jueves, 7 de octubre de 2021

VOLADORA

 Desde muy niño escuché historias de brujas volando en escobas, ¡ya púber me reí de mi candidez infantil! Más esto cambio cuando me sucedió esta experiencia macabra, que ahora contaré.

Bajaba de Huracán (cerca de Ámbar) con mi camión cargado de manzanas y paltas ambarinas (tan ricas), estaba sobrecargado (una tonelada demás), conducía muy despacio, la idea era llegar al mercado de Huaura antes que amaneciera.

Ya muy cerca de Jaiva, solo escuchaba el zumbido del motor de mi camión y el coro de grillos nocturnos, junto al de lechuzas y el mugido de alguna vaca lejana, todo bajo la luz de una gran luna llena.

Al llegar a un puente, bajo un sauce, vi una mujer que levantando su mano me hizo señas para que la lleve, cuando ya sobrepasaba sentí que mi pantalón se apretaba a la vez que mi correa se levantaba más arriba de mi cintura, a la vez que contemplaba el rostro blanco de la fea mujer, cuya boca estaba roja como si sangrara. Esto me causó escalofríos y aceleré tratando de alejarme del lugar atribuyendo lo ocurrido al cansancio y el sueño.

Pero cuando ya casi llegaba al poblado de Jaiva, sentí nuevamente que el pantalón se apretaba a mis piernas y cuerpo de espanto por la sorpresa de ver nuevamente a la vieja tratando de parar el carro. Aterrorizado aceleré todo lo que dio el motor, sin importar la sobrecarga.

Ya en Jaiva, cuadré mi camión en la casa de mi amigo Daorta, a quien conté lo sucedido y pedí me deje amanecer en su sofá. A lo cual, me dijo: has tenido suerte, porque esa bruja se mete a la cabina de los camiones convertida en lechuza..., pero esa es otra historia.

Nota: Basado en una narración del amigo Charol Vilela (+).

De Darío Pimentel Delgado

Alejandro Smith Bisso

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