Para todos los que queráis saber cuándo escribo un post, tenéis un botón a la izquierda que dice “seguir”. Es el último botón de la izquierda, debajo del “archivo”.
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Ayer visité
el Museo Arqueológico Nacional. Otra visita más: deleite
en estado puro. Qué privilegio poder ver tantas obras y tan buenas. Los
que nos precedieron, ni siquiera los nobles, pudieron ver tal acumulación de
belleza e historia. Me siento tan afortunado. El amigo con el que iba era de
Ecuador. Dos días antes fuimos al Museo Cerralbo, bastante desconocido para
muchos madrileños, pero otra maravilla: una mansión
aristocrática del siglo XIX con una colección única de pinturas, muebles,
esculturas, techos y de todo aquello que puede ornamentar una mansión.
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Sigo
escuchando a Bach. Johan Sebastian es una inspiración para mi vida. Un ideal de
artista que busca la calidad, la excelencia, para ofrecérsela a Dios.
Por supuesto
que yo, en mi campo, no me puedo ni lejanísimamente comparar a ese genio. Pero
escucharle supone una inspiración para hacer mejor las cosas, para evitar obras
de latón, obras recubiertas de purpurina, mármoles pintados y trampantojos. Hay
que crear con materiales nobles. Jamás buscar el aplauso ni la
aceptación.
Desear esa
grandeza creativa, literaria, teológica, o teológico-literaria, no significa
que uno lo consiga. Pero hay que esforzarse por hacer las cosas lo mejor
posible.
P. FORTEA
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