Pronto tendremos sacerdotes reducidos al papel de trabajadores sociales y el mensaje de fe reducido a una visión política. Todo parecerá perdido, pero en el momento oportuno, precisamente en la fase más dramática de la crisis, la Iglesia renacerá. Será más pequeño, más pobre, casi catacumba, pero también más santo. Porque ya no será la Iglesia de los que buscan agradar al mundo, sino la Iglesia de los fieles a Dios y su ley eterna.
El renacimiento será obra de un pequeño remanente, aparentemente insignificante pero indomable, pasado por un proceso de purificación. Porque así es como obra Dios.
“Contra el mal, un pequeño rebaño resiste”.
(Ss. Joseph
Ratzinger)
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