El auténtico desarrollo del hombre concierne de manera unitaria a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones.
Por: Humberto Del Castillo Drago | Fuente:
Psicología y virtud
Como católicos, junto con toda la Iglesia: “Cuando anuncia, celebra y actúa en la caridad, tiende a
promover el desarrollo integral del hombre”. (Caritas in Veritas No. 11)
El Desarrollo Integral no se agota en
actividades de asistencia o educación, sino que manifiesta toda su propia
capacidad de servicio a la promoción del hombre y la fraternidad universal
cuando puede contar con un régimen de libertad.
La Caritas in veritate sigue afirmando: “El auténtico desarrollo del hombre concierne de manera
unitaria a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones”.
El hombre no se desarrolla únicamente con sus
propias fuerzas, así como no se le puede dar sin más el desarrollo desde fuera.
En realidad, las instituciones por sí solas no bastan, porque el desarrollo
humano integral es ante todo vocación y, por tanto, comporta que se asuman
libre y solidariamente responsabilidades por parte de todos.
Este desarrollo exige además una visión
trascendente de la persona, necesita a Dios: sin Él, o se niega el desarrollo,
o se le deja únicamente en manos del hombre, que cede a la presunción de la
auto-salvación y termina por promover un desarrollo deshumanizado.
Por lo demás, sólo el encuentro con Dios permite
no «ver siempre en el prójimo solamente al otro»,
sino reconocer en él la imagen divina, llegando así a descubrir verdaderamente
al otro y a madurar un amor que «es ocuparse del
otro y preocuparse por el otro» (Caritas in Veritate).
El desarrollo integral, entendido como proceso
dinámico por el cual cada persona, toda la persona y todas las personas pasan
de condiciones de vida menos humanas a condiciones cada vez más humanas, justas
e igualitarias, supone una determinada concepción de persona humana y de
sociedad: La
persona como ser perfectible y la sociedad constituida sobre el fundamento de
la interdependencia o la solidaridad, como expresión de la naturaleza social
del ser humano. No tiene límite ni
punto de llegada, pues siempre hay algo más en su horizonte, siempre hay algo
nuevo por hacer florecer o perfeccionar en toda persona y en toda comunidad.
Este perfeccionamiento es fundamentalmente crecimiento en el ser y en segundo
lugar, en el tener o en el saber.
Hoy, crecimiento en el ser se entiende como
mayor conciencia de la propia dignidad y de los derechos y deberes humanos. El
desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico, pues para ser
auténtico, debe ser integral, es decir, promover a cada hombre, a todos los
hombres y a todo el hombre (Cfr. Populorum Progressio 14).
El Desarrollo Integral del ser humano implica
cada una de sus dimensiones: cuerpo y alma, y
espíritu. Para efectos de esta conferencia y desde una visión integral
de la persona, el Desarrollo integral
implica formar y educar a la persona en cada una de sus dimensiones y áreas.
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