Antes de rezar la oración
mariana, ante una plaza de San Pedro repleta, el santo padre Francisco dirigió
las siguientes palabras.
«Queridos hermanos y hermanas, el
evangelio de este domingo es la célebre parte central de la narración de san
Mateo, cuando Simón en nombre de los doce, profesa su fe en Jesús como “el
Cristo, el Hijo del Dios viviente”; y Jesús llama 'beato' a Simón por esta fe
que tiene, reconociendo en ésta un don especial del Padre, y le dice: 'Tú eres
Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia'.
Detengámonos un momento
justamente sobre este punto, sobre el hecho que Jesús atribuye a Simón este
nuevo nombre: 'Pedro', que en el idioma de Jesús se dice 'Kefa', una palabra
que significa 'roca'. En la biblia este término 'roca' se refiere a Dios. Jesús
lo atribuye a Simón no por sus cualidades o méritos humanos, pero por su fe genuina
y sólida que le viene desde lo alto.
Jesús siente en su corazón una
gran alegría, porque reconoce en Simón la mano del Padre, la acción del
Espíritu Santo. Reconoce que Dios Padre le dio a Simón una fe en la que se
puede confiar, sobre la cual Jesús podrá construir su Iglesia, o sea su
comunidad. Como en todos nosotros.
Jesús tiene en su ánimo dar vida
a su Iglesia, un pueblo fundado no más sobre la descendencia, sino sobre la fe,
o sea sobre la relación con Él mismo, una relación de amor y de confianza.
Nuestra relación con Jesús construye la Iglesia.
Y por lo tanto para iniciar con
su Iglesia Jesús tiene necesidad de encontrar en los discípulos una fe sólida,
confiable. Es esto que Él debe verificar en este punto del camino.
El señor tiene en mente la imagen
del construir, la imagen de la comunidad como un edificio. Por ello cuando
escucha la profesión de fe simple de Simón, lo llama 'roca', y manifiesta la
intención de construir su Iglesia sobre esta fe.
Hermanos y hermanas, lo que
sucedió de manera única con san Pedro, sucede también con cada cristiano que
madura una fe sincera en Jesús el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
El evangelio de hoy interpela
también a cada uno de nosotros: ¿Cómo va tu fe? Cada uno dé una respuesta en su
corazón. ¿Cómo va tu fe, cómo es?
¿Qué encuentra el Señor encuentra
en nuestro corazón?, un corazón firme como la roca o un corazón arenoso, o sea
dubitativo, desconfiado, incrédulo. Nos hará bien durante el día de hoy pensar
sobre esto.
Si el Señor encuentra en nuestro
corazón una fe, no digo perfecta, pero sincera, genuina, entonces Él ve también
en nosotros a piedras vivas con las cuales puede construir su comunidad. De
esta comunidad, la piedra fundamental es Cristo, piedra angular y única. Por su
parte Pedro es piedra, en cuanto fundamento visible de la unidad de la Iglesia.
Pero cada bautizado está llamado a ofrecer a Jesús la propia fe, pobre pero
sincera, de manera que Él pueda seguir a construir su Iglesia, hoy y en cada
parte del mundo.
También en nuestros días la gente
piensa que Jesús sea un gran profeta, un maestro de sabiduría, un modelo de
justicia... Y también hoy Jesús le pregunta a sus discípulos, o sea todos
nosotros: '¿Quienes dicen que yo sea?, ¿un profeta?, ¿un maestro de sabiduría?,
¿un modelo de Justicia?
¿Qué responderemos?, pensemos,
pero sobretodo recemos a Dios Padre, para que nos dé la respuesta. Y por
intercesión de la Virgen María pidamos que nos dé la gracia de responder con
corazón sincero: Tú eres el Cristo, el Dios vivo. Esta es una confesión de fe,
este es el Credo propiamente. Podemos repetirlo tres veces todos juntos: 'Tu
eres el Cristo el hijo del Dios vivo' ». (Repite tres veces).
ÁNGELUS...
«Queridos hermanos y hermanas, mi
pensamiento va de manera particular a la amada tierra de Ucrania, que hoy
celebra su fiesta nacional, a todos sus hijos e hijas, a sus deseos de paz y
serenidad amenazados por una situación de tensión y de conflicto que no indica
querer disminuir, generando tanto sufrimiento entre la población civil.
Confiamos toda esta nación al Señor Jesús y a la Virgen, y rezamos unidos
especialmente por las víctimas, sus familiares y por todos los que sufren.
Saludo cordialmente a todos los
peregrinos romanos y a los que llegan desde diversos países, en particular a
los fieles de Santiago de Compostela (España), los niños de Maipú (Chile), i
los jóvenes de Chiry- Ourscamp (Francia) y a todos los que participan al
encuentro internacional promovido por la diócesis de Palestrina.
Saludo con afecto a los nuevos
seminaristas del Pontificio Colegio Norteamericano, que llegaron a Roma para
realizar estudios teológicos.
Saludo a los 600 jóvenes de
Bérgamo, que a pié junto a su obispo, llegaron a Roma desde Asís. Queridos
jóvenes, vuelvan a casa con el deseo de dar testimonio a todos sobre la belleza
de la fe cristiana. Saludo a los jóvenes de Verona, Montegrotto Terme y del
Valle Liona, así como a los fieles de Giussano y Bassano del Grappa.
Y a todos les deseo “buona
domenica” y “buon pranzo”».
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