Los Sanfermines surgieron de la conjunción de tres fiestas distintas: las de carácter religioso en honor a San Fermín, las ferias comerciales y las taurinas
Por: navarra.es | Fuente: navarra.es
EL
CULTO AL SANTO
El culto a San Fermín en Pamplona es anterior a la celebración de los Sanfermines,
y su imagen sigue siendo el eje principal sobre el que gira esta universal
fiesta. La tradición cuenta que el presbítero Honesto llegó a la Pamplona
romana enviado por San Saturnino para evangelizarla y que el senador Firmo se
convirtió al cristianismo. Su hijo Fermín comenzó a predicar a los 17 años y a
los 31 se marchó a predicar a las Galias. En Amiens consiguió muchas
conversiones, fue encarcelado y un 25 de septiembre fue decapitado.
Según la tradición, San Fermín fue el
primer obispo de Pamplona, aunque su culto no consta documentalmente hasta el
siglo XII, importado de Amiens en cuyas letanías figuraba desde el siglo VIII.
Los martirologios de la siguiente centuria (Wandalberto, Rábano de Mauro y
Usardo) incluyen un santo de ese nombre, mártir de Amiens conmemorado el 25 de
septiembre.
Tras ser consagrado obispo a los 24 años, San Fermín marchó a evangelizar la
Galia y tras predicar en Agen, Clermont, Angers y Beavois sufrió martirio en
Amiens tras bautizar a más de 3.000 personas.
HISTORIA DE LOS SANFERMINES
Según los historiadores, los Sanfermines surgieron de la conjunción de tres
fiestas distintas: las de carácter religioso en honor a San Fermín y que se
celebraban desde tiempo inmemorial, las ferias comerciales organizadas a partir
del siglo XIV, y las taurinas que se ceñían a la celebración de corridas de
toros, también desde el siglo XIV.
Poco a poco, la conmemoración de San Fermín, que se celebraba el 10 de octubre,
se fue completando con músicos, danzantes, comediantes, puestos de venta y
corridas de toros. Dado que la climatología en octubre era bastante inestable y
podía arruinar todos estos actos, el Ayuntamiento solicitó al obispo el
traslado de la fiesta al 7 de julio.
Con el traslado de fecha, en 1591 nacieron los Sanfermines, que en su primera
edición se prolongaron durante dos días y contaron con pregón, músicos, torneo,
teatro y corrida de toros. En años sucesivos se fueron intercalando nuevos
festejos como fuegos artificiales y danzas, y las fiestas se alargaron hasta el
día 10.
Las crónicas de los siglos XVII y XVIII hablan de actos religiosos junto a
músicos, danzantes, gigantes, torneos, saltimbanquis, encierros y toros; de la
preocupación del clero por los abusos en el beber y el libertinaje de mozos y
mozas, y de la presencia de gentes de otras tierras que con sus espectáculos
hacían "más divertida la ciudad". Así,
durante el siglo XIX hubo curiosas atracciones de feria como la mujer cañón,
lápices irrompibles, animales exóticos o figuras de cera, mientras que la
Comparsa de Gigantes estrenó cabezudos, kilikis y
zaldikos. Por otro lado, la no existencia del doble vallado en el
encierro ocasionó que en numerosas ocasiones los toros se fugasen por las
calles de la ciudad.
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