Al llegar a esta etapa de la vida, el león ya no puede cazar, no puede matar ni defenderse. Vaga y ruge hasta debilitarse, entonces, será rodeado por las hienas, mordisqueado y devorado. Ni siquiera lo dejarán morir para ser desmembrado.
La vida
es corta, lo que sucede con el león, sucede también con nosotros los humanos.
No
siempre seremos joven.
No
siempre seremos el más fuerte.
No
siempre estaremos en la cima.
No
siempre seremos el jefe.
No
siempre seremos el rey de la selva.
Mientras
Dios y la vida nos de oportunidades, seamos humildes. Porque tarde o temprano,
la vida nos pasará factura y vamos a cosechar justamente lo que sembramos.
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