Hay que aprender a reírse…, pero con cortesía y respeto.
Reírse
«de» uno no necesita aprendizaje. Basta un espíritu
vulgar.
Reírse
«con» uno requiere mucho equilibrio. Es propio
de almas aristocráticas.
Hay
sonrisas que asoman como un arco iris de paz.
Hay
sonrisas que son una proclamación de guerra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario