Precisamente porque se es bueno y amable Jesús exige mucho a los llamados. Meditación.
Por: churchforum | Fuente: Churchforum
MIRADA
AMOROSA QUE PRESIDE EL LLAMADO Y LAS EXIGENCIAS DEL RENUNCIAMIENTO
"Cuando Jesús se ponía en camino, alguien
corrió, se arrodilló delante de Él y le dijo: - "Maestro bueno: ¿qué debo hacer para ganar
la vida eterna?". Jesús respondió - "¿Por qué me llamas bueno? Nadie
es bueno sino solo Dios. Ya conoces los mandamientos: no mates, no cometas
adulterio, no robes, no digas cosas falsas de tu hermano, no seas injusto,
honra a tu padre y a tu madre". Él le
contestó: - "Maestro, todo esto lo he cumplido desde mi juventud".
Jesús fijando su mirada en él, lo amó, y le dijo: "Una sola cosa te falta:
Anda, vende cuanto tienes, dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el
cielo; ven después y sígueme". Pero al oír estas palabras se fue triste;
tenía muchos bienes". (San
Marcos X: 17 a 22).
UN ARRANQUE DE ENTUSIASMO
San Marcos no nos dice nada sobre la edad de esta persona rica; San Mateo
(XIX-20) precisa que se trata de un joven. El entusiasmo que manifiesta parece
confirmarlo ¿Acaso no hace falta ser joven de
cuerpo y de alma para precipitarse hacia Jesús? En efecto el joven
corrió y se prosternó ante el Maestro. Lo que provocó su fervor fue la bondad
de Cristo de que fue testigo, pues lo llama de inmediato: "Maestro bueno".
Jesús ciertamente merece este entusiasmo. El amor que derrama a su alrededor es
digno de conquistarle los corazones. El rasgo distintivo del Maestro es su
bondad. Por esto se puede uno abandonar a Él
sin reserva, le puede entregar su vida con toda la confianza.
El entusiasmo por la persona amante de Cristo favorece la floración de una
vocación.
EL DESEO DE LA VIDA ETERNA
¿Qué debo hacer para ganar la vida eterna? El
fin que se propone este joven es muy alto: comprendió
que no debía vivir sencillamente por el placer o por los goces terrenales, tan
pasajeros, sino por la verdadera vida que es la que dura siempre, la vida
eterna. Se muestra dispuesto a todo para alcanzar este fin. Diríase que
está pronto para aceptar todo lo que Cristo le va a decir. Por su pregunta pone
en manos del Maestro la orientación de todo su porvenir.
La disposición ideal para recibir la vocación es por un lado el deseo de una
vida más alta que la vida terrenal, y por otro la voluntad de tomar todos los
medios para alcanzarla.
BONDAD EXIGENTE
Jesús responde con bastante viveza: - ¿"Por
qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino solo Dios". El Maestro
resfría el entusiasmo del joven porque su punto de vista es inadecuado. Sin
duda el joven esperaba que la bondad de Cristo fuera menos exigente y más
accesible que la de Dios. Jesús lo desengaña afirmándole que su bondad es
idéntica a la de Dios, con las mismas exigencias y en particular que nada se
quita a los mandamientos de la antigua ley.
El error del joven no consiste en dejarse llevar del entusiasmo, son más bien
en una falsa esperanza, en contar que por razón de su bondad, Cristo lo dirigiría
a la vida eterna, sin exigirle mucho, sin pedirle renunciamientos ni
sacrificios. Precisamente porque se es bueno y amable Jesús exige mucho a los
llamados.
LA MIRADA DE CARIÑO
Cuando el joven declaró haber cumplido los mandamientos, Cristo quiso señalarle
un camino más alto. Pero antes de hablarle
le dirige una mirada de amor, mirada que llamo la atención de los testigos de
esta escena. San Marcos lo dice claramente: "Jesús
fijó su mirada sobre él y lo amó".
Esta mirada del amor de Cristo precede a la vocación. El Maestro mira al joven
con una mirada penetrante que quisiera llegar hasta las profundidades del alma
para decidirla a entregarse totalmente a Él.
Esta mirada está cargada de amor. En otros lugares del Santo Evangelio leemos
que Jesús amaba a ciertas personas como Lázaro, Marta y María, o a Juan, "el discípulo que Jesús amaba". Aquí el
Evangelista escribe: "Jesús lo amó". Es
un amor que surgió en ese momento y que vieron pasar por los ojos del Maestro.
Es pues, un amor muy especial, el que acompaña el llamamiento.
AMOR GRATUITO
Al leer por primera vez el texto, se pudiera tener la impresión que el amor de
Cristo fue atraído por el hecho de que el joven había cumplido los mandamientos
desde chico. Si hubiera sido así, este sería un amor de agradecimiento y de
aprobación, una recompensa por la fidelidad del joven.
Sin embargo, el amor de su mirada reviste otro significado, precede y lleva en
sí una invitación a una vida más alta.
Este amor de su mirada no se refiere a su pasado sino a su porvenir. El amor de
Jesús es un amor nuevo que llama a una vida nueva. Es un don gratuito, un favor
hecho al joven. Nunca hubiera podido merecer este favor ni este amor. Se podría
preparar y disponerse a recibir la gracia de la vocación por el fiel cumplimiento
de los mandamientos, pero nunca podría merecer el llamado en sí mismo, que
viene del libre amor del Señor.
MAS ALLA DE LOS MANDAMIENTOS
"Una sola cosa te hace falta" le
dice Cristo. Esta sola cosa tiene una importancia capital, aunque no sea un mandamiento.
Según el Evangelio de San Mateo, Jesús dijo: "Si
quieres ser perfecto"... Subraya que no se trata de un camino para
practicar lo mínimo indispensable para la amistad con Dios, sino para
conquistar la perfección. Este sentido estricto, este camino no es obligatorio:
se propone a los que libremente quieren obligarse: "Si
tú quieres..."
Después se llamó a este camino la vía de los consejos, para distinguirlo de la
vía de los preceptos, por cuanto llama más
a la libertad personal y porque no es necesario para la salvación. El llamado a
la vocación no se impone bajo pena de pecado. Viene de un amor especial de
Cristo, que reclama una mayor espontaneidad de amor, una decisión más libre, y quiere suscitar el deseo de una generosidad que
vaya más allá de lo prescrito.
LLAMADO A LA POBREZA
"Vende cuanto tienes". Cristo pide
el renunciamiento a los bienes de esta tierra, al dinero. Si el joven quiere
ser perfecto debe liquidar su fortuna y darla a los pobres. En cambio, tendrá
un tesoro invisible, un tesoro en el cielo. Así podrá como pobre, seguir a un
Maestro pobre.
Tal es la exigencia de la vocación. El llamamiento pone frente a una opción,
como al joven del Evangelio; permanecer apegados a los bienes de la tierra, o
entregarse a Cristo renunciando a estos bienes.
El joven rico probablemente esperaba conciliar el disfrutar de su herencia y
alcanzar la perfección. Cristo le impone a escoger, porque "nadie puede servir a dos señores".
UNA OPCION CLARA Y LIBRE
Esta vez la elección de la vocación está claramente definida. El joven puede
tomar una decisión con conocimiento de causa. Jesús no quiso aprovechar su
entusiasmo pasajero para atraerlo a su lado. Al contrario, desea que lejos de
seguirlo por un impulso emotivo, reflexione y pese el valor del sacrificio que
le pide. Al enumerar los mandamientos le da tiempo de que recobre su sangre
fría: después le ha manifestado las condiciones de
una vida más
perfecta, sobre todo la pobreza, que era más difícil de aceptar para el joven.
El amor de la mirada de Cristo es realmente seductor, pero no quita la libertad
a aquél a quien se dirige: por encantado que esté
por este cariño , el joven responderá con entera independencia a la propuesta
que se le hace.
EL RECHAZO
"Pero él al oír estas palabras se fue
triste". No puede no manifestar la decepción que tuvo al oír las
palabras de Cristo: no era lo que esperaba. Poseyendo una gran fortuna, no
quiere sacrificarla. Entre la riqueza y Jesús, escoge la riqueza. Rechaza la
invitación de seguir al Maestro.
"Se fue triste". Se le vio dar la
espalda a Jesús y se fue hacia sus bienes. La opción que hizo no lo hace feliz.
Está triste porque Dios es la única fuente de felicidad: el que se aleja del
Señor para gozar de los bienes de este mundo, solo cosecha la tristeza.
El joven rechazó la más grande de las gracias
que le era ofrecida. Permanece como ejemplo del "No"
dicho a la vocación, "No" que
se opone a la mirada de amor de Cristo.
Si no cometió pecado al decir "No", sin embargo, perdió por su
cobardía, el don tan precioso que se le ofrecía, y perdió la oportunidad de una
vida mucho más noble: la participación al gran
sacrificio de Cristo por la salvación de los hombres.
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