Este miércoles 27 de enero el mundo recuerda a las víctimas de la Shoah, el genocidio perpetrado por los nazis contra los judíos, y a las demás víctimas de los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial.
El Papa Francisco se sumó a este Día Internacional de Conmemoración del
Holocausto, proclamado por la Asamblea General de la ONU para conmemorar la
liberación en 1945 del Campo de Concentración de Auschwitz-Birkenau, en
Polonia, con un mensaje pronunciado al finalizar la Audiencia General en el
Vaticano.
“Hoy, aniversario de la liberación del campo de
exterminio de Auschwitz, se celebra la Jornada de la Memoria. Conmemoramos a
las víctimas de la Shoah, y a todas las personas perseguidas y deportadas por
el régimen nazi. Recordar es una expresión de humanidad. Recordar es signo de
civilización. Recordar es condición para un futuro mejor de paz y fraternidad”,
fueron las palabras del Pontífice.
El Santo Padre señaló que “recordar también
es estar atentos, porque estas cosas pueden suceder de nuevo. Comienzan con
propuestas ideológicas que quieren salvar un pueblo y terminan destruyendo al
pueblo y a la humanidad. Estad atentos a como comenzó este camino de muerte, de
exterminio, de brutalidad”.
Hoy se celebra el #DíadelaMemoria.
Recordar es expresión de humanidad; es estar atentos, porque estas cosas
pueden suceder de nuevo, comenzando por propuestas ideológicas que quieren
salvar a un pueblo y acaban por destruir a la humanidad.
— Papa Francisco
(@Pontifex_es) January 27, 2021
Según se explica en el sitio web del memorial de Auschwitz, 1 millón 300
mil personas fueron deportadas a este campo de concentración por parte del
régimen nazi. De ellas 900.000 personas fueron asesinadas en cámaras de gas e
incineradas en los hornos crematorios nada más ingresar en el campo.
Aquellos que no eran asesinados nada más llegar, eran sometidos a un
régimen de esclavitud y trabajos forzados. El 50% de ellos murió de hambre,
enfermedades o asesinatos.
El campo de concentración de Auschwitz se encuentra a unos 70 kilómetros
de Cracovia y se divide en dos instalaciones, Auschwitz I y Auschwitz-Birkenau.
Auschwitz I se construyó en 1940 como centro de detención de prisioneros
de guerra polacos ante la saturación de las cárceles. Tras los prisioneros de
guerra, llegaron otros prisioneros: prisioneros
políticos, de conciencia, homosexuales, y miembros de minorías étnicas y
religiosas, principalmente gitanos y judíos.
El campo de Auschwitz-Birkenau se construyó en 1941 a 3 kilómetros de
Auschwitz I y estaba especialmente diseñado para el exterminio masivo de los
prisioneros. Sus cámaras de gas y hornos crematorios tenían capacidad para
asesinar a 2.500 prisioneros de forma simultánea.
Poco antes del final de la Segunda Guerra Mundial, las tropas soviéticas
llegaron a Auschwitz en 1945. Ante la inminente entrada de los soviéticos, los
nazis evacuaron los campos de concentración en las conocidas como “marchas de la muerte” en las que murieron muchos
prisioneros.
Finalmente, los soviéticos entraron en Auschwitz el 27 de enero de 1945.
El campo estaba ya prácticamente vacío, y los prisioneros que lograron
esconderse para evitar la evacuación, fueron liberados.
Según los historiadores, la maquinaria de exterminio nazi acabó con la
vida de unos seis millones de judíos. Durante los años que duró la Segunda
Guerra Mundial también murieron en los campos de concentración fieles
católicos, sacerdotes y creyentes de otras religiones.
Uno de los prisioneros más conocidos del campo de concentración de
Auschwitz fue San Maximiliano Kolbe, sacerdote miembro de la orden de los
frailes menores conventuales que murió mártir al ofrecer su vida a cambio de la
de un padre de familia condenado a muerte.
POR MIGUEL PÉREZ
PICHEL | ACI Prensa
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