¡ES MOMENTO DE RECONCILIARTE CON DIOS!
La
confesión… un tema que nos puede costar bastante. ¿A quién no? Sentimos vergüenza
y hasta miedo de volver a confesar los mismos pecados una y otra y otra vez.
Pero hay que recordar que Dios
tiene múltiples e infinitas maneras de amarnos. Y una de esas maneras es haber
instituido los Sacramentos,
signos sensibles y eficaces de su gracia y mediante los cuales se otorga la
vida divina (CIC 1131).
La reconciliación es uno de
estos signos visibles de su amor. Desde los inicios de su pontificado el papa
Francisco proclamó el año de la misericordia y luego de ello una serie de
catequesis sobre el perdón, que ha sido un eje central en toda su predicación.
RECORDEMOS JUNTOS LOS PASOS PARA VIVIR EL
SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN
— Examen de
conciencia (aquí tienes una lista de 38 preguntas para hacer el mejor examen de tu vida)
— Dolor y arrepentimiento
— Confesar los pecados
— Propósito de enmienda
— Cumplir la penitencia
Estos pasos no corresponden
tanto a una lista de puntos por checar, son más bien un camino por recorrer
donde cada acción me lleva a un encuentro real y concreto con Dios Padre.
En
este caminar no avanzamos solos, es el Espíritu Santo quien nos impulsa e
inspira a ponernos de pie. Con suavidad este dulce huésped del alma susurra a nuestra conciencia
que volvamos al corazón del Padre.
TU PASADO TE CONDENA… ¿SERÁ CIERTO?
Una frase recurrente, que
seguro tú también has oído. Se dice que la humanidad está irremediablemente
rota, que nuestro pasado de miseria y pecado nos condenaría para siempre.
Quiero decirte que no es así,
es verdad que el pecado nos separa de la gracia de Dios, pero es que para eso
está el regalo de la reconciliación, para volver a ella. ¡Valoremos la
confesión!
También es cierto que no somos
inmutables, podemos hacer el camino de la conversión y a este Dios que no se
muda podemos entregarle todo lo que vivimos.
Eso que nos dolió, que nos
quebró, aquello que pasó abandonémoslo en sus manos. Nadie te condena,
ni tu pasado, ni tu futuro, tampoco el Señor. Él mismo nos dice: «Vete y no
vuelvas a pecar» (Jn 8, 1-11).
En este camino de encuentro
pareciera que el paso más difícil es confesar (a viva voz), los propios
pecados. Hay vergüenza y temor, pero sabemos que si grande es nuestro pecado,
más grande es su misericordia.
CLAVES DEL PAPA FRANCISCO PARA UNA BUENA CONFESIÓN
Hoy te comparto el video
ofrecido por Rome Reports, donde el papa compartió sus claves
para una buena confesión ante decenas de miles de jóvenes durante su viaje a
Eslovaquia.
1. PONER A DIOS EN EL CENTRO
«¿Cuál es el
centro, los pecados o el Padre que perdona todo? El Padre. No vamos a
confesarnos como unos castigados que deben humillarse, sino como hijos que
corren a recibir el abrazo del Padre. Y el Padre nos levanta en cada situación,
nos perdona cada pecado».
El eje central de este y de
todos los Sacramentos, no es el pecado, es Dios. Su amor, donde la miseria y la
misericordia se encuentran y se abrazan, es el Padre quien cubre nuestro pecado
con su gracia y redención.
2. RECORDAR EL PERDÓN DE DIOS
«Les doy un
pequeño consejo: después de cada confesión, quédense
un momento recordando el perdón que han recibido.
Atesoren esa paz
en el corazón, esa libertad que sienten dentro. No los pecados, que no están
más, sino el perdón que Dios les ha regalado».
El santo padre constantemente
nos está invitando a vivir en libertad y paz interior, por esto es que sus
catequesis no apuntan tanto a «si no te confiesas
serás castigado severamente».
Sino a que más bien «vivamos en estado de gracia para gustar los frutos de la
redención». O en palabras del salmista «Gustad
y ved lo bueno que es el Señor, dichoso el hombre que se acoge a Él» (Sl
34,9).
3. SUPERAR LA VERGÜENZA
«La vergüenza es
un buen signo, pero como todo signo pide que se vaya más allá. No permanecer
prisionero de la vergüenza, porque Dios nunca se avergüenza de ti.
Él
te ama precisamente allí, donde tú te avergüenzas de ti mismo. Y te ama siempre».
Una reacción conocida frente
al pecado en nosotros es avergonzarnos y escondernos, bajar la mirada. Pero
esto no solo nos aparta de Dios, sino también de la comunidad (gen 3,8-9).
Siempre es posible pasar al
otro lado de la vergüenza y una vez reconciliados andar con la holgura y la
libertad de los hijos de Dios. ¡La confesión te
hará un bien que no alcanzas a imaginar!
4. CONFIAR EN LA FIDELIDAD DE DIOS
«Dios siempre se
alegra de perdonarnos. Cuando vuelve a levantarnos cree en nosotros
como la primera vez, no se desanima. Somos
nosotros los que nos desanimamos, Él no».
En la parábola del
hijo pródigo el padre se alegra cuando su hijo vuelve a
casa, lo había estado esperando, y cuando lo ve a lo lejos corre a su encuentro
y lo recibe con un abrazo estrecho.
El padre se alegra, santa
Teresa de los Andes, nos dice que Dios es alegría infinita, es una alegría
real, serena, sin resentimientos.
Somos sus hijos queridos,
deseados, hijos esperados y aunque seamos débiles, tropecemos y nos caigamos,
Él mismo nos levanta, con ternura nos pone un manto y prepara un banquete para
recibirnos y acogernos.
¡El
perdón es un regalo, Él nos lo ofrece gratuitamente, está ahí para nosotros! Vayamos a Él con confianza y
abandono.
Con la entrega total de
nuestra realidad más profunda, sin temor de decir aquello que nos aqueja. Es
Cristo quien nos espera en el confesionario.
Por último, si quieres hacer
un examen de conciencia mucho más profundo, te recomiendo la conferencia
online: «Examen de
conciencia y confesión. Guía avanzada para que nuestra fragilidad se vuelva
fortaleza».
Es un recurso buenísimo y que
puede ayudarte a acercarte a la confesión de una manera diferente. ¿Qué esperas para reconciliarte con Dios?
¡Un fuerte abrazo!
Artículo elaborado por Paulina María de la Cruz.
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