«AHÍ TIENES A TU MADRE»: PABLO CERVERA, SOBRE LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN EN EL MUNDO
En los
últimos ciento cincuenta años, la Virgen ha ido incrementando
su presencia en China, como
anticipando la futura potencia del país y la necesidad de la presencia en él de
una fe activa y militante. Como así ha sucedido, con la resistencia heroica de
los católicos chinos a la persecución comunista, a la trampa de la Iglesia
Patriótica cómplice y los cambios, en ocasiones sorprendentes, de la diplomacia
vaticana.
En su reciente libro Ahí tienes a tu madre. María,
madre y patrona de todos los pueblos del mundo, el
sacerdote y teólogo Pablo Cervera Barranco recoge todas las grandes advocaciones marianas
del mundo que gozan de patronazgo, y entre ellas catorce son chinas. La mayoría
han vivido su esplendor desde finales del siglo XIX hasta nuestros días, como
anclaje para la fe de 10 millones de católicos que hay hoy en el país, apenas
un 0,7% de la población pero una base firme para su evangelización. Algo que el
régimen de Xi Jinping ha
entendido bien, recrudeciendo en los últimos años la persecución.
SANTUARIOS PARA UNA FUTURA
CHINA CATÓLICA
El
santuario de Sheshan,
consagrado a Nuestra Señora Auxilio de los Cristianos, es el único del país con
la condición de basílica, y el lugar más conocido y
emblemático para la Iglesia china. Pero hay muchos otros enclaves marianos que
encierran bellas historias de fe.
Como Dong Lv, que rinde devoción
a la "Reina de China", que se
apareció en 1900 durante el levantamiento de
los bóxeres, que persiguió a los cristianos por considerarlos
responsables de la influencia extranjera. Una Señora vestida de blanco
deslumbrante fue vista sobre la iglesia, lo que desbarató a los atacantes.
O Fu Jian, un santuario muy
reciente, construido en 1993, y que incluye la Aldea del Rosario: Gruta de Lourdes, casa de retiros, centro de formación,
biblioteca, imágenes del Sagrado Corazón y de santos y ángeles, hogar para
peregrinos... y lo más importante, una capilla de Adoración Perpetua al
Santísimo.
O Jiao Jiang, cuyo origen es una curación, construido en 1913.
La tía de un sacerdote del lugar, enferma, soñó que le proponían pedir en aquel
lugar a la Virgen la gracia de ser sanada. Como así fue, empezaron a acudir
peregrinos, y aunque la construcción sufrió ataques durante la Revolución
Cultural de Mao Tse Tung, allí se conserva la tabla que escribió la mujer con
el título que dio a Nuestra Señora en agradecimiento: Sanadora de enfermos.
O Qing Yang, también un
milagro obrado esta vez, como signo sensible, por una infusión. Una hermosísima
Señora vestida de blanco, de rostro "amable y
solemne", le dijo en 1900 a una campesina que se la hiciese con
hierbas del lugar para borrar su mal. La mujer cumplió la orden, pero pensó que quien se le había aparecido era Buda y acudió a un templo budista a agradecérselo.
Pero ninguna imagen se le parecía. Hasta que un día, visitando a un católico,
vio en su casa una imagen de la Virgen de Lourdes y empezó a gritar: "¡Es ella, ella es la Señora que me curó".
La diócesis compró el terreno y construyó una capilla que con el tiempo se
amplió a templo neogótico y es hoy uno de los santuarios más visitados.
O
Shang
Dong,
santuario situado junto a un pueblo católico que durante
cuatrocientos años ha sido cuna de innumerables vocaciones sacerdotales y religiosas. Cerca de aquella
Virgen se encuentra el único gran santuario de Asia consagrado a San José.
O Zhang Ke, donde en 1917 la Virgen, con el Niño
Jesús en brazos, se apareció a un misionero extranjero que se
había perdido en el bosque para orientarle. Agradecido, el religioso
grabó en un peñasco, con caracteres chinos, "Nuestra
Señora de Zhang Ke, ruega por nosotros", inscripción sobre piedra
que aún se puede leer.
O Zhou Zhi, uno de los
santuarios más antiguos, construido en la antigua Guarida de los
Leopardos. Su historia nace en un joven sacerdote local, Lui Jia Lu, que estudió en Italia y en 1717 pidió permiso al
Papa para establecer un lugar de peregrinación. Lo encontró en un monte con ese
sugerente nombre, que le convenció porque se parecía al monte Calvario de
Jerusalén. Hoy se denomina Monte de la Cruz y, según su deseo, acoge a miles de católicos en
las fiestas de la Vera Cruz o de la Exaltación de la Santa Cruz.
POR QUÉ ESTE LIBRO
Lo que
hace Pablo Cervera con China, lo hace igual con el resto de países, de forma
que en su libro tenemos un panorama muy amplio de la
devoción mariana en todo el mundo vinculada a lugares y hechos
concretos de tal trascendencia social y cultural que configuraron un patronazgo específico de la
Virgen María.
Ahí tienes a tu madre: una exhaustiva panorámica de la devoción a la Virgen en
todo el mundo.
Advocaciones, basílicas y santuarios que, como afirma el autor en el prólogo,
expresan el doble mandato recibido por los cristianos, personificados por San Juan, al pie de la Cruz.
Según el relato del evangelista, las últimas palabras de Jesucristo en la Cruz antes de manifestar su sed y expirar
fueron las del mandato mutuo a la Virgen María y al propio evangelista: "Ahí
tienes a tu hijo, ahí tienes a tu Madre" (Jn 19, 26-27). Tras ese
doble encargo, proclamó: "Todo está
cumplido".
Que ella lo ha obedecido puntualmente no requiere más prueba que la fe de la
Iglesia considerándola, aunque no esté expresamente definido como dogma, Mediadora de todas las Gracias.
No hay cristiano que no haya recibido su protección.
¿Y al revés? ¿Han devuelto los fieles el amor de su Madre
del Cielo?
Aun entre infidelidades y pecados, sí, a tenor de las innumerables advocaciones
que en todo el mundo certifican ese vínculo establecido en el Calvario. Cervera presenta 123 de ellas en Ahí tienes
a tu madre. María, Madre y Patrona de todos los pueblos del mundo.
Cuando San Juan cuenta poco después que él mismo "la
acogió como algo propio" (Jn 19, 25), no se refiere a que la
recibiera en su casa para que no se quedara sola, como si solo se tratase de piedad filial: "No",
explica Cervera, "el verbo que utiliza es un verbo de recepción de
persona", en el sentido de que Juan acogió Nuestra Señora "en el horizonte de sus intereses, de sus
amores", y por eso "no se puede
ser cristiano sin ser mariano... No es algo al arbitrio de
nuestro capricho, de nuestro querer o de nuestra devoción. El Señor lo
quiere... No es algo de lo que yo pueda prescindir si quiero".
Lo que pretende con su libro, pues, no es solamente recoger datos históricos
sobre las invocaciones a María como patrona y su presencia en los diversos
santuarios que se le han erigido en los cinco continentes, sino sobre todo "verificar hoy esas dos palabras de Jesús
dirigidas a su Madre y al discípulo amado", verificar "la presencia cercana maternal" de
Nuestra Señora a todos los pueblos de la Tierra.
El instrumento elegido, país por país, es una pequeña descripción
de la advocación y patronazgo correspondiente, acompañada de una oración tomada del Misal Romano o de la misa propia, y en
muchos casos por otra formulada por Juan Pablo II en sus viajes, donde siempre hubo espacio para
consagrarle a la Virgen la nación que le acogía.
Eso permite darle a cada devoción particular una dimensión universal, pues
muchas de las peticiones que formulaba eran expresión, no solo de las
necesidades individuales que cada cual lleva ante la Virgen, sino de necesidades colectivas que aún permanecen,
sobre todo las referidas a la vida familiar.
Artículo publicado originalmente en el portal mariano Cari
Filii.
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