domingo, 8 de agosto de 2021

LA NUEVA ONDA: LA DESENCARNACIÓN

«Dios te salve Pachamama, dulce fuente de nuestra vida, que seas eternamente venerada. Bienaventurados los frutos de tu vientre, nuestro pan de cada día, que seas bendita ahora y siempre. Mira con compasión, Santa Madre la humana jauría que te destruye por ambición. Bendita sea tu clemencia Pachamama. Tierra mía depredada por la demencia. Eres fuente de vida y alegría. Pachamama, tierra santa, Madre Santa, Virgen María».

Esto lo publicó, dicen, la filial de Cáritas de la diócesis de Venado Tuerto, en Argentina.

Lo peor de este adefesio herético y blasfemo no es la divinización de la Tierra, sino la deshumanización de María Santísima, que por lo visto queda convertida en la Tierra, el Planeta, la Naturaleza, o algo así.

Detrás de este vergonzoso pastiche está la idea de que la Virgen María es un personaje mitológico como la diosa Juno, Diana cazadora, las Parcas o la Aurora de rosados dedos de que habla Homero.

Es decir, un símbolo, tan símbolo como la misma personalización de la tierra.

Esa forma de pensar no tiene absolutamente nada que ver con la fe cristiana. María Santísima es un ser humano de carne y hueso como nosotros que vivió en el siglo I de nuestra era en Palestina.

El progresismo nació para contradecirse continuamente. Quedaron afónicos en la segunda mitad del siglo pasado gritando Encarnación, Encarnación”, y Humanismo, humanismo. De golpe pusieron de moda a San Ireneo porque había dicho que la gloria de Dios es el hombre viviente. Metz escribió un libro sobre el antropocentrismo en Santo Tomás de Aquino. Etc. etc.

Es claro, había que mostrarle a los comunistas, que presumiblemente iban a heredar la tierra, que a humanistas y antropocéntricos no nos ganaba nadie.

Y ahora resulta que la onda es, por un lado, el ambientalismo, ecologismo, animalismo, etc., y por otro, el transhumanismo.

Y entonces ahí tenemos a la Virgen transhumanizada, convertida en un eón gnóstico llamado “Pachamama”, en una entidad de esas que les encantan a los teósofos y espiritistas.

Más aún, convertida en una diosa, porque la Pachamama es una diosa. ¿Será entonces que hay que ir revisando todo aquello que se viene también gritando desde hace sesenta años sobre la necesidad de no crear dificultades innecesarias a los protestantes? 

Nada, nada, nada, y nada. Ése es el contenido del “progresismo” católico.

Néstor Martínez

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