Persona a persona, familia a familia, la semilla del Evangelio fue expandiéndose y se constituyeron las comunidades cristianas, formadas por hombres y mujeres valerosos, dispuestos a dar testimonio de Cristo y de razón de su esperanza delante de los jueces.
Por: Escuela de la Fe | Fuente: Tiempos de Fe, año
1,
LA
MÍSTICA DEL SERVICIO
Pero Jesús los llamó y les
dijo: "ustedes saben que los jefes de las naciones las gobiernan
tiránicamente y que los dirigentes las oprimen. No deben ser así entre ustedes.
El que quiera ser importante entre ustedes, sea su servidor, y el que quiera
ser el primero, que sea su esclavo".
Qué dificultoso es ahora vivir, me decía el otro
día uno de mis alumnos en la escuela de la fe; cada vez se hace más difícil
poder transitar por el mundo sin estar con el temor de que algo malo se nos
pueda pegar. Hay demasiada injusticia, corrupción, intolerancia,
impunidad, hambre, pobreza, etc., seguía comentándome. A veces me pregunto si
no estaremos actuando mal nosotros los que pensamos que somos buenos, me dijo
para terminar.
Y en ese momento pensé: ¿Qué sería de nosotros los que pensamos que somos buenos,
si Jesús hubiera reaccionado de esta manera? Es decir, si hubiera
pensado que ante el pecado, la bondad no tiene nada que hacer; que antes la
maldad, la pobreza, la injusticia, la caridad, nada lo puede.
Éste criterio no es otra cosa que el resultado
de vivir un largo tiempo sometido a la inercia del mundo, el fruto -si es que
esto puede llamarse fruto- del actuar de una manera equivocada e ignorante
en relación con lo que sabemos que es el Evangelio. = Evangelizar dice el
Papa Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi, es llevar la Buena Nueva a todos los
hombres de la humanidad y con flujo transformar desde dentro y convertir al
mismo tiempo, la conciencia personal y colectiva de los hombres=.
Volviendo al diálogo que sostenía con mi alumno,
le contesté: Eso que estás viviendo en el
mundo, no es otra cosa que la proyección del pecado personal que no se queda
solo en la intimidad de las conciencias, sino que se proyecta hacia los demás
tomando dimensiones sociales. No olvides que el pecado personal
ciertamente se siente en el corazón de las personas y de ese corazón brotan en
los criterios, las actitudes y las decisiones que, llevadas a la convivencia
humana y a las estructuras e instituciones sociales, hacen que el pecado, tome
dimensiones sociales, dando origen a la mentira, a la pornografía, a la
delincuencia, a la desintegración familiar, a la injusticia social, a la
marginación de los pobres, a la corrupción de los gobernantes y gobernados, al
materialismo, a la manipulación de los medios de comunicación social, a la
incoherencia entre la fe y la vida.
Entonces lo que me quiere decir es: ¿que no debo tener temor por el mundo? ¿Que no es
correcto pensar como dice el adagio dime con quién andas y te diré lo que se te
va pegar?
Y nuevamente me puso a pensar: Quien ama la verdad, no puede menos que empeñarse por
alcanzar el amor. Jesús nos enseña esta lección: amando a los suyos hasta el
fin; hace de la CARIDAD el mandamiento nuevo, "Este es el mandamiento mío;
que os améis unos a otros como yo os he amado".
Por lo tanto, la respuesta a la inquietud de mi
alumno ya así se lo dije, está en el cómo vivir en el mundo nuestra vida
cristiana; por qué habiendo sido liberados de las ataduras del pecado original
y elevados a la participación de la vida divina por medio de nuestro bautismo,
no hay razón para que no podamos caminar por el mundo siendo luz libertadora y
fuerza transformadora.
Esto quiere decir que la evangelización al tocar
la intimidad espiritual de cada persona lo libera de la esclavitud de sus
pecados particulares; lo rescata de las tinieblas a la luz y lo proyecta como
tal a las organizaciones e instituciones sociales, económicas, culturales y
políticas para transformar sus ambientes en situaciones nuevas del reino de
Dios.
"Entonces la iglesia
desempeña un papel muy importante en el mundo", me
contestó.
Ahora estoy comprendiendo que esto de la
evangelización no es para encerrarse en los templos. Que su finalidad es
iluminar, con el anuncio de Jesucristo y con el testimonio de sus discípulos,
el comportamiento individual social del mundo entero, invitando a aquellos que
aún no aceptan el Evangelio, a convivir en fraternidad el proyecto revelado por
Dios en su hijo Jesucristo: la nueva civilización del amor, como la llama el
papa Juan Pablo II.
Sin embargo, hay algo que todavía no me queda
muy claro, me dijo: "¿porque si la tarea de la
iglesia que fundó Jesucristo es ser luz de las naciones, después de casi dos
mil años todavía hay demasiada oscuridad en el mundo? ¿Es que hay algo que no
está funcionando correctamente?".
Recordamos juntos estas palabras de un gran
apóstol contemporáneo a los apóstoles de la Nueva Evangelización: "El evangelio, los hechos de
los apóstoles, las cartas de San Pablo nos presentan un estilo de apostolado
que se ha ido perdiendo en algunos ambientes cristianos. El evangelio contiene
en sí un mensaje transformante, una semilla para renovar la sociedad desde el
corazón de cada hombre. Prueba de ello es el testimonio de vida de los
primeros cristianos, esos hombres y mujeres de toda edad, condición social y
profesión, que fueron capaces de convulsionar Las bases del imperio romano.
Nada en lo exterior los distinguía de los demás hombres que adoraban a los
dioses paganos. Trabajaban, formaban sus familias como los demás; pero había
algo que los hacía diferentes: era el AMOR con que se llamaban unos a
otros, el PERDÓN mutuo, la PAZ que traes transpiraban sus
vidas, la PUREZA
de sus
costumbres, la HONESTIDAD de su conducta. Muchos de esos
hombres sellaron su amor al evangelio con la entrega de su vida. Gracias
al poder del espíritu Santo y el testimonio de su fe, la buena nueva del
Evangelio fue difundiéndose silenciosamente en las ciudades y en el campo.
Creen en Cristo no era para ellos un aprendiz, una realidad superflua de su
existencia. Era lo decisivo.
Persona a persona, familia
a familia, la semilla del Evangelio fue expandiéndose y se constituyeron las
comunidades cristianas, formadas por hombres y mujeres valerosos, dispuestos a
dar testimonio de Cristo y de razón de su esperanza delante de los jueces.
Vivían la conciencia clara
de ser luz del mundo y sal de la tierra, que la Buena va del Evangelio era
levadura en medio de la masa de la sociedad pagana".
Ahora entiendo mejor. Después de lo que me ha
dicho, veo que si el mundo está como está, en gran parte se debe a lo que
hemos dejado de hacer nosotros los cristianos, a lo que hemos perdido y que
debemos reencontrar.
Comprendo que el error consiste en creer que se
tiene CARIDAD por el mero hecho de pensar en
amar a nuestro prójimo, cuando lo primero que tenemos que hacer es
examinarnos a nosotros mismos en la fuerza misma de nuestro amor. Es decir, que
si amamos a los demás, pero no los amamos por Dios, no tenemos CARIDAD aunque pensemos que si la tenemos: "la caridad es verdadera, cuando se ama al amigo en
Dios y al enemigo en Dios".
"Efectivamente", le
dije: "todo hombre que vive entre los hombres
como dice San Gregorio Magno, debe primero buscar a aquel a quien ama, para
efecto de no soltarse de la mano de aquel con quien camina. Sin embargo,
aquí cabe una importante observación: no se trata de saber cuánto amor
debemos al hermano y cuanto adiós: incomparablemente más a Dios que
nosotros, y a nuestros hermanos tanto como a nosotros, pero, no podemos amarnos
mucho a nosotros si no amamos mucho a Dios. Es, pues, con un mismo amor
con el que amamos a Dios y al hermano; pero amamos a Dios por sí mismo, a
nosotros y al prójimo por Dios".
En este punto, mi alumno se quedó pensativo unos
minutos y luego me planteó lo que yo ya esperaba. "Entonces,
si es que ya entendí, la caridad no es un mero concepto filosófico, una idea
abstracta, sino una actitud vital, ¿no es así? Estoy comprendiendo ahora lo que
tantas veces he escuchado en las homilías dominicales sobre el discípulado y su
fruto más bello: el apostolado.
Ahora puedo distinguir
claramente la diferencia entre hacer Proselitismo como hacen todas las todas
las sectas y evangelizar: la tarea por excelencia de nuestra iglesia.
Hoy estoy comprendiendo que
el cristianismo no es tan sólo una religión sino que es una nueva manera de
vivir una hermosa visión de la vida animada por el amor de Dios pero realizada
en el amor de Dios hacia el hermano más necesitado, hacia la opción de Cristo: LOS
POBRES.
Hoy ya puedo distinguir la
diferencia entre un servicio a los demás y un servicio por amor a los demás. Lo
que tú llamas la mística de servicio ¿o no es así? me dijo.
"Efectivamente, que es
razón, y no porque lo diga yo. Veamos lo que han escrito algunos santos padres,
doctores de la Iglesia y autores clásicos:
Aunque es algo muy grande
tener una fe recta y una doctrina sana, y aunque sean muy dignas de alabanza la
sobriedad, la dulzura y la pureza, todos todas estas virtudes, sin embargo, no
valen nada sin la caridad. Y ninguna conducta es fecunda, por muy excelente que
aparezca, si no está engendrada por el amor".
San Agustín decía: el
que reúne todas las demás virtudes y no tiene caridad es como el que transporta
el polvo contra el viento y el doctor angélico Santo Tomás lo expresa así: la
caridad se compara al fundamento y a la raíz, porque de ella se sustentan y
alimentan todos las demás virtudes.
Ahora bien, en relación con el servicio a los
demás, viene a mi memoria un texto de San Vicente Ferrer que considero muy
adecuado: tú, por tanto, que deseas ser útil a las
almas del prójimo, primero acude a Dios de todo corazón y pídele simplemente
esto: que se designe infundir en ti aquella Caridad que es el comprendió de
todas las virtudes, ya que ella te hará alcanzar lo que deseas.
La caridad es la virtud que nos hace entrar en
la plenitud de Dios y consecuentemente de todas las cosas. Dicho de otra
manera: si quieres amar a Dios como es debido,
extiende tu caridad por todas las partes del globo, pues los miembros de Cristo
están dispersos por el mundo; si no amas la parte estás partido; si no estás en
todo el cuerpo, no estás en la cabeza.
En éste punto estábamos cuando nos dimos
cuenta que el tiempo no había alcanzado y que ambos teníamos muchas otras
cosas que hacer y nos despedimos. Antes de decirnos hasta la vista mi alumno me
regaló una sonrisa y con ella la invitación a otra entrevista.
Esta es la razón por la que no puedo concluir
estas reflexiones a la manera tradicional; no puedo ponerles punto final.
Como mi alumno, me despido de ustedes con un sonrisa invitándolos a que
un futuro próximo nos encontremos nuevamente y podamos pasar un rato agradable
como éste que he pasado en su compañía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario