¿QUIÉN ES EL GRAN SANTO MARIANO Y AUTOR DE LA CONSAGRACIÓN TOTAL A LA VIRGEN?
San Luis María Grignion de Montfort es conocido como el "esclavo de
María" y el que propuso el "a Jesús por María".
El 28
de abril se celebra la fiesta de San Luis María Grignion [Griñón] de Montfort (1673-1716),
santo francés y uno de los santos más marianos que existen. De su amor a la
madre de Cristo creó toda una espiritualidad mariana que ha tenido gran
influencia en la Iglesia, pese a no haber sido comprendido por muchos hermanos
suyos en su tiempo.
Creó una congregación mariana,
los Misioneros de la Compañía de María, pero
sobre todo por sus escritos sobre la Virgen, en especial la consagración total a María que
tantos millones de católicos han realizado en estos siglos. Suyo es además el
famoso "Totus Tuus", que tomaría como lema San Juan Pablo II para su
pontificado.
***
¿QUIÉN
ES SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT?
San Luis María
Grignion de Monfort dedicó su vida y sufrió numerosos padecimientos para conseguir
justamente esto, que cada vez más personas volvieran su mirada a María y
llegasen a Jesús a través de Ella. En su Tratado de la verdadera devoción a la
Santísima Virgen propuso un método de consagración a la Virgen que durante
estos últimos siglos han seguido millones de fieles, entre ellos importantes
santos. Este santo afirmaba que “a quien Dios
quiere hacer muy santo, lo hace muy devoto de la Virgen María”. Era tal
la devoción que San Juan Pablo tenía por él que le tenía como gran referencia
en relación con la Virgen y así quedó de manifiesto en su encíclica Redemptoris Mater y
en la visita a su tumba durante su visita a Francia.
San Luis María nació en Montfort
el 31 de enero de 1673 y desde muy niño sentía ese profundo amor a la Virgen,
que tantos problemas le provocó incluso en su vida sacerdotal. Fue con 20 años
cuando sintió la llamada vocacional. En el seminario de París fue bibliotecario
y esto le permitió leer muchos más libros de la Virgen María aumentando así todavía más su amor a la
madre de Cristo.
Sus compañeros y superiores no
entendían esta devoción mariana tan arraigada de Luis por lo que fue
mortificado, humillado y hasta insultado. A los 27 años fue ordenado sacerdote, y escogió como lema “ser esclavo de
María”. La animadversión contra él llevó a sus superiores a negarle
que ejerciera la confesión y la predicación. Más adelante estuvo en un pueblo
enseñando catequesis y después fue capellán del Hospital de Poitiers. Su
naturalidad, simplicidad y sus enseñanzas marianas volvieron a provocar que
fuera señalado. De vuelta a París sufrió más calumnias e incluso el obispo le
mandó callar. Con el tiempo comprendió que Satanás no podía soportar la
doctrina mariana que predicaba.
Por ello, San Luis decidió consultar al Papa Clemente XI para saber si estaba
equivocado en sus enseñanzas. El
Pontífice le recibió, escuchó y decidió otorgarle el título de Misionero
Apostólico. De esta manera realizó cientos de misiones y retiros que se
caracterizaron por el rezo del Santo Rosario, procesiones y cánticos a la
Virgen, animando a retornar a los sacramentos. “A Jesús
por María”, era su propuesta.
Este religioso falleció el 28 de abril de 1716 con tan sólo 43 años. Fue enterrado en la Iglesia de
Saint-Laurent. 43 años después, la Beata María Luisa de Jesús, la primera de
las “Hijas de la Sabiduría”, murió el mismo
día, a la misma hora y en el mismo lugar que San Luis. Luego fue enterrada al
lado de Montfort.
“Totus Tuus”, el lema de San Juan
Pablo II tomado de San Luis María Grignion de Montfort
San Juan
Pablo II era un gran devoto de la
figura de este santo. Su marcado carácter mariano marcó enormemente primero a
Wojtyla y más tarde ya siendo el Papa Juan Pablo II. En su encíclica
Redemptoris Mater (1987) cita específicamente a San Luis María como ejemplo
de “maestro de la espiritualidad mariana”.
“La espiritualidad
mariana, a la par de la devoción correspondiente, encuentra una fuente riquísima
en la experiencia histórica de las personas y de las diversas comunidades
cristianas, que viven entre los distintos pueblos y naciones de la tierra. A
este propósito, me es grato recordar, entre tantos testigos y maestros de la
espiritualidad mariana, la figura de san Luis María Grignion de Montfort, el
cual proponía a los cristianos la consagración a Cristo por manos de María,
como medio eficaz para vivir fielmente el compromiso del bautismo”, señalaba el Papa santo.
Sin embargo, la verdadera
devoción de San Juan Pablo II por este santo se ve en el famoso “Totus Tuus”, su lema
episcopal y el lema de un Pontificado histórico. Una expresión mariana de
entrega a la Virgen tomada de San Luis María de Grignion.
El propio Papa explicaba la
elección de este lema en 2002, en la carta Rosarium Virginis Mariae: “Cuántas gracias he recibido de la Santísima Virgen a
través del Rosario en estos años: Magnificat anima mea Dominum! Deseo
elevar mi agradecimiento al Señor con las palabras de su Madre Santísima, bajo
cuya protección he puesto mi ministerio petrino: Totus tuus!”.
Y entonces explicaba: “Es el principio iluminador expresado por el Concilio
Vaticano II, que tan intensamente he experimentado en mi vida, haciendo de él
la base de mi lema episcopal: Totus tuus. Un lema, como es
sabido, inspirado en la doctrina de San Luis María Grignion de Montfort,
que explicó así el papel de María en el proceso de configuración de cada uno de
nosotros con Cristo”.
En la consagración a María que
proponía el santo, el Totus Tuus era parte
fundamental: "Soy todo tuyo oh María, y todo cuanto
tengo, tuyo es".
¿QUÉ
ES LA CONSAGRACIÓN TOTAL A MARÍA, CONOCIDA COMO MÉTODO MONTFORTIANO?
En su libro Tratado sobre la verdadera devoción a la Santísima Virgen, San
Luis María habla sobre la consagración total a María, un método ideado por él y
que en estos siglos han realizado millones de creyentes. Con esta consagración,
tal y como aseguraba el santo, quien la realiza
se convierte en esclavo de la Virgen María.
La consagración o la santa
esclavitud de Amor consiste en darse todo por entero, como esclavo, a María
y a Jesús por Ella; y además, en hacer todas las cosas con María, en María, por María y para María. Cuanto
más se consagre un alma a María, tanto más se unirá a Jesucristo -y por tanto-,
la perfecta consagración a Jesucristo no es otra cosa sino una perfecta y total
consagración de sí mismo a la Santísima Virgen.
De este modo la consagración
total a María que propone este santo debe realizarse coincidiendo con alguna fiesta
mariana, un día dedicado a la Virgen. Los más usuales suelen ser la
fiesta de la Anunciación (25 de marzo), la Inmaculada Concepción (8 de
diciembre), 15 de agosto (Asunción de la Virgen), 2 de febrero (Purificación de
María), 31 de mayo (la Visitación del Señor) o fechas importantes como Nuestra
Señora de Lourdes (11 de febrero) o de Fátima (13 de mayo)...
Pero para realizar este acto de
entrega el corazón debe estar bien dispuesto. San Luis María
realizó una preparación previa de 33 días antes de la consagración como un camino del alma para llegar a la
cima en la que espera la Virgen María, que a su vez guiará el camino hacia
Jesús.
A su vez, esta preparación se divide en varias etapas: los 12 primeros días para vaciarse del espíritu del
mundo, luego 7 días para realizar el conocimiento de uno mismo, otros siete
para conocer a María, y otros siete más para conocer a Jesús.
Para cada uno de
estos 33 días hay una serie de lecturas espirituales y
oraciones que van preparando el corazón para esta consagración total a María
que se producirá en un día dedicado a la Virgen.
¿CUÁL
ES LA ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A MARÍA QUE PROPONE SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT?
La oración propuesta
por el santo para consagrarse totalmente a la Virgen dice así:
“¡Oh Jesús,
sabiduría eterna y encarnada!, verdadero Dios y verdadero
hombre, hijo único del Padre eterno y de María, siempre virgen! te adoro en la
gloria del Padre, durante la eternidad y en el seno virginal de María, tu
madre, en el tiempo de tu encarnación.
Te doy gracias porque, anonadándote, has venido al mundo, hombre
entre los hombres y servidor del Padre, para librarme de la esclavitud del
pecado.
Te alabo y
glorifico señor, porque has vivido en obediencia amorosa a María, para hacerme fiel discípulo suyo. Desgraciadamente, no he guardado
los votos y promesas de mi bautismo y no soy digno de llamarme hijo de Dios.
Por ello, acudo a la misericordiosa intercesión de tu madre, esperando obtener
por su ayuda el perdón de mis pecados y una continua comunión contigo, oh
sabiduría encarnada.
Te saludo pues, oh María Inmaculada, templo viviente de Dios: en ti ha puesto su
morada la sabiduría eterna para recibir la adoración de los ángeles y de los hombres.
Te saludo, oh reina
del cielo y de la tierra: a ti están sometidas todas las criaturas. Te saludo, refugio seguro de los
pecadores: todos experimentan tu gran misericordia. Acepta los anhelos que
tengo de la divina sabiduría y mi consagración total.
Yo, ___________ consciente de mi
vocación cristiana, renuevo hoy en tus manos mis compromisos bautismales.
Renuncio a satanás, a sus seducciones, a sus pompas y a sus obras, y me
consagro a Jesucristo para llevar mi cruz detrás de él, en la fidelidad de cada
día a la voluntad del Padre. En presencia de toda la corte celestial, te elijo
en este día por mi madre y maestra. Me entrego y consagro a ti,
como tu esclavo, mi cuerpo y mi alma, mis
posesiones tanto internas como externas, incluso el valor de todas mis buenas
acciones, pasadas, presentes y futuras, dejando en ti, entero y completo
derecho de disponer de mí, y todo lo que me pertenece, sin excepción, de
acuerdo a tu voluntad, para mayor gloria de Dios en el tiempo y en la
eternidad.
Madre del Señor, acepta
esta pequeña ofrenda de mi vida y preséntala a tu hijo; si él me
redimió con tu colaboración, debe también ahora recibir de tu mano, el don
total de mí mismo. En adelante, deseo honrarte y obedecerte en todo como
verdadero esclavo tuyo.
¡Oh Corazón Inmaculado
de María!, que yo viva plenamente esta consagración para prolongar en mí la amorosa
obediencia de tu hijo y dar respuesta a la misión trascendental que Dios te ha
confiado en la historia de la salvación. ¡Madre de
misericordia!, alcánzame la verdadera sabiduría de Dios, y hazme
plenamente disponible a tu acción maternal. Colócame así, entre los que tú
amas, enseñas, guías, alimentas y proteges como hijos tuyos. ¡Oh virgen fiel!, haz de mí un auténtico discípulo
e imitador de tu hijo, la sabiduría encarnada. Contigo,
madre y modelo de mi vida, llegaré a la perfecta madurez de Jesucristo en la
tierra y a la gloria del cielo, amén."
¿CUÁLES
SON LAS 10 VIRTUDES PRINCIPALES DE LA VIRGEN SEGÚN SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE
MONTFORT?
San Luis María Grignion de
Monfort, en su Tratado de la Verdadera
Devoción a María recuerda
cuáles son las diez principales virtudes de Nuestra Señora que debemos imitar a
modo de utilizarlas luego como “autopista hacia el
cielo”. Son éstas:
-Profunda humildad
-Fe viva
-Obediencia ciega
-Oración incesante
-Negación de sí mismo
-Pureza absoluta
-Amor ardiente
-Paciencia heroica
-Amabilidad angelical
-Sabiduría celestial
Como dice el mismo San Luis
María, “los mayores santos, los más ricos en gracia
y virtud, serán quienes recen con mayor frecuencia a la Santísima
Virgen, contemplándola como un perfecto modelo a imitar y como
una ayuda poderosa”.
¿QUIÉNES
SON LOS MISIONEROS DE LA COMPAÑÍA DE MARÍA O MISIONEROS MONFORTIANOS?
El celo por anunciar el Evangelio
caracterizó la vida de San Luis María Grignion de Montfort, que poco después de
ser ordenado supo que debía fundar una congregación que llevase a Jesús y María
a todo aquel que no lo conocía. El fruto fueron los Misioneros de la Compañía
de María, conocidos popularmente como misioneros monfortianos. Se trata de una
congregación religiosa presente hoy en
una treintena de países y
que tiene algo menos de 1000 miembros entre sacerdotes y hermanos.
La Compañía de María fue fundada
en 1713 por este santo. Tal y como explica la propia congregación, para
realizar su idea de las misiones parroquiales, como un medio para revitalizar
la fe en los suburbios y en los campos más marginados, este todavía joven sacerdote quiso reunir a su alrededor sacerdotes para
la predicación y administración de los sacramentos, y algunos hermanos laicos
para la organización material, para liderar encuentros,
celebraciones, procesiones y enseñar el catecismo a los pobres y niños
marginados. Para muchos de estos últimos, esta fue una oportunidad para aprender
a leer. Luis María había encontrado a un joven de 18 años llamado Mathurin
Rangeard dispuesto a ayudarlo. Lo acompañó durante muchos años en las misiones
parroquiales y se mantuvo fiel a él durante toda su vida, pero nunca hizo sus
votos. Con el tiempo, otros hermanos se unieron al misionero: Gabriel, Louis, Nicolas y Philippe, así como dos
sacerdotes: René Mulot y Adrien Vatel, y algunos auxiliares laicos como Jean,
Jacques y Mathurin. Estos formaron el primer núcleo de la Compañía.
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