El lobby gay consigue retirar un
artículo periodístico.
Ser acusado de «propagar el odio»
por haber escrito en el propio blog un artículo, retomado por un semanal que
luego se ha visto en la obligación de pedir disculpas por su publicación, en el
cual se enuncian sencillamente los
motivos por los que un cristiano debe oponerse al matrimonio homosexual:
esto es lo que ha sucedido en Canadá. El semanal es el Newfoundland Herald,
el autor del artículo incriminado responde al nombre de Matt Barber y los
acusadores son los habituales activistas de los derechos LGBT.
El artículo de Barber había
aparecido en la edición del 3 de agosto del periódico como carta al editor, Pam
Pardy-Ghent, que en el número siguiente ha declarado «lamentar verdaderamente»
el hecho de que muchas personas se hayan sentido ofendidas por su publicación.
Aunque ha afirmado que «las opiniones, no importa lo populares o controvertidas
que sean, pueden expresarse libremente en este país, ya sea que provengan de
una minoría como de una mayoría», Pam Pardy-Ghent ha considerado que era oportuno presentar sus disculpas.
Disculpas rápidamente aceptadas por la comunidad LGBT canadiense que, por medio
de Kyle Curlew, ha retirado inmediatamente la amenaza de recurrir a vías
legales contra el Newfoundland Herald.
En resumen, no es difícil
entender que estamos frente a una lección de censura impartida por quien se
alza como defensor de la libertad. Una advertencia clarísima: tened cuidado y evitad criticar todo lo que
rodea al planeta LGBT o incurriréis en problemas judiciales. ¿Qué otros
organismos de prensa tendrán ahora la valentía de publicar opiniones
disconformes con el mantra de los “derechos” gay?
Es el mismo Curlew quien, de
manera muy cándida, da esta clave de lectura: «Hemos decidido asumir una
actitud educativa y no hacer de ello una cuestión de resarcimiento. Pensamos que es maravilloso que hayan pedido
disculpas». Educar – con la fuerza – al gay-friendly: este es el
objetivo de Curlew, que espera que de ahora en adelante el Newfoundland
Herald pueda instaurar una bella relación con transexuales, bisexuales y
homosexuales.
Pero veamos cuales serían los
contenidos ofensivos por los cuales Matt Barber está inscrito en la lista de
los enemigos de los derechos LGBT.
Casi adivinando lo que le habría
ocurrido, Barber escribía: «Con la excusa de la “anti-discriminación”, los
cristianos tienen que enfrentarse a unos niveles de discriminación sin
precedentes». Continúa: «Los cristianos, los verdaderos cristianos […] no
pueden tomar parte en, aprobar, facilitar o impulsar comportamientos que según
las Sagradas Escrituras son inmorales o pecaminosos». No es una cuestión de
odio o de ser beato, como tampoco de sentirse superiores o de querer imponer el
propio credo, sino simplemente de
«obediencia a Cristo» y «compasión» por quienes viven en el error.
Central para el cristianismo, y
confirmado tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, es el hecho de que todo acto sexual entre un hombre y una
mujer vivido fuera del matrimonio causa una «separación de Dios».
Obviamente, esto vale también para personas del mismo sexo, ya sea que actúen o
no bajo «la nueva noción del denominado “matrimonio homosexual”».
Barber, en el artículo, extiende
el horizonte también al aborto, al incesto, al adulterio y a cualquier otro
comportamento contrario a la moral cristiana: «Ya no es el hecho de que los
cristianos, lo deseen o no, quieran llamar "pecaminoso" al aborto, al
comportamiento homosexual, a la fornicación, al adulterio, al incesto o a
cualquier otra inclinación sexual desordenada, sino que más bien estamos
obligados a ello. Para el verdadero cristiano, las verdades objetivas de Dios mandarán siempre sobre los deseos
subjetivos del hombre». Inspirándose en los cada vez más frecuentes
casos de desobediencia civil que se han verificado en los Estados Unidos, donde
muchos se han rebelado a las leyes de Obama que limitan la libertad religiosa y
de conciencia, sobre todo en mérito a la reforma sanitaria y al recurso a los
anticonceptivos y al aborto, Barber ha recordado que «durante dos mil años,
cada vez que han surgido conflictos, los cristianos han puesto las leyes de
Dios por encima de las leyes de los hombres».
Es una responsabilidad moral,
concluye Barber recordando una célebre frase de Martin Luther King, obedecer a las leyes justas y desobedecer a
las injustas. Es un deber resistir al mal, «también cuando el mal está
adornado con el timbre y la firma presidencial».
Desafiamos a quien quiera a
encontrar contenidos ofensivos o incitación al odio de las personas
homosexuales. Para evitar equívocos y para una información completa, el
artículo de Barber puede consultarse íntegramente aquí.
Si leyendo las palabras del
artículo publicado en Newfoundland Herald es difícil entender en qué
consistiría la motivación de una potencial acción legal contra Barber, es muy
sencillo asociarlo con lo sucedido en el caso Barilla en Italia (Barilla es una
conocida marca de pasta; el presidente del grupo primero informó que en su
publicidad no habría jamás parejas homosexuales, pero ante el ataque LGBT se
retractó, N.d.T.). Pero hay una pequeña diferencia: quien ha pedido disculpas no ha sido el autor de las presuntas ofensas,
sino quien ha decidido dar voz a una expresión libre, documentada y
comedida de las propias ideas. En cambio Barber ha lanzado un post donde ha afirmado
que de ahora en adelante la libertad de expresión parece estar prohibida en
Canadá: «Efectivamente, los presuntos campeones de la “tolerancia” y la
“diversidad” demuestran ser, una vez tras otra, los más intolerantes y
monolíticos entre nosotros. Su versión de “intolerancia” (es decir, de
cualquier posición filosófica que esté en conflicto con los rígidos dictámenes
de lo “políticamente correcto”) sencillamente no será tolerada».
Una pequeña curiosidad: Matt
Barber, hoy jurista, en la breve biografía de presentación en su blog informa
que ha sido boxeador profesional
- peso máximo -, deporte del que se retiró sin ninguna derrota pasiva. Como
decir: el lobby homosexualista no tiene miedo de nada ni de nadie.
(Traducción
de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)
Lorenzo
Schoepflin
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