FRANCISCO, RECUPERADO PERO VISIBLEMENTE FATIGADO, PRONUNCIÓ SU HOMILÍA ANTE MILES DE FIELES
El Papa, ya recuperado de la bronquitis que le llevó a ser ingresado en
el hospital, ha podido presidir el Domingo de Ramos: "El abandono no es el
final, porque Jesús ha estado allí y está ahora contigo".
La Iglesia universal celebra
el Domingo de Ramos. En la Plaza de San Pedro
del Vaticano, en una mañana soleada, 30.000
fieles llegados de Roma y del resto del mundo participaron de la
Eucaristía presidida por el Papa Francisco. Un
Santo Padre recuperado de la bronquitis, aunque visiblemente fatigado.
Con una breve celebración
en el "obelisco vaticano", en la que había varios cardenales de la
Curia, comenzó la Misa del Domingo de Ramos en el Vaticano. Posteriormente
se realizó la Procesión de Ramos hasta el altar central. Francisco, que no usaba silla de ruedas en esta ocasión, fue trasladado en "papamóvil" por el pasillo
central.
LE
QUEDABA UNA CERTEZA
"El
sufrimiento de Jesús fue grande y cada vez que escuchamos el relato de la
Pasión nos conmueve. Sufrió en el cuerpo: de las bofetadas a los
golpes, de la flagelación a la corona de espinas, hasta llegar al suplicio de
la cruz. Sufrió en el alma: la traición de Judas, las negaciones de Pedro, las
condenas religiosas y civiles, las burlas de los guardias, los insultos bajo la
cruz, el rechazo de muchos, el fracaso de todo, el abandono de los
discípulos", comenzó diciendo el Papa en su
homilía.
Con una breve celebración en el
'obelisco vaticano', con la presencia de varios cardenales de la
Curia, comenzó la Misa del Domingo de Ramos en el Vaticano.
Sin embargo, hay un dolor mayor,
aseguró el Papa. "En todo este dolor, a
Jesús le quedaba una certeza: la cercanía del Padre (...). Pero
ahora sucede lo impensable; antes de morir grita: 'Dios mío, Dios mío, ¿por qué
me has abandonado?'. Este es el sufrimiento más lacerante, el del espíritu; en
la hora más trágica, Jesús experimenta el abandono de Dios. Nunca antes había
llamado al Padre con el nombre genérico de Dios", afirmó.
"El verbo
'abandonar' en la Biblia es fuerte; aparece en momentos de extremo dolor: en
amores fracasados, negados y traicionados; en hijos rechazados y
abortados; en situaciones de repudio, viudez y orfandad; en
matrimonios agotados, en exclusiones que privan de vínculos sociales, en la
opresión de la injusticia y la soledad de la enfermedad. Cristo
llevó todo ello a la cruz, tomando sobre sí el pecado del
mundo", añadió Francisco.
SOLIDARIO
HASTA EL EXTREMO
El Papa, en este punto, animó a
hacerse una pregunta. "¿Por qué llegó a ese
punto? La respuesta es una sola: por nosotros. Se hizo solidario con nosotros
hasta el extremo, para estar con nosotros hasta las últimas
consecuencias. Para que ninguno de nosotros pudiera considerarse solo e
insalvable. Experimentó el abandono para no dejarnos rehenes de la desolación y
estar a nuestro lado para siempre", aseguró.
"El verbo 'abandonar' en la
Biblia es fuerte; aparece en momentos de extremo dolor: en amores fracasados,
negados y traicionados; en hijos rechazados y abortados".
"Hermano,
hermana, lo hizo por ti, por mí, para que cuando tú, yo, o cualquiera
se vea entre la espada y la pared, perdido en un callejón sin salida, sumido en
el abismo del abandono, absorbido por el torbellino del 'por qué', pueda tener
esperanza. No es el final, porque Jesús ha estado allí y está ahora contigo",
continuó diciendo el Papa.
Francisco expresó cuál era el
sentido del sacrificio que hizo Jesús. "Él, el
Padre y el Espíritu sufrieron el alejamiento del abandono para
acoger en su amor todos nuestros distanciamientos. Para que cada uno
de nosotros pueda decir: en mis caídas, en mi desolación, cuando me siento
traicionado, descartado y abandonado, Tú estás ahí, Jesús. En mis fracasos, Tú
estás conmigo. Cuando me siento errado y perdido, cuando ya no puedo
más, Tú estás ahí, Tú estás conmigo", comentó.
"En el
abandono sigue amando a los suyos que lo habían dejado solo y perdona a los que
lo crucifican. Así es como el abismo de nuestra maldad se hunde en un
amor más grande, de modo que toda nuestra separación se transforma
en comunión; toda distancia en cercanía; toda oscuridad en luz. El
culmen de nuestra miseria es abrazado por la misericordia. He aquí
quién es Dios y cuánto nos ama. ¡Cuánto nos quiere! ¡Cuánto le hemos
costado!", expresó.
"Hay tantos
cristos abandonados invisibles, escondidos, que son descartados con guante
blanco: niños no nacidos, ancianos que han sido dejados solos,
enfermo no visitados, discapacitados ignorados, jóvenes que sienten un gran
vacío interior sin que nadie escuche realmente su grito de dolor. Jesús
abandonado nos pide que tengamos ojos y corazón para los abandonados", expresó Francisco.
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