jueves, 21 de agosto de 2014

EL TESTAMENTO DE FE Y LA CLAVE DE LA ORACIÓN PARA JAMES FOLEY, EL PERIODISTA DECAPITADO EN IRAK


«La oración, el pegamento que ha permitido mi libertad»

James Foley fue capturado en Libia en 2011 y tras su liberación escribió una carta a una universidad católica a la que asistía donde explicó la importancia de la oración durante su cautiverio.

El periodista estadounidense James Foley, decapitado por los yihadistas, había sido prisionero en 2011 de las fuerzas filogobernativas libias. Detenido en Trípoli, fue liberado tras 45 días de cárcel, decidiendo escribir después una carta para la revista de la universidad católica Marquette de Milwaukee, que él había frecuentado.

Nacido en una familia católica de Boston, Foley relató: «Mis colegas y yo fuimos capturados y detenidos en un centro militar de Trípoli». Cada día, explicaba el periodista, «aumentaba la preocupación por el hecho de que nuestras madres podían estar aterrorizadas». Y aunque «no había admitido plenamente a mí mismo que mi madre podía saber lo que me había sucedido», Foley repetía a una colega que «mi madre tiene una gran fe» y que «yo rezaba para ella que supiera que yo estaba bien. Rezaba para que pudiera comunicarme con ella».

El periodista relató el momento cuando «empecé a rezar el rosario», porque «era como habrían rezado mi madre y mi abuela (…). Clare (una colega, ndr) y yo empezamos a rezar en voz alta. Me consolaba confesar mi debilidad y mi esperanza a la vez y conversar con Dios más que estar solo en silencio».

Los periodistas fueron trasladados a otra prisión donde se encontraban los prisioneros políticos «que me acogieron y me trataron bien». Dieciocho días después sucedió algo que Foley no supo explicarse; los guardias le sacaron de la celda y le llevaron al despacho del alcaide «donde un hombre distinguido y bien vestido me dijo: “Pensamos que tal vez desearías llamar a tu familia”. Dije una oración y marqué el número». La línea funcionaba y la madre del periodista respondió: «Mamá, mamá, soy yo, Jim», dijo el joven. «Aún estoy en Libia, mamá. Siento esto. Perdóname». La madre, incrédula, respondió a su hijo que no debía sentirlo y le preguntó cómo estaba: «Le dije que me alimentaba, que tenía le mejor cama y que me trataban como a un huésped». Foley añadió: «He rezado para que supieras que estaba bien. ¿Has percibido mis oraciones?». La madre respondió: «Jimmy, muchas personas están rezando por ti. Todos tus amigos: Donnie, Michael Joyce, Dan Hanrahan, Suree, Tom Durkin, Sarah Fang, que ha llamado. Tu hermano Michael te quiere mucho». Después un guardia hizo un gesto y el joven tuvo que saludar a su madre.

«Repetí esta llamada en mi cabeza cientos de veces, la voz de mi madre, los nombres de mis amigos, su conocimiento de la situación, su absoluta certeza en el poder de la oración. Me dijo que mis amigos se habían reunido para hacer todo lo que estaba en su mano para ayudar. Sabía que no estaba solo».

Por último concluye: «En mi última noche en Trípoli me pude conectar a internet después de 44 días y conseguí escuchar un discurso de Tom Durkin por mi (…). En una iglesia llena de amigos, alumnos, sacerdotes, estudiantes y docentes vi el mejor discurso que un hermano podía hacerle a otro (…). Era solo una muestra de los esfuerzos y de las oraciones de tantas personas. La oración ha sido el pegamento que ha permitido mi libertad, una libertad interior antes y después del milagro de haber sido liberado».

(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)

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