EL SACERDOTE DEMONÓLOGO JOSÉ ANTONIO FORTEA ASEGURA QUE SE VIVEN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS DEL EXORCISMO, UNA PRÁCTICA CRITICADA TANTO FUERA COMO DENTRO DE LA IGLESIA
En una pequeña oficina en Alcalá
de Henares, el sacerdote José Antonio Fortea, parece haberse dado por vencido.
Con un gesto de pesadumbre dice: “Vivimos los
últimos años del exorcismo”.
Si lo dijera cualquier otro cura, quizás no tendría el mismo significado, pero
lo afirma Fortea, que aunque actualmente no ejerce como exorcista, sino que se
dedica a escribir libros, es el rostro más visible de esta práctica en España.
Este experto en demonología fue durante mucho tiempo el único que atendía casos
de supuestos posesos.
En España, el 26% de las 69
diócesis tienen un exorcista, según el estudio Exorcismos.
Fuentes y teología del Ritual de 1952, publicado en 2011. Su autor,
el cura Antonio Doñoro, dijo en una entrevista en el sitio
web religionenlibertad.com ese
mismo año, que la cantidad le parecía insuficiente y lo acachaba a que “muchos sacerdotes no creen en los exorcismos”. En
Madrid hay ocho, según el Arzobispado de la capital, uno por cada vicaría.
En marzo pasado, los medios de
comunicación contaban una noticia que ha supuesto un golpe para los exorcistas.
El cura Jesús Hernández Sahagún de Valladolid era llamado a declarar como
imputado por el caso de una joven que había sido exorcizada en al menos
10 ocasiones cuando era menor de edad y estaba bajo
tratamiento psiquiátrico. Hernández fue quien practicó los rituales y los
familiares de la joven fueron quienes pusieron la denuncia, en la que
aseguraban que la menor había sido maltratada física y psíquicamente en las
sesiones. Este es el primero caso en el que se judicializa esta práctica
realizada por un sacerdote católico en España. Por ahora, la denuncia ha sido
archivada.
Aquella demanda judicial es la
razón que lleva a José Antonio Fortea a no titubear en su aseveración. Llegará
antes o después y entonces habrán perdido: “El
exorcismo desparecerá de Europa”. Lo más probable, asegura, es que
alguien que no siguió hasta el final después vaya a un psiquiatra y este le
aconseje que demande a la Iglesia por haberle “metido
en la cabeza” que estaba poseído. “E iremos
a los tribunales y los obispos no nombrarán a nadie”, afirma. Ante un
juez, él está seguro de que los psiquiatras dirán que sí, que esta práctica
provoca algún daño. No se equivoca. El psiquiatra Sergio Oliveros Calvo, del Grupo Doctor Oliveros, dice
que no existe un solo documento científico que apoye la naturaleza sobrenatural
de un fenómeno de posesión diabólica. Hasta ahora, explica que los casos a los
que ha tenido acceso la ciencia demuestran que se trataban de fenómenos
psicopatológicos o neurológicos. “El enfoque religioso
de estos casos retrasa el diagnóstico y el tratamiento de patologías tratables
por lo que pueden, en efecto, suponer una negligencia y un daño demandable
judicialmente”.
A diferencia de Fortea, el cura
Luis Santamaría del Río, miembro de la Red Iberoamericana de Estudios de las
Sectas (RIES), no cree que sea el fin. Sí reconoce, sin embargo, que la
práctica vive tiempos difíciles. “Quizás porque no
se toma en serio el tema. Fuera de la Iglesia parece algo de otro tiempo; y
dentro es algo discutido”. “No sabes la lucha que ha habido, por dentro y por
fuera”, reconoce Fortea. Algunos creen que la Iglesia da una “impresión medieval” y otros que es un tema que no
va más allá de la superstición. Sea como sea, Santamaría del Río, está seguro
que se seguirán practicando, aunque cree que la Iglesia tendrá que extremar
medidas de prudencia, seguridad y garantías legales.
No existen cifras sobre cuántos
exorcismos se realizan en España. Fortea cuenta que durante sus casi 10 años en
esta práctica recibía entre cinco y seis personas al día, pero aclara que la
mayoría de los casos no tenían nada que ver con posesiones diabólicas y que
cuando era necesario, los remitía a psicólogos o psiquiatras. “Por nuestra parte no existe ninguna hostilidad, ni
competencia, al revés, les enviamos los casos que no tienen que ver con lo
nuestro. Son algunos psiquiatras los que se ponen rabiosos contra nosotros”.
Pero, ¿cómo se sabe quiénes tienen al diablo dentro? El ritual de exorcismo menciona algunos de los supuestos indicios:
“hablar varias palabras de un lenguaje desconocido,
o entender al que las habla; hacer patentes cosas distantes y ocultas;
demostrar una fuerza superior a la edad o a su condición natural”. Fortea
dice que la persona “se vuelva como loca, como una
bestia. Comienza a revolcarse por el suelo, a echar baba y el demonio habla a
través de ella”. Esas características, sin embargo, afirma el psiquiatra
Oliveros perfectamente pueden ser síntomas de un padecimiento psiquiátrico.
EN
ESPAÑA, EL 26% DE LAS 69 DIÓCESIS TIENEN UN EXORCISTA, SEGÚN UN ESTUDIO
PUBLICADO EN 2011
Según el Arzobispado de Madrid,
los posibles casos de exorcismos implican un proceso de discernimiento largo,
en el que intervienen "personas espirituales y
profesionales de la psiquiatría”. Oliveros no da crédito y asegura que
hasta que exista un comité científico formado por neurólogos, psiquiatras y
psicólogos que examine los supuestos casos de posesión diabólica, creerá en
esas palabras. “Ya han sido varios los casos de
supuestas posesiones diabólicas en las que se ha confirmado la existencia de
una esquizofrenia, un trastorno límite o histriónico de personalidad y más
recientemente una encefalitis autoinmune por anticuerpos antireceptor NMDA”.
Hace cuatro años, The British
Medical Journal publicó un
estudio que afirmaba que los síntomas de esquizofrenia
todavía estaban siendo catalogados como posesiones demoníacas por algunos
sacerdotes. La publicación se basaba en el caso de una española que padecía
este trastorno y que le habían practicado varios exorcismos.
Fortea no tiene dudas, está
convencido de que el diablo existe. Nunca le ha visto, tampoco le ha escuchado,
pero dice saber sabe que está ahí, que merodea, que busca, y que a veces se
mete en el cuerpo de las personas. Cree, no porque le parezca racional, sino
porque lo dice la Biblia. “Si no lo hubiera dicho
la Biblia no lo habría creído”. Mientras tanto, para el doctor Oliveros,
el hecho de que esta práctica tan antigua aún esté siendo utilizada solo puede
tener una explicación: ignorancia.
EL
RITUAL EXORCISTA
Durante
400 años, desde 1614, la Iglesia Católica utilizó el Rituale Romanum para realizar exorcismos.
El rito tuvo varias actualizaciones y su última edición fue en 1952. Hace 16
años, en 1999, se publicó uno nuevo, que fue criticado por muchos curas por su
supuesta ineficacia. Entre ellos estaba el famoso padre Gabriele Amorth. (QEPD)
La
Iglesia permite la utilización de los dos. Santamaría del Río comenta que una
de las diferencias entre ambos es la “fórmula
ritual”. Con el anterior, el sacerdote se dirige “al diablo” para ordenar que salga de la persona; con el de
ahora, le pide a Dios que libere a la persona. Además, el exorcista solo puede
realizar la práctica cuando tenga la certeza de que se trata de una posesión.
Los líderes religiosos insisten que este método está basado únicamente en
oraciones y en el uso de agua bendita y una cruz. “No
hay tortura”, asegura Fortea.
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