El odio es un asesino.
Cuando
alguien dice: «Hazte la idea de que has muerto para mí»
no hace más que ratificar la aseveración evangélica: «El que no ama es un homicida»
El
odio es siempre un homicida, sin testigos, en el descampado del corazón.
«El rencor es la supresión imaginaria de quien no podemos con
nuestras propias fuerzas suprimir» (José
Ortega y Gasset)
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