de los pobres a las nuestras. Nuestras exigencias, aunque sean legítimas, nunca serán tan urgentes como las de los pobres que no tienen lo necesario para vivir", proclamó Francisco, quien hizo un algo para reflexionar sin leer: "Cuando hablamos de los pobres, ¿sentimos realmente que no tienen para comer, que no tienen para vestirse, que no tienen medicinas, cuyos niños no pueden ir al colegio?".
COMPARTIR
El segundo mensaje del milagro de los panes y los peces es precisamente el de "compartir": "Es útil confrontar la reacción de los discípulos", que sugieren despedir a la muchedumbre para que puedan ir a comer, "con la de Jesús", que les dice que ellos mismos les darán de comer.
Son "dos lógicas opuestas": "La lógica de los discípulos es la lógica del mundo, según la cual cada uno tiene que pensar en sí mismo", como diciendo "allá vosotros, buscaos la vida"; sin embargo, "Jesús razona con la lógica de Dios, que es la de compartir. ¡Cuántas veces miramos hacia otro lado para no ver a nuestros hermanos necesitados! Mirar hacia otro lado es una forma educada de decir, con guante blanco, ´arregláoslas vosotros´. Pero esto no es de Jesús, esto es egoísmo. Si Jesús hubiese despedido a la muchedumbre, muchas personas se hubiesen quedado sin comer".
El Papa advirtió de que el milagro de los panes y los peces "no es magia": "Es un signo que invita a tener fe en Dios, Padre providente, que no dejará que nos falte el pan nuestro de cada día si sabemos compartirlo con los hermanos".
EUCARISTÍA
Y un tercer mensaje: "El milagro de los panes anuncia la Eucaristía", como se ve en el gesto de bendecirlos antes de distribuirlos, "el mismo gesto de la Última Cena". "En la Eucaristía Jesús no da solamente un pan, sino el pan de vida eterna, se da a sí mismo ofreciéndose al Padre por amor a nosotros. Debemos acercarnos a la Eucaristía con estos sentimientos de Jesús, con compasión y con ese deseo de Jesús de compartir. Quien se acerca a la Eucaristía sin tener compasión de los necesitados y sin ánimo de compartir, no está a bien con Jesús".
"Compasión, compartir, Eucaristía", resumió: "Éste es el camino que Jesús nos muestra en este Evangelio", un camino que nos lleva "a compartir las necesidades de este mundo" pero también nos lleva "más allá de este mundo, porque parte de Dios y vuelve a Él".
Tras resumir los hechos (los cinco panes y dos peces con los que Jesucristo alimentó a una multitud hambrienta hasta saciarla, sobrando comida), el Papa explicitó los "tres mensajes" que pueden extraerse de su meditación.
COMPASIÓN
El primero es "la compasión": "Ante la multitud que le persigue y, por así decirlo, ´no le deja en paz´, Jesús no reacciona con irritación, sin con un sentimiento de compasión, porque sabe que no le buscan por curiosidad, sino por necesidad". Pero esa compasión de Jesús es algo más que "sentir piedad", añadió Francisco, es "compartir, hacerse uno con los sufrimientos del otro hasta el punto de tomarlos sobre uno mismo: así es Jesús. Sufre junto a nosotros, sufre con nosotros, sufre por nosotros".
Las curaciones que hace son un signo de esa compasión. "Jesús nos enseña a anteponer las necesidades de los pobres a las nuestras. Nuestras exigencias, aunque sean legítimas, nunca serán tan urgentes como las de los pobres que no tienen lo necesario para vivir", proclamó Francisco, quien hizo un algo para reflexionar sin leer: "Cuando hablamos de los pobres, ¿sentimos realmente que no tienen para comer, que no tienen para vestirse, que no tienen medicinas, cuyos niños no pueden ir al colegio?".
COMPARTIR
El segundo mensaje del milagro de los panes y los peces es precisamente el de "compartir": "Es útil confrontar la reacción de los discípulos", que sugieren despedir a la muchedumbre para que puedan ir a comer, "con la de Jesús", que les dice que ellos mismos les darán de comer.
Son "dos lógicas opuestas": "La lógica de los discípulos es la lógica del mundo, según la cual cada uno tiene que pensar en sí mismo", como diciendo "allá vosotros, buscaos la vida"; sin embargo, "Jesús razona con la lógica de Dios, que es la de compartir. ¡Cuántas veces miramos hacia otro lado para no ver a nuestros hermanos necesitados! Mirar hacia otro lado es una forma educada de decir, con guante blanco, ´arregláoslas vosotros´. Pero esto no es de Jesús, esto es egoísmo. Si Jesús hubiese despedido a la muchedumbre, muchas personas se hubiesen quedado sin comer".
El Papa advirtió de que el milagro de los panes y los peces "no es magia": "Es un signo que invita a tener fe en Dios, Padre providente, que no dejará que nos falte el pan nuestro de cada día si sabemos compartirlo con los hermanos".
EUCARISTÍA
Y un tercer mensaje: "El milagro de los panes anuncia la Eucaristía", como se ve en el gesto de bendecirlos antes de distribuirlos, "el mismo gesto de la Última Cena". "En la Eucaristía Jesús no da solamente un pan, sino el pan de vida eterna, se da a sí mismo ofreciéndose al Padre por amor a nosotros. Debemos acercarnos a la Eucaristía con estos sentimientos de Jesús, con compasión y con ese deseo de Jesús de compartir. Quien se acerca a la Eucaristía sin tener compasión de los necesitados y sin ánimo de compartir, no está a bien con Jesús".
"Compasión, compartir, Eucaristía", resumió: "Éste es el camino que Jesús nos muestra en este Evangelio", un camino que nos lleva "a compartir las necesidades de este mundo" pero también nos lleva "más allá de este mundo, porque parte de Dios y vuelve a Él".
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