La Iglesia, como Madre y Maestra, da normas para ayudar a los cristianos a cumplir y vivir mejor los mandatos de Dios.
Por: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net
Dios en su infinita misericordia nos envía a su Hijo para darnos la posibilidad
de la salvación. Cristo padeció, murió y resucitó por nosotros, con ello, nos
obtuvo la redención. Con el fin de continuar su obra redentora, funda la
Iglesia, que es la designada por Él como guardiana de los medios de salvación.
Escogió a los apóstoles para que gobernaran la Iglesia y les transmitió sus
poderes. Les dijo: "Lo que ates en la
tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará
desatado en el cielo". Mt.
19,16.
LOS PODERES QUE CRISTO LE TRANSMITIÓ A LOS APÓSTOLES
SON:
Enseñar con
autoridad la doctrina de Cristo. Por ello, siempre debemos estar atentos a lo
que el Magisterio nos dice. La Iglesia nos va enseñando el camino a seguir para
obtener la salvación.
Santificar por medio de
los sacramentos. La Iglesia es la encargada de administrar los sacramentos,
Ella es en sí misma, sacramento de salvación. Todos tenemos necesidad de la
gracia para salvarnos, solos no podemos, por tanto, no podemos rechazar esta
función de la Iglesia.
Gobernar mediante leyes
que obligan en conciencia. Siempre debemos obedecer al Magisterio en cuestiones
de fe. Por esta autoridad que le viene del mismo Jesucristo, la Iglesia puede y
debe promulgar leyes que ayuden a los fieles en su camino hacia la Casa del
Padre.
LA IGLESIA TIENE UN DOBLE FIN:
Un fin último que
es la gloria de Dios
Un
fin próximo, la
salvación de los hombres.
La Iglesia, como Madre y Maestra que es, para cumplir con su misión da normas
para ayudar a los cristianos a cumplir y vivir mejor los mandatos de Dios.
Entre estas leyes o normas se encuentran los Mandamientos de la Iglesia. Todas
las personas que pertenecen a Ella están obligados a cumplir con ellos.
Los mandamientos de la Ley de Dios son inmutables, no pueden cambiar por estar
basados en la naturaleza humana, obligan todas las personas, pues están
inscritos en la conciencia.
El carácter obligatorio de las leyes positivas promulgadas por la autoridad
eclesiástica tienen como fin garantizar a los fieles el mínimo indispensable en
el espíritu de oración y en el esfuerzo moral.
Los mandamientos de la Iglesia son aquellos preceptos dados por la Iglesia para
promover el acercamiento a los sacramentos y a la vida litúrgica de todos sus
hijos y así ayudarles a participar activamente en la vida de la Iglesia, a
cumplir sus deberes con Cristo y beneficiarse de los dones de salvación que Él
nos entregó.
LOS MANDAMIENTOS GENERALES SON:
1. OÍR MISA ENTERA LOS DOMINGOS Y
FIESTAS DE GUARDAR
Todos tenemos la obligación de emplear parte de nuestro tiempo para consagrarlo
a Dios y darle culto, esta es una ley inscrita en el corazón. Es ley natural
darle culto a Dios, y la Misa es el acto fundamental del culto católico. De
este modo la Iglesia concreta el tercer mandamiento de la Ley de Dios y el
deber de los cristianos es cumplirlo, además de ser sobre todo un inmenso
privilegio y honor.
Este mandamiento exige a los fieles participar en la celebración eucarística,
el día en que se conmemora la Resurrección de Cristo y en algunas fiestas
litúrgicas importantes. El no cumplirlo es pecado grave para todos aquellos que
tienen uso de razón y hayan cumplido los siete años. Para cumplir este precepto
hay que hacerlo el día en que está mandado, no se puede suplir. Implica una
presencia real, es decir, hay que estar ahí y hay que escucharla completa.
La Misa o sacrificio eucarístico del cuerpo y la sangre de Cristo, instituido
por Él para perpetuar el sacrificio de la Cruz, es nuestro más digno esfuerzo
que podemos hacer para acercarnos a Dios, y más útil para conseguir el aumento
de la gracia.
2. CONFESAR LOS PECADOS
GRAVES CUANDO MENOS UNA VEZ AL AÑO, EN PELIGRO DE MUERTE Y SI SE HA DE COMULGAR
Hay que acudir a este sacramento – como todos los demás, signo sensible
eficaz de la gracia, instituido por Cristo y confiado a la Iglesia - para
asegurar la preparación para la Eucaristía mediante su recepción que continua
la obra de conversión y perdón del Bautismo. No basta con acudir, sino que hay
que cumplir con todos los requisitos que el sacramento impone. El asistir sin
cumplir con los actos del penitente, se convierte en una confesión sacrílega.
Esto no implica que la confesión frecuente no sea recomendable, sino todo lo
contrario, para quienes quieren ir perfeccionando su vida, confesarse con
frecuencia es uno de los mejores medios.
3. COMULGAR POR PASCUA DE
RESURRECCIÓN
Este mandamiento garantiza un mínimo en la recepción del Cuerpo de
Cristo. Siempre hay que comulgar en estado de gracia y cumplir con el ayuno
eucarístico. Se debe de recibir la comunión dentro de la Misa, los enfermos
incapacitados para asistir a Misa deben de recibir el viático.
4. AYUNAR Y ABSTENERSE DE
COMER CARNE CUANDO LO MANDA LA IGLESIA
Esto asegura los tiempos de ascesis y de penitencia que nos preparan
para las fiestas litúrgicas y contribuyen a adquirir el dominio sobre nuestros
instintos y la libertad de corazón. No implica que hacer penitencia durante
todo el año no sea de provecho.
La abstinencia es una práctica penitencial por la que se le ofrece a Dios el
sacrificio de no tomar carne u otro alimento, recordando así y uniéndose a los
dolores de Cristo por nuestros pecados.
5. AYUDAR A LA IGLESIA EN SUS
NECESIDADES
El mandamiento señala la obligación de cada uno según sus posibilidades
a ayudar a la Iglesia en sus necesidades materiales, para poder continuar con
su misión. Las necesidades de la Iglesia son muchas.
La Iglesia fue querida por Nuestro Señor Jesucristo, su fundador. Ella vela por
el bien de los fieles, su misión es ayudar a alcanzar la salvación. Como
católicos debemos sentirnos parte de Ella, amándola y defendiéndola siempre.
Lectura
complementaria: Mandamientos de la Iglesia. P. Jorge Loring, S.J. Pág 822
No. 73
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